A solas con la luna

Era una tersa mañana, el viento soplaba suavemente, mientras el sol sonriente calentaba todo a su alrededor, las aves elevaban su canto al cielo, mientras las nubes se encontraban desparecidas, en ese momento de esa hermosa mañana, la música sonaba estruendosamente, un chico sudaba a mares, se encontraba en un gimnasio normal, se esforzaba cada momento más pues se iba sintiendo más y más cansado, su cuerpo le indicaba detenerse, pero su mente sabía, que él podía dar una repetición más, no muy lejos de ahí, una chica se encontraba sentada frente a su redoblante, de todo lo que tenía que estudiar, el redoblante era lo que más pereza le daba, por esa razón lo estaba estudiando, la chica soñaba con alcanzar las estrellas y tenía el potencial de lograrlo así que siguió estudiando con alma vida y corazón, mientras el chico en un último y brutal esfuerzo terminó su rutina de ejercicios, pensando que él no sabía cuando darse por vencido.

Parecería una rara historia de un extraño escritor, una broma extraña del destino, pero esos chicos eran pareja, había algo en ellos que los unía y los hacía felices de algún u otro modo.

Él soñaba cuando ella incluso cuando despertaba, era un sueño hecho realidad, ver a la chica a los ojos, ver su sonrisa, en especial cuando eran dirigidas a él, lo hacían sentirse débil, eran una adicción, un momento y lugar en el cual perderse para siempre, por más rudo que pareciera o intentara ser, él chico no podía serlo con ella, él era él, sin importar nada ni siquiera el mundo.

A veces la vida se encargaba de alejarlos y parecía que el sueño se iba a acabar, las cosas mejoraban, pues ambos querían luchar hasta el final.

No importa nada solo el cariño entre ellos, pues al final, a pesar de las diferencias y las situaciones de vida, los dos corazones eran uno solo y serán uno solo en especial cuando ellos se encuentren a solas con la luna, quién es la principal testigo terrenal del amor de ellos dos.