Haruka Nanase, príncipe y único heredero al trono, conocido por su frío corazón.
Makoto Tachibana, un humilde campesino que por un terrible error terminará siendo sirviente del palacio.
Siendo habituada en una época antigua, un romance entre chicos...
El sol comenzaba a brillar, toda la servidumbre ya estaba haciendo las tareas de la mañana y Amakata se dirigía a la habitación del príncipe para despertarlo y que el menor comenzara sus estudios, pero en el pasillo se encontró con Sasabe.
- Buenos días Amakata, hoy luces tan hermosa como siempre - el peli amarillo le dedicó una sonrisa.
La de pelo castaño no pudo evitar sonrojarse ante aquel comentario - Buen día Sasabe, gracias - dobló levemente las rodillas y siguió caminado.
- Cariño... - la de ojos marrones se giró e intentó callar al más alto - Tengo un regalo para ti - Sasabe pudo notar en la mirada de la castaña algo de curiosidad y rió internamente por eso - Estira ambas manos y cierra los ojos - la mujer hizo lo pedido y unos segundos después sintió algo caer con delicadeza en su mano, lentamente abrió los ojos y se encontró con un bello collar que tenía cadena plateada y una piedra color rosa oscuro.
- ¡Oh! Es muy lindo, gracias - se aceró al contrario y le dio un cálido abrazo.
- Sabes que vivo para ti Amakata - la miró detenidamente y posteriormente depositó un beso en sus labios cuidando que nadie los viera. Tras unos cuantos besos más, ambos vieron la hora y supieron que estaban atrasados.
- Debo despertar al príncipe, Sasabe...
El otro habló muy cerca de los labios de la menor - Déjalo dormir unos minutos más - Amakata cortó bruscamente el encuentro.
- Sasabe... hay una cita bíblica que dice que el que no trabaja no puede comer y yo no quiero dejar de comer, por lo tanto nos vemos después - dejó unas palmadas en el hombro de su amado y se retiró de ahí tras colocarse su collar.
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Caminó rápidamente hasta los aposentos del príncipe y cuando estuvo allí comenzó a envolver las cortinas dejando que la luz del sol acariciara el rostro del azabache - Alteza, alteza - decía suavemente y moviendo levemente el cuerpo del príncipe - Haruka, ya es hora querido.
- Si... en dos minutos estoy listo - ella rió por la respuesta forzada del oji azul.
- Traeré té y ya deberás estar despierto y sentado en la cama.
- Pero si ya estoy despierto.
- En seguida vuelvo - dijo entre risas mientras salía con cautela de la habitación, al abrir la puerta de la misma se encontró con el oji verde arreglándose el chaleco - Oh, Makoto... buen día - le dedicó una tierna sonrisa.
- Señorita Amakata, buen día - hizo una reverencia.
- ¿Qué haces aquí tan temprano?
- Vengo a ver al príncipe.
- Ya veo... espera un segundo.
- Claro - Amakata asomó su cabeza por la puerta y el príncipe seguía desarreglado y acostado en su cama - Alteza...