Capítulo 8

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Tras terminar de leer la carta del castaño, Haru abrió los ojos como platos y dada la impresión se tambaleó levemente.

- D-debe ser alguna broma de Makoto – el azabache se dejó caer en una silla y recordó una parte de la carta que lo aturdió bastante "Por si no ha quedado lo suficientemente claro... lo que quiero decir es que te amo Haru, te amo como nunca he amado a otra persona", tras recordarlo su cara enrojeció por completo – No es una broma... ¿Verdad Makoto? – Suspiró con pesadez y se quedó en silencio dándole vueltas a las palabras escritas en la carta – No es amor Haruka, él es un hombre también, lo que sientes por él es solo amistad... u-una amistad muy fuerte, tanto que lo estás confundiendo con... - "Te amo como nunca he amado a otra persona" – Amor... - dijo en un hilo de voz casi imperceptible.

El oji azul se levantó de golpe, tomó una capa que había cerca y salió de su habitación cuidando que nadie lo notara, se puso la misma y levantó el gorro para cubrir su rostro, caminaba por los pasillos del palacio donde había visto que la gente de servicio frecuentaba, vio de lejos a Sasabe y comenzó a seguirlo sin que éste se diera cuenta, el antes mencionado lo llevó hasta los cuartos de hombres, esperó a que pasara un tiempo para así poder ubicar en cuál de todos esos dormía Makoto, había tantas habitaciones que al oji azul le llevó varios minutos poder decidir a cuál entrar, estaba casi seguro de su decisión pero un grito lo sorprendió y aclaró todas sus dudas - ¡Makoto! – se escuchó al otro lado del pasillo con total claridad.

Tras escasos segundos el menor se asomó - ¿S-si? – dijo con algo de pena.

- Tienes una carta de tu familia – el castaño corrió hasta aquel hombre y tras dar las gracias y tomar la carta, regresó a su habitación cerrando la puerta.

El de ojos azules esperó a que no hubiera nadie en el pasillo y entró en la habitación del peli verde cerrando la puerta con extremo cuidado - ¿Sasabe? – Dijo el oji verde sin girarse aún, pero se dio la vuelta tras no recibir respuesta y su rostro palideció - ¿Q-quién eres tú? – comentó en un hilo de voz; el azabache tenía miedo de levantar su cabeza y que así descubriera su identidad, pero recordó a lo que había ido y tomó valor girándose lentamente - ¿Alteza? – cuestionó el mayor aún sin poder ver claramente el rostro del intruso.

- M-Makoto yo... - contestó con voz temblorosa.

- ¡Príncipe ¿qué hace aquí?! No puede estar en esta parte de palacio – fue bajando su voz ya que no quería que los descubrieran.

- Yo he venido a hablar contigo... - retiró lentamente su capucha y un leve sonrojo tintaba su bello rostro –... He leído tu carta – dijo sin rodeos y el mayor enrojeció totalmente.

- Y-y-yo... - tartamudeó – No sabía lo que escribía... si le ofendió lo lamento mucho, e-es solo que-----------

- Creo que siento lo mismo por ti... - dijo con total sinceridad el oji azul – D-digo... creo, porque verdaderamente no entiendo lo que es el amor y no sé si realmente me gustes de esa manera, yo soy alguien ignorante en muchos sentidos... no sé si esto que siento en mi estómago cada vez que te veo sea causado por el amor, o si el que me pierda en tus ojos cada vez que nos miramos signifique algo, por eso me gustaría que me enseñaras cómo es el amor, quisiera poder sentir eso por ti pero no sé cómo; Makoto... -suspiró - enséñame a amar – el de hebras verde olivo se quedó sin palabras, no esperaba esa respuesta por parte del príncipe.

- H-Haru ¿qué acabas de...?--------------- De un instante a otro sintió como el príncipe lo abrazaba; era un tanto rígido, así que el castaño tuvo que tomar el control del mismo -Entiendo perfectamente lo que me quieres decir, no te esfuerces más... - rió por lo bajo – estas temblando – el oji azul se sentía volar, si Makoto no hubiera apretado más el abrazo hubiera caído directo al suelo.

- No lo digas... - Ninguno de los dos podía ver el rostro del otro debido al abrazo, pero podían sentir los latidos ajenos ir a mil por hora.

- Haru – el mayor dejó ambos rostros a centímetros – Déjame decirlo apropiadamente – tragó saliva – Sal conmigo, por favor.

La mente del de cabello negro quedó en blanco por algunos segundos, no esperaba que Makoto lo dijese directamente, pero tenía una respuesta clara – Si... - dijo finalmente en un hilo de voz perceptible para el otro.

- ¡Haru! – gritó el oji verde con total emoción mientras reanudaba el abrazo.

- Shhh, nos pueden escuchar.

- Lo siento – susurró entre risas el castaño.

El príncipe regresaba de la habitación de su sirviente, ahora novio, y tras dar un rápido vistazo entró con cautela a su cuarto; cerró la puerta detrás de él y suspiró aliviado ya que todo había salido bien

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El príncipe regresaba de la habitación de su sirviente, ahora novio, y tras dar un rápido vistazo entró con cautela a su cuarto; cerró la puerta detrás de él y suspiró aliviado ya que todo había salido bien.

- Haruka Nanase... - se escuchó detrás de él y sintió un escalofrío recorrer su espalda – ¿Se podría saber dónde estaba? – se giró lentamente.

- Se-señorita Amakata, yo... estaba en... el jardín – dijo cada vez más bajando el tono de voz.

- ¿El jardín? – la castaña se cruzó de brazos y enarcó una ceja.

- Si, el jardín – la mujer sólo suspiró.

- ¿Dónde está Makoto?

- En su habitaci------no lo sé... - sin darse cuenta se delató.

- ¿Así que estaba con Makoto? – sonrió victoriosa.

- ...Lo lamento Amakata, prometo avisarle la siguiente ocasión.

- Entiendo que quiera estar con Makoto, pero sabe que nos podríamos meter en problemas con el rey. Y si lo llega a hacer por lo menos tiene que avisarme a mi o a Sasabe.

- Si Amakata – La bella mujer suspiró.

- ...Toma asiento, comenzaremos con las clases de botánica.


Al siguiente día en los cuartos de la servidumbre reasignaban tareas temporalmente - Amakata – hubo un corto silencio – Se encargará del banquete, Sasabe te encargarás del salón principal y por último... Makoto.

- ¡Si! – dijo totalmente enérgico el castaño.

- Te harás cargo del jardín hasta que llegue alguien nuevo.

Ésa reasignación fue como un balde de agua helada para toda la servidumbre, nadie quería cambiar lo que hacía diariamente – Señorita Amakata... - dijo el oji verde.

- ¿Si Makoto?

- ¿Dejaré de ver al príncipe por culpa de la reasignación? – expresó con tristeza.

- Por supuesto que no... es solo que a tus tareas se agregará el cuidar del jardín – el peli verde suspiró con alivio hasta que lo pensó mejor.

- ¿Eso significa que veré menos al príncipe?

- Si, así es – Makoto hizo un puchero y siguió a los adultos sin decir nada más.





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