Capítulo 4

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Pasaron varios meses y Makoto no comprendía como alguien de la realeza pudiera ser tan amable, claro... a su manera un tanto fría, pero lo intentaba.

Un día, Makoto logró convencer a los reyes de que dejaran salir al príncipe a jugar fuera del palacio y esto tenía demasiado emocionado al azabache, aunque no lo demostraba - ¡Haru-chan mira!, ¡es la panadería donde mi madre solía traerme! - el menor se limitó a asentir, estaba asustado, jamás había estado tan lejos del palacio. Sintió como tocaban levemente su mano - Tranquilo, yo estoy aquí... y daría mi vida por ti Haru - el mencionado abrió los ojos como platos y el castaño sonrió ampliamente - Vamos, aún queda mucho por recorrer - por el resto del camino la mano de Makoto tomaba firmemente la del azabache.

El mayor recorrió los caminos del pueblo que conocía, había veces en las que se perdía porque el pueblo había cambiado algunas de sus calles, pero... al final siempre terminaba por volver a ubicarse. Después de una hora de estar recorriendo lugares del pueblo y que varias personas del mismo reconocieran al oji verde y lo saludaran, era momento de ir a la casa de Makoto; ésta estaba un tanto alejada de las demás ya que su padre era agricultor y necesitaba un gran terreno para poder cultivar todo lo que el palacio y el pueblo exigían.

- Haru, las tierras de mi padre están bajo la protección del reino, por lo que casi todo lo que comes esta cultivado aquí.

- ¿De verdad?

- ¡Si! - se giraron hacia el verde campo que estaba delante de la humilde casa de los padres del mayor; entre algunos cultivos se pudo distinguir una figura humana, ambos comenzaron a acercarse mientras se abrían paso entre la flora - No puede ser... - murmuró Makoto.

- ¿Qué pasa? - el azabache sintió como el mayor soltaba su mano y corría en dirección a la silueta que parecía ser de una mujer.

Haru se asustó un poco por la repentina actitud del castaño - ¡Madre! - gritaba Makoto mientras corría - ¡Madre! - la mujer volteó y al ver a su hijo tiró lo que tenía en sus manos, se levantó y abrazó al castaño una vez que llegó hasta ella.

- ¡Makoto!, ¡no puedo creer que estés aquí! - se separó un poco y le tomó el rostro con ambas manos - Oh hijo mío - a unos cuantos metros se abrió la puerta de su casa.

- ¿Cariño, sucede...?------ el padre del oji verde salió de su casa y al ver que su hijo estaba de vuelta paró en seco y sonrió ampliamente.

- ¡Padre! - el mencionado se giró y le extendió la mano a sus otros dos hijos - ¡Ren, Ran! - los ojos del oji verde se volvieron cristalinos al ver a los pequeños.

- ¡Hermano! - gritaron al unísono ambos niños, todos corrieron hacia donde estaba el recién llegado y lo abrazaron. El azabache observaba incrédulo la escena mientras se acercaba lentamente.

- Makoto... ¿Quién es él? - preguntó uno de los mellizos.

- Oh, lo lamento mucho... él es Haruka Nanase, el príncipe del reino.

- Un gusto conocerlos.

- ¡Alteza! - gritó la madre del castaño - Lamento mucho el comportamiento, pero... hace tiempo que no veíamos a Makoto y...

- No se preocupen, comprendo perfectamente, si gustan puedo dejarlos pasar tiempo con él... yo estaré con mis guardias.

- ¡Le estaríamos muy agradecidos! - el de hebras verdes se acercó al príncipe.

- Pero Haru... - sus ojos se conectaron y el azabache negó.

- Podremos salir otro día.

- ¡Pero tienes que entrar! - replicó Makoto.

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