Haruka Nanase, príncipe y único heredero al trono, conocido por su frío corazón.
Makoto Tachibana, un humilde campesino que por un terrible error terminará siendo sirviente del palacio.
Siendo habituada en una época antigua, un romance entre chicos...
El sol comenzaba a asomarse y a brindar luz al pequeño pero próspero reino.
Makoto había conversado con Amakata el día anterior por la noche y habían acordado que el oji verde pasaría todo el día con el príncipe. Así que el castaño se alistó desde temprano para evitar problemas, se dirigió a los aposentos del oji azul, con mucha cautela entró en el mismo, vio a Haruka aún dormido y con una sonrisa en el rostro abrió las grandes cortinas teniendo aún en sus pensamientos el rostro del príncipe, al terminar de amarrar las mismas dio media vuelta.
- Buen día Haru-chan – expresó el peli verde con las manos detrás de él.
- Buen día Makoto... ¿qué haces aquí? – el de hebras azabache tallaba con algo de fuerza uno de sus azules ojos.
- Ayer... hablé con la señorita Amakata y me dio permiso para estar con usted.
- Bien, ¿hasta qué hora?, estoy un tanto ocupado el día de hoy.
- Todo el día... - dijo en un hilo de voz aún perceptible.
- ¿¡T-todo!? – en el rostro del príncipe se veía reflejado un poco de incomodidad.
- S-si gusta puedo hablar con ella y---------------
- No, no te aflijas... está bien para mí.
- Entiendo... - dijo algo triste el de ojos verdes.
¿Por qué Haru no quería que Makoto estuviese todo el día con él?, siempre que sucedía eso ambos estaban muy felices y no ponían excusas, entonces ¿por qué...?
Tras hacer la rutina de todas las mañanas el oji verde alistó al príncipe para que tomara sus clases de piano y se dirigieron a la sala de música. El profesor de Haruka sugirió que el castaño observara desde lejos para no molestar la práctica y sin rechistar se dirigió a una esquina de la gran sala; después de todo al mayor no le importaba en que parte del salón se encontrara, lo que él deseaba era escuchar a su amado príncipe tocar y que con esa melodía pudiera saber aún más sobre el azabache.
Hasta que por fin el piano comenzó a sonar, los dedos del peli negro pulsaban cada tecla con suavidad, la habitación se llenó de tantas emociones que guardaba en su interior y el mayor no pudo evitar perderse en tal melodía. Con cada minuto que pasaba Makoto entendía mejor sus sentimientos hacia el oji azul. Lo quería proteger a como diera costa, conseguía saber lo que pensaba la mayoría de las veces, podía estar horas perdido en su mirada, adoraba todas y cada una de sus facciones y actitudes; lo admiraba como a ninguna otra persona...
Abrió los ojos de par en par al comprender sus pensamientos... no podía ser eso, debía ser una equivocación ¿cierto? Lo que pensaba era un completo disparate, eso era un pecado.
Acaso...
Su rostro enrojeció completamente y sin previo aviso hizo una reverencia y salió de la habitación ante la mirada expectante del de orbes azules quien se detuvo abruptamente - ¿Sucede algo alteza?, ¿quiere revisar la partitura? – el mencionado solo negó con la cabeza volviendo a dirigir su mirada al piano.
- Entonces desde el principio...
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