Capítulo IV

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El quinto Hokage estaba leyendo los informes de las diferentes misiones que se habían realizado en la semana. Por más que lo había intentado, no podía concentrarse. La llegada de Sakura al hospital la tenía muy preocupada. No era para menos, la consideraba una hija y compartía el dolor que sentía la madre de la kunoichi. Sakura no corría el riesgo de morir, pero se encontraba muy débil.

—Lady Tsunade, la necesitan en el hospital —Le informó Shizune.

Mientras tanto, del otro lado de la aldea, más precisamente en la antigua villa Uchiha, un ninja rubio tocaba la puerta con impaciencia. Sasuke se acercó a abrirle. Después de un agotador día de entrenamiento, lo último que necesitaba era soportar las estupideces de Naruto.

—¿Qué quieres, dobe? —preguntó mirando al rubio con disgusto.

—No me digas así, teme. Tengo un asunto importante que tratar contigo.

—Entonces habla.

—Sasuke, yo siempre te he dado la mano cuando lo necesitaste. Desde pequeños aunque nos peleábamos...

—Ve al grano.

Naruto se rascó la zona de la nuca. ¿Cómo le diría a Sasuke? No importaba, debía poner en marcha su plan. Sakura se lo agradecería cuando despertara. Porque ella iba a estar bien pronto.

—La abuela Tsunade tiene en su poder una carta que llegó para ti y planea destruirla mañana.

Sasuke lo miró entrecerrando sus ojos. ¿Por qué Naruto iría corriendo a su casa a darle esa información secreta? Al parecer era más tonto de lo que había pensado.

—¿Y?

—Que yo tengo la carta —dijo sacando el sobre de su bolsillo.

Se le había complicado todo. Para sacarle la carta a Naruto seguro pasarían horas batallando y estaba muy cansado para eso.


"Te daré la carta si te quedas a cuidar a Sakura. Ah, y quiero un tarro de ramen".

Sasuke bufó antes de abrir la puerta de la habitación en donde habían ubicado a Sakura bajo la mirada atenta de Naruto.

—Te quedas aquí hasta que la señora Haruno venga en la mañana. Y no pongas esa cara que no es un sacrificio. Sakura siempre estuvo a tu lado cuando estuviste en el hospital y ahora te toca devolverle el favor.

—Hmp. Ya lárgate.

Naruto se acercó a él y colocó una mano sobre el hombro del pelinegro. No le importó que este le estuviera fulminando con la mirada por esa acción. Tendrían que pagarle cuando se le prendía el foquito.

—No intentes sobrepasarte con ella que está muy débil.

Se alejó con pasos normales y cerró la puerta después de salir. Sasuke se acercó a la cama y observó a Sakura de pies a cabeza. Se veía muy pálida y no podía escuchar su respiración. Ese día Sakura completaba una semana en estado delicado y el diagnóstico del Quinto Hokage era confidencial por lo que nadie sabía con seguridad lo que había originado el problema.

Había querido evitar eso, el hospital no era uno de sus lugares favoritos. Siempre que terminaba ahí, se sentía completamente inútil por haber sido golpeado por otra persona.

El pelinegro retrocedió un par de pasos y se sentó en el sillón que había en la esquina. Tendría que pasar la noche en ese lugar, supliendo al tarado.

Bajó la mirada sobre la carta en sus manos. Naruto no se había dado cuenta de que se la había arrebatado. Era mejor así, no quería escuchar sus berrinches. Llamaron a la puerta y una enfermera apareció cargando un bendito tarro de ramen.

Un sentimiento más fuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora