Capítulo XXII

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Sakura abrió sus ojos lentamente y trató de acostumbrarse a la luz del lugar. Pudo reconocer las paredes blancas y el silencio sepulcral. Estaba en el hospital de Konoha. Suspiró ampliamente al percatarse de que estaba viva y se sentó en la cama con un movimiento brusco que le provocó un fuerte mareo. Se tomó de la cabeza y se mantuvo así hasta que todo dejó de dar vueltas a su alrededor.

Ya no tenía el chakra suficiente para curarse por lo que tendría que permanecer en esa cama por unos días más hasta que recuperara sus fuerzas. Apartó con prisa las sábanas sobre sus piernas y cubrió su vientre con sus manos. Si ella estaba viva, su bebé también tendría que estarlo y necesitaba asegurarse.

¿Pero cómo lo hacía? Tenía que pensar en algo rápidamente.

La puerta de la habitación estaba cerrada y su mirada se desvió en su mejor amigo sentado en el sofá pegado a la pared. No podía entenderlo, ¿cómo pudo haberse quedado dormido cuando supuestamente él la estaba cuidado? Sonrió con pesadez, Naruto era así después de todo y jamás cambiaría.

—¡Naruto!

El grito ensordecedor de Sakura logró despertarlo de golpe y lo dejó algo desorientado tratando de comprender lo que había sucedido. La pelirrosa rió por lo bajo mientras tocía por el esfuerzo de su garganta y lo vio acercarse a ella con la hermosa sonrisa esperanzadora que él siempre mostraba.

—Sakura, ¿cómo te sientes?

—Bien, creo.

—No te muevas, iré por una enfermera.

—No, espera. ¿Cuánto tiempo llevo dormida?

—Tres días enteros, pero la abuela Tsunade dijo que era normal. Te encontré acostada junto a Sasuke y no respirabas.

—¿Los demás están bien?

—Sí. Afortunadamente sólo están heridos. Siempre vienen a visitarte en las tardes y creo que hoy no será la excepción. Me alegro de que ya hayas despertado.

Sakura bajó la mirada a las sábanas y sonrió tristemente. A ella si la habían podido salvar mientras que a él... a menos que al último momento hubiera resultado. Tragó difícilmente y con todo el valor del mundo formuló la pregunta más difícil que había hecho en su vida.

—¿Sasuke está...?

Un ataque de tos impidió que terminara su pregunta. Naruto le pasó un vaso con agua y luego se alejó.

—Iré por una enfermera —dijo el rubio antes de soltar sus manos y caminar hacia la puerta.

Cuando Naruto abrió la puerta, Sakura pudo ver a Hinata y en ese momento encontró la solución perfecta. Ella podría ayudarle si se lo pedía para así acabar con su primera duda, pero tendría que asegurarse de que se quedara callada.

—¡Hinata!

La dueña de los ojos perlas sonrió levemente y, después de intercambiar algunas palabras con su novio, se acercó a ella.

—¿Cómo te sientes, Sakura?

—Necesito tu ayuda para saberlo.

—Naruto ya fue por una enfermera.

—No, esto tiene que quedar entre nosotras dos.

Hinata asintió, no muy convencida, pero dispuesta a ayudar.

—¿Qué quieres que haga?

—Por favor, usa tu byakugan y ve si el flujo de chakra en mi cuerpo continúa siendo normal.

—Está bien.

El nerviosismo en Sakura aumentó cuando vio a la Hyuga concentrarse. Todo debía estar bien. Después de que ella la examinó detenidamente, asegurándose de que cada punto de chakra tuviera un flujo normal, Hinata abrió los ojos muy sorprendida.

Un sentimiento más fuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora