3- Yo nunca...

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¿Por qué la vida es tan contradictoria? Hace tan sólo unos días, yo era inexistente para Inuyasha Taisho y ahora, me encuentro en medio de una sala con él en un estúpido juego. Yo que pensaba que era de esas personas reservadas pero amables y respetuosas, y resulta ser todo lo contrario. Pero lo peor de toda esta historia, es que cuando por fin estaba empezando a odiarlo me besa. Este maldito, odioso y egocéntrico dios griego me está besando. Y madre mía, ¡cómo besa!

Desde que sus labios rozaron los míos, las misteriosas mariposas de las que hablan no dejan de revolotear por mi estómago a su antojo. Siento que estoy paralizada, apenas puedo corresponderle. Aprieta un poco más su agarre y reacciono rodeando su cuello con mis brazos. Me obliga a abrir la boca cuando su lengua busca la mía. Entonces, me relajo. Una corriente eléctrica me recorre de los pies a la cabeza, nuestros cuerpos encajan perfectamente como dos piezas de puzle, nuestras lenguas bailan en una pieza suave y tranquila.

Un instante que sería perfecto si no nos estuvieran observando. Mierda, había olvidado ese detalle. Por suerte, nos detenemos por falta de aire. Él, aún con los ojos cerrados, me da un casto beso antes de mirarme y salir de la casa. Un poco aturdida por lo que acaba de pasar, miro a mi alrededor y descubro a todos mirándome sorprendidos.
No les doy tiempo a que me llenen de preguntas, cojo mis cosas y me voy yo también. La brisa me refresca totalmente. Me alejo un poco de la puerta, cerca del coche de Sango, y espero a mi amiga.

De repente, un tirón me arrastra hasta un callejón. Me veo acorralada contra la pared y una mano apaga mi grito. Me tranquiliza ver esos dos iris dorados tan especiales.

- Te voy a soltar pero no hagas ningún ruido- asiento con mi cabeza.

- ¿Por qué...?

- Olvida lo que ha pasado ahí dentro- me interrumpe. Su voz se ha vuelto muy fría y cortante-. No quiero que vuelvas a nombrarlo y ni se te ocurra difundirlo. Tan sólo te he besado para largarme de allí de una vez. No quiero que pienses que eso ha significado algo para mí, no te ilusiones. Necesito que te quede bien claro que no me importas, preferiría a cualquier otra persona antes que a ti- dice con furia, podría decir que hasta asco. Sus ojos han perdido brillo y se ven mucho más oscuros. Sus palabras hieren pero no muestra lo mismo en su mirada. Una mirada vacía, desesperada, atormentada.

Lo que me dice se clava en mí como cuchillas. Trago el nudo que se forma una vez más en mi garganta. Sin ser consciente de ello, mi mano se dirige con fuerza hacia su mejilla. Él debe adelantarse en el tiempo pues agarra mi muñeca antes de que llegue a tocarle. Coge la otra y coloca ambas por encima de mi cabeza.

- No puedes ser tan imbécil. Sé que no te intereso pero no es necesario que me hables con ese desprecio.

- No voy a decirte cosas bonitas, soy realista- murmura más tranquilo al observar mi rostro-. No debes acercarte a mí, no te convengo.

- Eso sólo lo puedo decidir yo.

- Tan sólo aléjate de mí. No te merezco.

- ¿No querrás decirlo al revés?

- Sé de lo que hablo. Olvídate de mí. Sé lo que sientes, lo pude comprobar cuando te besé. No puedes enamorarte de mí. Nunca voy a corresponderte y te harás daño tú sola.

- Pero te entregaste tanto a ese beso... No lo entiendo.

- No tienes que entender nada. Si piensas eso es porque tu mente quiere que ocurra. Para mí ha sido un beso normal y corriente al que le puedo dar a cualquier chica en una discoteca, casa o algún otro lugar. ¿Has entendido?

- Sí- musito. Sabía que no debía venir aquí. Lo único que he conseguido es acabar lastimada.

- Nos vemos mañana a la misma hora.

Inuyasha y Kagome ¿Jugamos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora