9- La verdad

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A la mañana siguiente, tengo los ojos como si me clavaran alfileres. No he podido dormir en toda la noche pensando en toda esta situación. Lo que descubrí ayer en el ordenador me ha dejado de piedra y con muchas incógnitas, pero creo que me ha afectado más mi enfrentamiento con Inuyasha.

Me pongo el uniforme con mala gana y preparo las cosas que debo llevar. No me molesto en desayunar, no tengo hambre. Salgo a la calle con la mochila al hombro. Me gustaría quedarme hecha un ovillo en casa, pero cuando mi madre llegue no creo que le guste esa idea. Recorro la distancia que hay entre mi casa y el instituto intentando poner en orden mis ideas. Digo intentando, porque no lo consigo.

Antes de lo que quiero, me hallo delante del edificio que transformará mi día en una pesadilla. Otra vez.
Ando por los pasillos mirando hacia el suelo, no me apetece encontrarme con nadie. Al llegar a mi aula, por más que me lo repito, no puedo evitar mirar de reojo a Inuyasha. En ese mismo instante, me arrepiento. Me mira, con lástima. Cierro los ojos y ahogo un suspiro. Dejo mis pertenencias sobre mi mesa y me siento a esperar a que empiece la clase.

¿Por qué todo tiene que ser tan complicado? ¿Por qué tuvo que llegar ese chico tan extraño y estropearlo todo? ¿Por qué tuve que decirle esas palabras? ¿Por qué es tan doloroso alejarme de él? Mis ojos se llenan de lágrimas y agradezco tener la pared a mi lado para poder ocultarlos.

- ¡Kagome! Menos mal que has venido. Estaba muy preocupada. ¿Cómo estás? Ayer no me contestaste al teléfono.

- Estoy bien.- La voz se me quiebra, desvelando la verdad.

- Oh, Kag... Lo siento mucho.

- No es nada.

- ¿¡Cómo que no!?

- Vamos al baño, necesitas hablar.

- No voy a ir a... - Sin previo aviso, me agarra de la muñeca y me obliga a levantarme.

- Ayame, dile a la profe que hemos ido al baño. Kagome no se encuentra muy bien.

- Vale, yo informo.

- Gracias.

Tapo mi rostro con la mano lo máximo que puedo. Sin duda, soy lamentable. Sango me guía hasta los servicios. No lo soporto más, cuando me aseguro de estar sola, me lanzo a sus brazos. No retengo más mis lágrimas, dejo que caigan libremente por mis mejillas. Me duele el pecho y no sé si es por el dolor emocional o es por la respiración.

- Tranquila...- Mi amiga me abraza hasta que consigo calmarme un poco- Cuéntame. ¿Qué ocurrió ayer? Inuyasha se veía muy abatido cuando te fuiste. No entiendo que pasó entre ustedes, el sábado estabas muy feliz.

- No lo sé, Sango. Soy una imbécil. Me he dejado llevar por mis sentimientos y me he destrozado. Me hice ilusiones, pensé que le gustaba. Pensé que lo que me dijo era cierto, pero sólo era un juguete más para él.

- ¿Qué fue lo que te dijo? Estoy un poco perdida. No hemos hablado desde hace varios días.

- El primer día del juego, cuando él y y yo nos besamos, me acorraló y me pedía que me alejara de él. Pero se ha estado repitiendo en varias ocasiones. El viernes, tras la fiesta, me quedé en su casa y el sábado pasamos el día juntos. Me sentía muy bien, no se comportaba tan distante como aquí. A la noche, me sentía un poco confundida y me encontró llorando. Hablamos y prácticamente había dicho que sentía algo por mí, o eso pensaba.
A la mañana siguiente un chico se presentó a su casa y me dijo que Inuyasha me ocultaba algunas cosas. Y hay una chica.

- ¿Y le creíste?

- Inuyasha no lo negó. Más bien, no me habló más, ni siquiera le vi. Acabé marchándome.

Inuyasha y Kagome ¿Jugamos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora