24- Organización

854 59 2
                                    


- Inuyasha, ¿has encontrado algo?- se dirige mi hermano hacia mí, preocupado.

- No, hasta ahora nada. Pero creo que debemos empezar cuanto antes su búsqueda. Si nos quedamos descansando, estamos perdiendo un tiempo muy valioso.

- Tampoco viene mal descansar un poco de vez en cuando- replica Koga a nuestras espaldas.

Voy a contestarle, pero Sesshomaru se adelanta.

- Inuyasha tiene razón. Cuanto menos nos quedemos parados será mejor.

- Está bien.

- No quiero que piensen como en una película de miedo, pero creo que estaría bien dividirnos. Hay muchos espacios en los que buscar. Koga, tú podrías ir con Sesshomaru hacia el este, yo intentaré ir por el oeste.

- No hace falta que me acompañen- agrega-. Yo me reuniré con mis compañeros de la tribu, es importante que nadie vaya solo.

- Bien, pues vamos.

Espero a que Koga se aleje de nosotros para indicarle a mi hermano la zona donde quiero ir.

Apenas quedan unas horas para que se haga de día, y no conviene que amanezca ahora mismo si quiero mantener mi plan. Sesshomaru no tiene idea de lo que sucede pero creo es consciente de mis movimientos, pues no replica ninguna decisión que tomo.

El camino se me hace más corto de lo esperado, es posible que las ansias de llegar influyeran. Todo está muy tranquilo y eso no me da seguridad. A poco metros, veo por fin el río que mencionaba Kagome y, a su vez, las colinas se esconden detrás. No deberíamos tardar mucho más.

- Vamos- digo con seguridad. Sesshomaru no duda de mis acciones y aligera el paso a mi lado.

*****

Mis pies descansan sobre la hierba húmeda en el anochecer. Suelto un suspiro, liberando la tensión acumulada. Tengo el templo ante mí y, sin embargo, no estoy totalmente preparado para enfrentarme y entrar. El desenlace de toda esta historia se verá aquí.

- Buenas noches, ¿les puedo ayudar en algo?- un monje nos recibe en la puerta, bastante asombrado.

- Buenas noches, ¿podríamos descansar durante unas horas hasta que amanezca? No necesitamos nada, tan sólo poder dormir un poco, llevamos muchas horas andando y probablemente mañana también será complicado.

- ¿Y cómo piensan pagarme?

Es en ese momento cuando recuerdo la otra época. Rezo, en lo que rebusco en mis bolsillos, porque no haya desaparecido o se me haya caído el dinero de la otra época al cambiarme.

- Aquí tiene- dejo en sus manos un par de monedas y él me mira asombrado-. Son de tierras muy lejanas y difíciles de encontrar, si las vendes, podrás conseguir mucho dinero.

- ¿Cómo sé que no me estáis timando?

- Ni siquiera estamos pidiendo comida, sólo resguardo. Si quisiéramos hacerlo habríamos pedido todo tipo de servicios, ¿no cree? Más bien creo que estamos pagando hasta demasiado. Pero bueno, si no las acepta, podremos buscar alguna cueva.- Cojo las monedas de nuevo y comienzo a andar de vuelta.

- ¡No! Está bien. Dame las monedas. Sólo por esta noche os dejaré.

- Perfecto, gracias.

Con cara de pocos amigos, el hombre nos permite la entrada. Nos recostamos en la sala principal y, una vez que nos deja solos, tiro mi espada al suelo antes de sentarme.

- Sigo sin entender qué narices haces ahora- me encojo de hombros manteniendo su mirada.

Tal y como pude comprobar, el sonido de la espada al chocar contra la madera es bastante hueco. Esperaba un golpe seco. Este hecho hace que la esperanza de que ella realmente esté oculta debajo de aquí, sea real.

Los minutos pasan. Ya ha debido transcurrir más de una hora y no se detecta ningún tipo de movimiento. Me extraña demasiado que no hayan intentado nada. A no ser, que sea precisamente esta indiferencia la que estén buscando para así nosotros descartar la zona.

Me levanto y miro a Sesshomaru a su vez. No compartimos frase alguna, a pesar de ello, ya sabe lo que voy a hacer. Recorro el pequeño camino hasta la salida y ralentizo el paso a medida que llego a ella. El sonido de mis pasos atraviesan el silencio de la noche.

- ¿Ya te vas?- pregunta el monje según me dispongo a salir.

- No pienso quedarme aquí parado mientras mi hermano se queda sobando. Si es mitad humano y su debilidad lo obliga a descansar, al menos que no me arrastre a mí por el camino.

El monje me mira perplejo. No tardo en vislumbrar una leve sonrisa en su rostro.

- Buen viaje entonces.

Asiento con la cabeza y me marcho a toda prisa, hasta poder perder mi rastro. Ahora sólo queda esperar por la señal y rezar porque todo funcione.

Inuyasha y Kagome ¿Jugamos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora