Capítulo 5: Patrullas Nocturnas y Encuentros Inesperados

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Patrullas Nocturnas y Encuentros Inesperados

“Hey, kid,

Don't you think you've got to try and be somebody,

Yeah, it happens on it's own.

Hey, kid,

you don't get along trying to be nobody else,

That's god damned right you know”

Hey Kid por Matt Willis

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Riley tomó un suspiro, intentando no mirar abajo y, a la vez, reprimir la parte sensata de su cabeza. Si quería aterrizar sin romperse las piernas, debía dejar al instinto de Lady Kitten quedar a cargo, lo que, cuando planeabas saltar de tu ventana, resultaba difícil de permitir.

No es que tuviera opción, si Riley iba a ser Lady Kitten. Se suponía que ocurrían más delitos por la noche que en el día y si Riley quería detener criminales, debía salir por la noche.

Así que ella cerró los ojos y se dejó caer de la ventana. Un instinto la poseyó y antes de que supiera lo que sucedía, ella se aovilló y giró en el aire, para luego expertamente caer en sus pies.

Riley nunca había sido especialmente torpe. De hecho, la mayoría de las veces era bastante coordinada. Pero aun así, una parte irracional en ella, había temido que las habilidades de Lady Kitten no funcionaban en ella.

Ella trepó por una casa vecina. Saltó a un bordillo y luego, con un par de bien ejecutadas volteretas, logró alcanzar el techo, aterrizando en el sin más que un leve «thud» para alertar su presencia.

Ella caminó y saltó por los techo de las casas, balanceando las caderas ligeramente. En medio de la noche, sin más que las ligeras luces de los faroles en la calle, ella se sentía más confiada de lo que jamás en su vida. Una sonrisa torcida logró ocupar su lugar en los labios de Riley, que ahora se encontraban cubiertos por una capa de llamativo labial rojo oscuro.

De vez en cuando, ella haría una voltereta. La sensación de libertad era abrumadora y, en ese momento, Riley se sentía capaz de correr y nunca parar. Dejar la cuidad no sería tan trágico. Nadie lo notaría. Níkolas no tardaría en encontrar a alguien más que molestar, Bliss sería feliz porque una persona menos se opondría a su reinado del terror en la escuela. Willie tendría más amigos. Demonios, el chico nuevo no tendría que ser cauteloso cuando estuviera cerca de ella por lo rara que aparentemente la encontraba.

Y su padre. Su padre podría estar libre de ella. Sería feliz. Podría ir a su propia casa sin el temor de tener que encontrar a su hija y comenzar una conversación con ella.

Ella estaría libre de la intrincada red de rumores y mentiras que Clearberry Lake era. De la memoria de su madre en cada esquina y de la sensación de adormecimiento que la recorría cada día por la monotonía de su vida.

Pero no lo haría. Riley no escaparía. Lady Kitten podía tener no más ataduras que su guarida, pero Riley no tenía ataduras. Estaba encadenada por su edad, por sus amistades, por su no-ilimitado flujo de dinero.

Pero estaba bien. Riley no se creía capaz de dejar a Willie y a su padre, aun cuando él la dejaba sin segundos pensamientos.

Riley no consideró seriamente la idea de huir —aunque por supuesto que ella no lo haría, lo único que le permitiría huir sería Lady Kitten y esa era una delas razones por la que se debía quedar. Para proteger a Clearberry Lake.

Lady KittenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora