Capítulo 25: Niebla Pesada y Peleas Injustas en Cuevas Acuáticas

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Niebla Pesada y Peleas Injustas en Cuevas Acuáticas

“But the day pressed on like crushing weights

For no man does it ever wait

Like memories of dying days

That deafen us like hurricanes

Bathed in flames we held the brand

Uncurled the fingers in your hand

Pressed into the flesh like sand

Now do you understand?”

Savior por Rise Against

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Cuando los grilletes se abrieron —lo único que hacía sangrar sus muñecas de no haber mantenido una posición firme con los brazos arriba—, el cuerpo de Riley se debilito por el alivio, y tropezó un par de veces, sin lograr mantenerlo firme ahora que no había ninguna razón por qué hacerlo.

Riley estaba eternamente agradecida de que alguien la había estado esperando, y atrapó su cuerpo, sus brazos alrededor del torso de Riley, abrazándola contra él.

Riley captó una esencia y, brevemente, se preguntó si se había vuelto loca. Pero su nariz había captado café y papel, con un toque ligero de colonia, y Riley no conocía a nadie que oliera así más que Níkolas Blackwing.

Riley hundió la cabeza en el hombro del cuerpo, y aspiró.

—¿Qué haces aquí, Blackwing? —preguntó, sus palabras arrastrándose. Riley se llamó a si misma al orden. Podría haber llegado la caballería (una que no había pedido en un principio), pero seguían en la cueva.

Como para probarlo, Riley escuchó el gruñido de Ronan en alguna parte de la cueva, perdido en la niebla.

—¿Qué sucede? —espetó Ronan.

—Vinimos a salvarte —susurró Níkolas, Riley suponía que era para no ser escuchado por Ronan.

—La última vez que te vi, hacías un berrinche —bufó Riley.

Níkolas resopló.

—La última vez que nos vimos te desangrabas por no contarme un secreto

—¿Cómo es que no contarte que era Lady Kitten resultó en mi herida? —exigió Riley.

—Si me hubieras dicho, hubiera encontrado una manera para evitarlo —replicó Níkolas inmediatamente.

—¡Hey! Hasta donde sabía, tu tenías una extraña obsesión con ella. Lamento no confiar en mi acechador, Níkolas —respondió Riley.

Níkolas rodó los ojos, pero ambas cabezas giraron a la misma dirección cuando escucharon sonidos de forcejeó en la niebla.

—¿Lady Kitten? —canturreó (casi ronroneó) la suave voz de Ronan.

Riley se tensó e instintivamente se acercó a Níkolas, arrepintiéndose (solo un poco) de haberse salido del abrazo de Níkolas.

—Tengo a tu amigo rubio —continuó Ronan—. Es un chico bastante competente, pero tengo mis uñas recién afiladas contra su cuello, así que no se puede mover. Si quieres que no muera, te recomendaría venir conmigo.

Riley frunció los labios, sus manos en puños encajando las uñas en sus palmas, intentando contener el miedo y solo mostrar la prevaleciente furia que hervía dentro de ella.

Lady KittenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora