Los tres chicos no habían visto al rubio ya hacia un par de días, por lo que el heterocromatico, al recordar todo lo que había pasado días atrás, sintió miedo de que fuera por lo que le había dicho. Le había confesado que le gustaba y después de eso no volvieron a hablar. Realmente tenía miedo y pensaba que el ojiazul estaba enojado con él o simplemente no era de sus aficiones juntarse con chicos homosexuales. Se armó toda una historia bastante dramática en su cabeza, lo cual lo mataba por dentro y lo asustaba cada vez más y más. Les contó a sus dos amigos que ya sabían sobre el tema todo lo que había pasado, y ellos sin poder creerlo, solo prestaban atención a las palabras del pelinegro, las cuales estaban llenas de tristeza. Era la primera vez que se había decidido a declarar sus sentimientos, aunque no le había salido como lo tenia planeado, y ahora su amigo ya no le hablaba. Primero, el chico no asistía a las clases, lo cual ya era bastante raro de por sí, y segundo, no le contestaba los mensajes. Le había enviado unos cuantos como
Perdón
Por eso no quería que te enteraras
¿Seguimos siendo amigos?
Le había escrito otros pero los borró antes de que le llegaran, no se atrevía a hablar demasiado y seguir arruinando las cosas.
—Quizás está enfermo —el peliverde siempre quería intentar animar las cosas, aunque la mayoría de las veces no funcionaba.—
—Eso no explica por qué no le contesta los mensajes —tal vez era algo negativo respecto al tema, pero en cierto modo tenía razón. Que estuviera enfermo no era motivo suficiente para no contestar los mensajes del tonto y enamorado chico, y que además este se le haya declarado antes de eso, sería demasiada coincidencia.—
La charla de los chicos fue interrumpida cuando vieron al rubio entrar y acercarse a ellos, sentándose al lado de Rock como siempre hacia.
—¿De qué hablaban? ¿Acaso tienen más secretos que ocultar? —soltó una risa y eso hizo que Jyugo agachara la cabeza y mirara hacia otro lado. Seguía algo avergonzado y el miedo continuaba ahí, estaba actuando con demasiada naturalidad.— Buenos días para ti también, Jyugo.
La expresión sonriente de aquel chico lo hizo estar un poco más calmado, ya que al menos no lo había ignorado ni lo había tratado mal. Lo que también lo sorprendió es que no había hablado con ninguna chica durante todo el día, siempre estaba rodeado de mujeres y eso lo ponía algo celoso, pero esta vez no se acercó a ninguna, y las que se acercaban a él eran ignoradas por completo por el rubio. Jyugo les había pedido a sus dos amigos que se mantuvieran junto a él y no lo dejaran sólo con Uno, ya que quería evitar una situación incómoda y tener que hablar del tema cuando estaba seguro de que sería un rechazo de parte de él. Era evidente, pero el heterocromatico no notaba que Uno siempre intentaba buscar un momento de soledad para los dos y poder hablar con él, pero este no podía ya que los otros dos chicos estaban impidiendo que eso pasara. El rubio tuvo que esperar hasta la salida para poder hablar con él como quería.
—¡Jyugo, espera! —lo llamó cuando se habían dispersado y corrió hasta él para que pudieran caminar juntos.— ¿Podemos hablar?
El pelinegro siguió caminando, apurando un poco el paso para dejarlo atrás, realmente no habían hablado tan directamente desde aquella vez y le asustaba lo que pudiera decirle. Uno logró alcanzarlo y tomar su mano, haciendo que este se detenga en seco y así poder hablarle cara a cara.
—Estos días no hablamos... Y sé que es culpa mía, por eso quería pedirte disculpas por eso, y también hablar sobre lo del otro día —le fue difícil hablarle de eso, ya que ambos estaban incómodos, pero era un tema que debía hablarse y pronto.— ¿Es verdad lo que me dijiste? ¿Yo te gusto?
Jyugo sólo se limitó a asentir. Quería hablarle, pero no sabia que decirle ni como expresarle lo que sentía con palabras. Se odiaba por ser así, no podía hablar cara a cara con la persona que le gustaba y eso lo hacía mucho más incómodo de lo que ya era de por sí. El rubio suspiró y aun con sus manos unidas, las entrelazó y comenzó a caminar hacia dentro del parque que estaba en frente. Este estaba repleto de hojas ya que estas se habían caído de los árboles, haciendo que ese divertido sonido sonara al pisarlas. Todo era un paisaje de colores cálidos, y para su suerte no había mucha gente al rededor. El ojiazul se sentó en un banco e hizo que Jyugo se sentara a su lado. Agarró su otra mano y las entrelazó también, mirando estas y luego subiendo la mirada para verlo a los ojos. El color de las mejillas de ambos había subido, estaban en una situación algo incómoda para ambos amigos, pero era un momento platónico que quizás nunca se iba a volver a repetir.
—Estuve pensando mucho estos días, perdón por no aparecer y por no hablar, pero es que necesitaba tiempo para despejar mi mente y tomar las decisiones correctas... —el pelinegro lo miraba y escuchaba atentamente, algo nervioso por lo que le fuera a decir. Realmente eso es lo que había esperado hacia tanto tiempo y aun el miedo no se iba, aunque la calma del lugar y la suavidad con la que le hablaba lo hacía relajarse al menos un poco.— Dejando de lado a Rock y a Nico, nuestra amistad es lo mas valioso que tengo, y realmente no quiero que eso se pierda —no sabía cómo, pero Jyugo había entendido eso como que quería que solo fueran amigos, lo que lo hizo sentir algo mal, pero en cuanto este siguió hablando, ese sentimiento desapareció.— Pero creo que podría intentar hacerte feliz, soy el que mejor te conoce y siento que puedo intentarlo.
—¿A ti no te gustaban las mujeres? —estaba algo confundido, no entendía por qué de repente le gustaban los hombres, era algo raro y sintió que todo esto era solo una mala broma y le estaba tomando el pelo.—
—Me di cuenta de muchas cosas estos días, pero no hace falta que te explique eso —la manera en la que le sonreía no era muy común en él, siempre estaba sonriendo, pero nunca lo había visto hacerlo de esa forma, aquella forma tan sincera y bonita que lo hacía sentir especial— ¿Qué dices? ¿Lo intentamos?
Al decir eso, el heterocromatico asintió inmediatamente, lo que hizo que el rubio sonriera ampliamente y juntara sus labios en un cálido beso. Había estado todos esos días pensando en cómo quitarse la vergüenza de besar a un chico y más si este era su amigo. Aunque ahora podía llamarlo novio.
Rock y Nico habían estado todo el día juntos, no se separaron en ningún momento. Habían ido de aquí para allá, y con la energía que tenia el más pequeño, era imposible parar un minuto a descansar. A pedido del peliverde, habían ido a tiendas especializadas en video juegos, habían ido a comprar manga y algún par de cosas más, aunque había un pequeño detalle. Todo lo había pagado Rock.
El menor no preguntó, supuso que era alguna especie de detalle de parte del contrario, aunque en realidad, tenia un valor mucho más especial. Al terminar su recorrido por las tiendas, se dirigieron al muelle, donde le esperaría otra sorpresa más. Ambos se pararon en el mismo lugar, mirando el casi atardecer que no tardaría mucho en hacer presencia. Tímidamente, Rock tomó la mano de Nico y este lo miró, haciendo que el más alto se sonrojara un poco, pero estaba decidido a hablar por más vergüenza que le diera.
—Estuve pensando... hemos sido amigos desde hace mucho, ¿no? —cada tanto, desviaba la mirada ya que tener al más pequeño mirándolo fijamente lo incomodaba ya que lo que iba a decir, era bastante vergonzoso de por sí.— Iré al grano, cada vez que estamos juntos no sé como sentirme, es un sentimiento raro, que me hace sentir... bien. No sé si te pasará lo mismo, pero así es como me siento yo y bueno... —se rascaba la cabeza mientras sonreía como idiota al ver que el peliverde también estaba sonriendo. Se dignó a mirarlo a los ojos y respiró hondo.— Me preguntaba si, ¿quisieras salir conmigo?
Al terminar de escuchar esas palabras, lo único que le salió hacer a Nico fue abrazarlo, asintiendo mientras hundía la cara en el pecho del más alto. Rock correspondió y luego se sorprendió cuando se paró de puntitas para alcanzar sus labios, cosa que no fue suficiente para que llegara y tuvo que ayudarlo, aunque se le hacía muy tierno ver esa acción de parte del menor.
Ahora, los cuatro chicos habían cumplido con sus objetivos. Tener a sus novios junto a ellos haría más llevadera su vida en esa prisión que llamaban colegio.
YOU ARE READING
Prison School | Nanbaka
Hayran Kurgu¿Quién nunca pensó en la escuela como una prisión?