Capítulo 8

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*****15 min. restantes*****

Después de orar en secreto, me di cuenta de que no podría hacerlo sólo, y de que habría un lugar perfecto para hablar en privado con Esmeralda. Acepté la ayuda de Brenda.

Corrí y corrí hasta llegar al lugar, para estar ahí lo antes posible.

*****5 min. restantes*****

¿Qué pasaría en este momento? Ni siquiera yo lo sabría. Esperé. Escuché voces. Ví asomarse a dónde yo estaba a María. Desapareció de mi campo de visión. Escuché risas. Mas voces, que no alcanzaba a descifrar lo que decían; pero que sin duda eran de Esmeralda, María y Ariana.

*****El momento*****

La vi entrar desde la izquierda de mi campo visual, caminando, ella sola. Llegó hasta dónde estaba yo. Mi mente quedó en blanco. Me puse nervioso. ¿Por qué estaba nervioso? No estaba en un auditorio con 5,000 personas. No estaba en televisión nacional. Estaba frente a frente con sólo una persona. ¿Qué me ponía nervioso?

Ya no era momento para ir hacia atrás. Había que enfrentar ese gran miedo. Esperé a que llegara hasta dónde yo estaba. Ella sólo acertó a decir: - Dime.

Hablé de forma concisa. Comencé a hablar. – Esmeralda, eres una persona increíble. Una persona grandiosa, maravillosa. Eres una chica muy especial, linda y carismática – Procuré iniciar con alagos a su persona. Luego vino lo difícil. – Esmeralda – Me volví a quedar sin palabras. Me centré. Recobré energía. Suspiré brevemente. – Me gustas – Esperé unos instantes contestación. ¿Contestación a qué? ¡No le has preguntado nada! ¿Esperas respuesta a algo?

Habló ella. – Ángel, no sé qué decir. – Se quedó callada unos segundos. – Yo misma no sabía como iba a reaccionar ante esto – Citó sus palabras del día anterior, pero haciéndolas propias.

¿Tendría oportunidad de pedirle que fuera mi novia? Lo intenté. – Sé que pedirte algo en este momento, la respuesta definitivamente sería no. – Recordé que ella tenía novio. Ella asintió levemente con la cabeza ante mi aseveración. Guardé la calma. Continué. – Aún así, me voy a atrever a hacer esta pregunta, pidiéndote que se quede en el aire la posibilidad de una respuesta. – ¿Quizá yo quería asegurar un "sí"? - ¿Quieres ser mi novia? – Silencio pleno. – Ven, te acompaño a dónde María y Ariana. – Le acompañé, y me retiré del lugar.

Al día siguiente, ignoró completamente mis mensajes... Y lo entiendo, sin embargo, es lo más doloroso que he sentido en mucho tiempo.

¿Crees que hice bien? ¿Qué hubieses hecho en mi lugar? ¿Qué crees que pasará ahora?

Espero con cariño tu carta.

Ángel Salazar.

Un amor imposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora