10

16 0 0
                                    

—Hey, Raven—la voz de Cora inundó mis oídos.

La pelirroja se acercó a mí con una sonrisa y contorneando sus caderas. Estaba radiante. Algo le había pasado, lo sé.

— La vida es tan hermosa ¿no?— preguntó risueña y suspirando.

— Okey ¿qué pasó?

— Nada de nada — rió— Sólo venía a decirte que ya es hora de ir de fiesta. Me aburre todos los días ver a los viejos. Hay que cambiar de ambiente. Ya sabes...por el día soy una y por la noche otra.

Me acuerdo que la última vez que salí de fiesta, en el baño de mujeres en el espejo estaba escrito "Hola, Raven." En ese momento no me importó, pero ahora estoy segura que alguien estaba siguiéndome. Los vellos de mi piel se erizaron ante la idea de que alguien me siga sin darme cuenta. Era excitante...

Llegué a casa con Cora parloteando lo lindo que es Corey. Me sorprende que haya superado a Ivan. Por fin, después de tres años, lo olvidó.

Di un grito ahogado en cuanto entré a la sala y vi a mis padres en el sillón desnudos, besándose con fiereza. Cora se puso roja y vi que le estaba mirando el trasero a mi padre. Las manos de mamá estaban apretándolo.

Oh Dios, esto es lo peor.

— ¡Mamá, papá! — grité, tapándome los ojos.

Rápidamente, mi padre se detuvo y se sentó cubriendo a mi madre y él con una sábana. Los dos estaban colorados y la respiración jadeante. Mi padre estaba avergonzado y mi madre, por el contrario, estaba con una sonrisa satisfactoria.

— Oh, cariño. Dijiste que venías más tarde— papá trató de sonar serio, pero falló.

¿Ya dije que mi padre era un jodido adonis?

— El examen duró menos.

— ¡Ay, Raven! No hay razones para avergonzarse. Así te hicimos, con mucho amor y dedicación— Cora rió por lo que dijo mi nada normal madre.

— Buenas tardes, señora Karla — saludó sonriente.

— Hola, linda. Pasen, prometemos no hacer mucho ruido.

— Karla, hay que vestirnos— dijo papá, un poco avergonzado. No es normal en él, ya que mayormente está serio.

¡Por fin dices algo maduro, papá!
Mamá se quejó pero terminó haciéndole caso. Mi amiga, por otro lado, no dejaba de ver el trasero de mi papá. Tiré de su brazo y la llevé al segundo piso.

*   *   *

Cora al final terminó logrando convencerme.

Llegamos a un club y lo primero que hizo fue a hablar con un chico, dejándome sola. No la culpo, yo la animé a que vaya.

Me senté en la barra y pedí un chupito. Repasé todos los momentos que pasé en estas últimas semanas. Definitivamente estaba metida en problemas, y de los peligrosos. Me secuestraron, fui testigo de un asesinato, recordé algunos momentos de mi infancia y lo más importante, nada de esto lo saben mis padres.

Ya he de imaginarme como se pondrían.

Primero, mi madre lloraría al imaginarse miles de escenas cuando me secuestraron y luego me daría un gran jalón de orejas por no decirle nada. Mi padre, simplemente llamaría a la policía. Sé que todo eso sería un gran problema. Tal vez esté cometiendo un error al no decirles nada, pero ¿cómo explicarles todo eso? No es fácil.

Al AcechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora