Cuando mis ojos se abrieron de poco a poco, vi la silueta de una persona arriba mío. Se escuchaban voces lejanas.
- Raven, despierta- la voz era gruesa, parecía ser de alguien mayor.
Cuando mi mente por fin despertó del todo, sentí dolor en mi cuerpo como si me hubieran golpeado. Estaba echada en una camilla de hospital y los brazos y piernas estaban atadas con sogas.
Mis ojos se dirigieron a mí alrededor. Estaba ese señor junto a otros cinco hombres más. Estos traían máscaras en la cara con el dibujo de una media luna y una estrella al medio. Los miré confundida y asustada. ¿Por qué me tienen atada de esta manera?
Miré al señor que traía puesto el parche en el ojo. Me miraba intensamente con una media sonrisa. No pude evitar sentir miedo.
- Te pareces tanto a ellos...- dijo a la nada.
Fruncí mi ceño - ¿Quién es usted?
El señor sonrió mostrando sus dientes, uno de ellos era de oro.
- Permiteme presentarme. Me llamo Marcus Reed. Un placer conocerte al fin, Raven.
- ¿Cómo es que sabe mi nombre? ¿Por qué me tienen atada de esta manera? ¿Qué demonios quieren de mí? - con cada preguntaba lograba alterarme más.
- No te preocupes. Entenderás todo con el paso del tiempo. Ahora no es el momento - habló calmado - Sólo quería que supieras mi nombre y además, quería apreciarte de cerca.
- Claro, atándome- dije entre dientes- Si van a matarme háganlo rápido.
El señor río con delicadeza - Igual que ella... No te preocupes, no te haremos daño - alzó su mano tronó los dedos - Desátenla.
Dos de sus hombres vinieron a mí y me desataron. Me agarraron de los hombros para poder sentarme.
- No me toquen - gruñí.
Los dos se alejaron y volvieron a sus lugares con su postura firme.
- ¿Por qué esas máscaras?
- Cubren su identidad.
- Pero ya los vi antes.
Él rió - Ellos eran simples guardaespaldas, estos hombres son mucho más peligrosos que ellos. Raven, ¿te has preguntado por qué no estás gritando ni llorando rogando por tu libertad? ¿Te has preguntado por qué no tienes miedo?
- De hecho, al principio si tuve miedo.
Ahora que lo pienso. Sí tuve miedo cuando corrieron hacía mí y me desperté atada, pero...¿por qué ahora esto me parece un poco divertido? Dios, algo está mal.
- Me gustaría mostrarte algo.
- No entiendo ¿a qué te refieres?
Me señaló con su dedo la pared. La miré sin comprender su punto.
De pronto, la pared se convirtió en una ventana de vidrio. Y atrás de esa ventana, había una habitación, todo de color blanco. Un chico se encontraba al medio de dicha habitación. Estaba atado de manos y llorando mirando al piso. Una puerta en la esquina se abrió, y entró un chico con la máscara puesta. En su mano tenía una navaja. Mis alarmas interiores se alarmaron. Antes de que pudiera protestar, el chico de cabello rubio le clavó su navaja en la espalda.
Me tape la boca horrorizada.
- ¡¿Qué mierda!? ¡Deténlo!
El chico agarró con firmeza su navaja y se lo clavó en su estómago. Podía escuchar como se reía con diversión. Me acerqué con velocidad hacia la ventana y empecé a golpearla como si eso fuera suficiente para hacerla romper.

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Al Acecho
Action' ¿Qué tan lejos puede llegar la obsesión de un hombre por una mujer? '