CAPITULO I

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En Valtaria, el pueblo más alejado de la Capital de Terranova, vive un pequeño de nueve años llamado Caselael. Nacido de este pueblo humilde a las faldas de la montaña del trueno donde ser leñador, cazador, minero o arquero es un oficio común.

Valtaria es un pueblo llamado así por un fenómeno climático que año con año ha ocurrido desde que se tienen registros en los pergaminos. Siempre en el noveno mes una tormenta eléctrica golpea con odio y fuerza la cima de la montaña. Algunas ocasiones esto atrae derrumbes atronadores que, hasta la fecha, jamás han dejado caer escombros sobre el pueblo que bien está ubicado con esta montaña al oeste y un vasto y frondoso bosque al norte, este y sur.

Algo maravilloso de Valtaria era el despertar ahí. Aire fresco y el Sol asomándose por la ventana acariciando con cálidos rayos tu rostro y el cantar de las aves mezclado con el sonido del río Vaita que, para suerte de Caselael, corría cerca de su hogar. El padre de Caselael siempre quiso tener su hogar en un lugar tranquilo y lo logró al construir su morada cerca del río y un tanto retirado del pueblo en sí alejándose del bullicio de los caballos y del crujir de las ruedas de las carretas construidas en madera y hierro.

A sus nueve años Caselael, como cualquier otro niño, tenía mucha curiosidad por conocer el mundo y aprender cosas nuevas, sin embargo, eran días demasiado peligrosos como para que los niños anduviesen deambulando en los alrededores del pueblo. La gente rumoreaba de haber visto criaturas merodeando por el bosque, hablaba también de la desaparición de animales de algunos granjeros, pero lo que era más escuchado se trataba de la desaparición de un niño hace no muchos días. Ese motivo tenía a los padres muy al pendiente de sus hijos. Los niños no podían salir lejos o ir a jugar fuera del pueblo. En el particular caso de Caselael, por vivir apartado del pueblo, pasaba mucho tiempo en casa aprendiendo a leer y escribir con su madre o cazando con su padre en el bosque.

Particularmente el día de hoy era un gran día, uno que sobre todo el padre de Caselael esperaba. Como bien ocurre cada año el gremio de los arqueros abre sus puertas a nuevos reclutas y Caselael ya tenía la edad mínima requerida para poder unirse.

Más Caselael tenía un gran inconveniente al respecto, pues en las pocas veces que llegó a visitar el pueblo el niño tuvo la oportunidad de influenciarse con las pláticas de aventureros y viajeros de otras tierras. Con ello el deseo de Caselael era el de convertirse en espadachín y no el convertirse en un arquero.

Por algún motivo Caselael sabía que su padre tenía ciertos conflictos con los espadachines y el niño sintió que externarle a su padre sus anhelos no sería conveniente así que por el momento decidió callar ya que aunado a su sentir se encontraban en conflicto la admiración y el respeto hacia su padre.

El Sol ya lanzaba alegres y cálidos rayos de amanecer sobre el verde pasto de Valtaria. Caselael se terminaba de dar una ducha y se dirigía a su habitación. Ya dentro se tomó el tiempo para mirarse en el espejo y encontrarse con un flacucho niño de tez morena y cabello negro lo suficientemente largo como para empezar a cubrirle las orejas.

La madre de Caselael le llamó para el desayuno y después de una rápida y silenciosa comida Caselael y su padre partieron camino al pueblo para ir al gremio de los arqueros. Caselael comenzó a recordar sus tiempos cuando era más pequeño y empezaba a entrenar con su padre la técnica del arco, recordó esos tiempos en los que su puntería era terrible por allá de sus cinco años y recordó que un par de años después ya podía acertar a sus objetivos aun en movimiento.

Pasado un considerable rato a mitad del pueblo Caselael empezó a ser cuestionado por su padre: - ¿Sabes por qué te unirás al gremio de los arqueros? –Caselael no tenía claro el propósito de la pregunta y solamente negó con la cabeza mientras su padre continuó: -Son tiempos oscuros y difíciles, hay muchos más peligros que en los tiempos de mi padre y de su padre, por ello es importante que te prepares cuanto antes para poder defenderte en este mundo que cada vez se torna más raro.

CASELAELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora