CAPITULO VI

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El cielo estaba aún oscuro con una regordeta Luna que buscaba al Sol en un mar de estrellas y en su búsqueda se asomó por la ventana de nuestros aventureros para ver como ellos se preparaban para partir al punto de reunión e iniciar su entrenamiento como espadachines.

Los tres aventureros dejaron atrás al colchón borracho e hicieron una pequeña desviación hacia una callejuela cerca del punto de reunión. Después de adentrarse un poco llegaron a donde Ezdiel empezó a golpear fuertemente una puerta varias veces. Pasado un rato unos gritos desde el interior se escucharon, eran molestos y preguntaban que querían tan temprano. Poco tiempo pasó y la puerta se abrió mostrando a un viejo encorvado quien al ver que se trataba de Ezdiel él que lo estaba desmañanando lo invitó a pasar junto con los niños.

Ya dentro, el anciano guio a los viajeros a una habitación llena de instrumentos musicales. Los niños no perdieron oportunidad de husmear entre tanto artilugio y en eso Caselael quedó cautivado con un violín negro que llevaba un dragón tallado a todo lo largo de este con unos ojos rojos tan penetrantes que parecían decirle al niño que lo tomase y dejase fluir sus notas al aire. Porti por otro lado encontró la pasión en un violín blanco tornasol. El anciano, al ver a los niños, se rio criticándolos por fijarse más en el diseño que en la calidad del sonido. El anciano se adentró a otra habitación, sacó un par de estuches y dentro de cada uno un violín color vino con un tallado de dragones a lo largo de todo el borde de ellos. Eras unas majestuosas obras de arte. Velozmente el anciano preparó uno de ellos y lo empezó a tocar, sus notas eran como el rose de un viento cálido en los oídos y ambos niños empezaron a sentir una conexión con dichos instrumentos. Ezdiel hizo reaccionar a los niños y les pidió abandonar la habitación para quedarse a platicar con el anciano.

No pasaron más de diez minutos cuando el viejo y el anciano se acercaban a los niños mientras se despedían entre ellos, entonces salieron de aquel lugar y continuaron su andar.

Porti no tardó en cuestionar a su padre: -¿A que fuimos a esa casa de música? –Ezdiel les explicó entonces a los niños que esos dos violines que vieron era un regalo para ellos que les quiso dar de último momento al verlos entusiasmados en la noche practicando con el violín. Porti y Caselael se emocionaron sobre todo al enterarse que en unos días dichos violines les serían enviados al gremio después de grabar su nombre en ellos. Después de un rato de pláticas y bromas entre los tres, llegaron al punto de reunión donde algunos reclutas ya esperaban con el sol apenas queriendo empezar a mostrarse en el horizonte.

Después de un rato unos espadachines aparecieron y empezaron a pasar lista solicitando los pergaminos que se les había entregado previamente en el gremio. La mayoría se integró a un grupo grande y solo diez fueron llamados al ejercito de elite.

Ezdiel se despidió de los niños con una sonrisa en el rostro. Porti se puso triste y su padre le hizo señas de que no llorase ya que eventualmente se verían de nuevo y fue así que Ezdiel les dio la espalda y emprendió su camino.

El Sol se asomaba espabilado sobre el horizonte cuando el pequeño grupo de elite salía de la capital por la puerta sur en camino a los campos de elite. Era un viaje e caras serias, poco habladores y nada ruidosos. Parecía que nadie tenía el interés de saber algo acerca de los demás.

Una hora de camino les llevó a una gigantesca fortaleza de piedra bien resguardada por decenas de espadachines sobre ella. Sus puertas eran de hierro muy pesadas y grandes, necesitaba cinco hombres por puerta para abrirlas o cerrarlas.

Dentro de todo aquel complejo se encontraba un vasto campo de entrenamiento postrándose ante los reclutas. Se veía muy poca gente dentro de aquel lugar y solo alguno que otro guardia vigilando los alrededores. El espadachín guía condujo a los reclutas hacia una construcción larga de unos tres pisos llamada las arcas.

CASELAELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora