CAPITULO XIV

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La mañana llegó con el bullicioso y típico ruido de la Capital, caballos y carretas irrumpiendo la tranquilidad de los aventureros que alistaban los últimos detalles para dirigirse a la terminal de los cruzavientos. Tenían claros dos objetivos: vivir la experiencia de viajar a través del cielo y tener un viaje rápido y seguro hasta Tervaridis.

El grupo completo emprendió su viaje fuera del "Colchón Borracho". Caselael, Porti, Yahara, Iktor, y Meso todos caminaban escoltando al pequeño Maru y a Ani, pues algo que era muy cierto en la Capital eran los constantes robos de dinero y de personas.

Pronto el grupo dejó la inevitable zona pobre de la Capital que era necesaria recorrer para llegar a la terminal. Desde la distancia podía apreciarse un par de cruzavientos aterrizando en la terminal. Caselael, Porti y Maru estaban asombrados mientras que, para el resto, era algo normal pues no era su primer viaje en este maravilloso transporte.

Llegando a la terminal, Caselael compró los boletos y en eso vio a un guardia real caminando al lado de un grifo que portaba una elegante armadura dorada. Caselael escuchó un murmullo venir del grifo:

–Otra vez este trabajo mediocre.

–Caselael creyó que aquellas palabras provenían del guardia, pero no le prestó mucha atención pues aún seguía maravillado con aquella imponente y majestuosa criatura.

Caselael volvió con sus amigos y le entregó a cada uno su boleto de viaje avisándoles que en una hora partirían pero que ya podían abordar al cruzavientos para emprender un viaje de dos días. Tomándole la palabra a Caselael, el grupo entero se abordó en aquel barco que surcaba los cielos.

En la entrada de la nave, estaba el guardia real junto a su grifo y un empleado a cargo de revisar los boletos. Caselael, mientras el grupo era revisado, no pudo evitar seguir mirando el grifo, se imaginaba montando maravillosa criatura y mirar desde el cielo el mundo entero cuando quisiese.

Los aventureros ingresaban ya al interior y Caselael no le quitaba la mirada al grifo hasta que escuchó una voz:

–¿Qué no tienes nada mejor que hacer aparte de mirarme?

–Caselael se confundió al desconocer el origen de aquella voz y fue entonces que el grifo le miró inquisitivamente con el ceño fruncido intimidando al joven quien se disculpó con la criatura desconcertando al resto del grupo que lo vieron hablar con el grifo.

Porti no tardó en cuestionarle el asunto a Caselael quien le dijo que el grifo le hablaba dentro de su cabeza. Porti, en ese momento no entendió el asunto y eligió hacer caso omiso al respecto.

Maru se acercó a Caselael y le dijo:

–No te preocupes, yo también lo escuché hablar.

–Caselael se sintió un tanto aliviado y tampoco quiso pensar más en el asunto.

La nave empezó a elevarse en el cielo. Las velas eran alistadas para ser empujadas por el viento y el cruzavientos empezaba su pequeña travesía ante los maravillados ojos de Caselael, Porti y Maru.

Dos horas después un empleado del cruzavientos se acercó al grupo de Caselael y le ofreció a este y a Ani un viaje de cortesía si se ofrecían a dar apoyo en caso de ataque y también que ayudasen a mantener el orden en caso de disputas o riñas, ya que no tenían mucho personal disponible, Caselael aceptó bajo la condición de que el trato fuese para todo el grupo y, ya que conocía como funcionaban los cruzavientos, le solicitó al empleado permiso para que Maru conociese la sala de navegación. El empleado no se sintió muy grato con la propuesta y, aunque titubeó, terminó aceptando y les entregó a todos unos boletos de cortesía, así como solicitó a Caselael y Maru que le siguiesen.

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