Viajaban los tres aventureros a todo galope bajo el canto de la lluvia que les acompañaba impetuosa e imparablemente. Hacia una hora que ya había partido de Lände y viajaban con los ánimos bajos mientras que Ezdiel aburrido de no haber dicho palabra alguna le dio por decirle a los niños que no se preocupasen por las armaduras que se mojaban, aquel herrero acostumbraba forjar armaduras resistentes y casi inmunes al oxido.
Frente a los tres viajeros se mostró un camino que descendía hacia un gris horizonte y a un lado un gran y amplio bosque empezaba a nacer, del otro lado del camino viajaba un rio al ritmo de los aventureros. Dos horas más de viaje y el camino se tornaba lodoso y empedrado sobre una carreta que no dejaba de brincar por la velocidad del viaje.
Seis horas totales de viaje y la lluvia había cedido, el río que no había dejado de acompañar a los viajeros estaba atiborrado de agua. Hacía hambre y Porti sacó de entre las cosas unos panes para aliviar el apetito.
No pasó mucho cuando el rio, cansado de ver a los aventureros viajara su lado, decidió cruzarse en su camino pasando por debajo de un puente que presumía colapsar en cualquier momento por la gran cantidad de agua que lo intentaba empujar. Ezdiel sin dudarlo presionó a los caballos para que fuesen más rápido y pasarán velozmente sobre aquel puente para notar que después el camino, que por tanto tiempo había evadido el bosque, terminó cediendo adentrándose a un oscuro bosque verde mientras que el Sol, aún seguía tímido y falto de deseos por salir, seguía recostado sobre su lecho de nubes.
Ezdiel sin dudarlo presionó a los caballos a continuar sobre aquel camino dándoles palabras de aliento. Los estómagos insatisfechos con los trozos de pan empezaban a gruñir tanto que ni el ruido de la cabalgata pudo enmudecerlos, el viejo, al escucharlos, les insinuó a los niños con risas que tan pronto estuviesen en Zhum Di Ago les invitaría una deliciosa cena.
Mientras más se adentraban en el bosque Caselael y Porti notaron que el camino se tornaba más oscuro pese a que aún no era tan tarde. Los arboles eran tan frondosos y altos que todo empezaba a tornarse negro. Ezdiel lucía preocupado, Caselael supuso a que era debido a la poca visibilidad el camino, pero eso sería una total equivocación.
Corría la dieciochoava hora del día y con ella llegó un poco de luz, lo más frondoso del bosque se quedó atrás de los viajeros. Porti y Caselael dejaron de preocuparse al ver que algunos rayos del Sol ayudaban al camino a clarearse, pero Ezdiel aún seguía viajando con una gran cara de preocupación y una mirada de total alerta. La calma llegó viéndose interrumpida repentinamente por algo que impactó contra Porti sacándolo de la carreta y cayendo detrás de está.
Ezdiel detuvo a los caballos tan rápido como le fu posible y corrió hacia Porti cargando su espada. Caselael volteó para contemplar la escena y miró a su amigo forcejeando desesperadamente contra una criatura alada de más o menos 70 centímetros de largo. Porti sujetaba como podía la cabeza del animal evitando que sus fauces le mordieran. Con el impacto el casco del niño salió disparado, esto le preocupó mucho a Caselael. Ezdiel como un rayo atravesó a la criatura con su espada y fue entonces que Caselael pudo observar bien que se trataba de un "Grand Batilo", un gran murciélago de color negro y de los más peligrosos de su especie. Cuando Ezdiel mató a la criatura está chilló enviando una alerta a sus compañeros que se abalanzaron sobre Ezdiel.
Caselael reaccionó ante lo que veía y su primer acto fue tomar su arco, preparó y apuntó, pero sus manos temblaban. El niño se puso nervioso, presentía que su tiro fallaría atravesando al viejo sobre todo al ver que las criaturas eran rápidas y no mostraba ningún patrón de movimiento. Fue entonces que Caselael dejó su arco de lado y desenvainó su espada, no era tan pesada como creyó que sería, pero sabía que su inexperiencia le ocasionaría problemas. El pequeño guerrero tomó su escudo, lo sintió pesado y terminó por hacerlo a un lado. Caselael corrió hacia la batalla mientras Porti se levantaba y también alistaba su espada para la pelea. Ezdiel, al ver a los niños listos para pelear, dio órdenes claras: -¡Porti cuídame la espalda!, ¡Caselael regresa a la carreta y protege a los caballos que nada los hiera!
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CASELAEL
FantasyTe contaré una historia que pertenece a otros tiempos. Tiempos venideros que están llenos de oscuridad y actos heroicos esforzados por rescatar la poca humanidad que queda en este devastador mundo. No pretendo que cuando leas esta historia cambies e...