CAPITULO XIII

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El pequeño Maru, que había recién descubierto sus poderes telequineticos, provocó un gran derrumbe dentro de la cueva provocando un gran estruendo y levantando una gran cortina de polvo que alcanzó a cubrir hasta donde se encontraban Ezdiel, Ani y Caselael.

Después de toser un rato y de que el polvo se empezase a disipar podía apreciarse a Maru brincoteaando y gritar alegremente:

-¡Si, cerré la horrible cueva, la cerré!

-Ezdiel lo alcanzó a escuchar y se acercó a él para preguntarle si estaba bien y que es lo que había hecho. Maru le dijo al viejo que era un pequeño gran mago. Ezdiel se rio por las palabras del pequeño y se maravilló al ver que la cueva estaba sellada.

Cuando el resto de los guerreros vio la cueva sellada empezaron a festejar y vitorear una vez más felicitando con gran jubilo al pequeño por su hazaña. La noticia llego rápido hasta los oídos de Ral quien corrió a la cueva para corroborar con sus propios ojos la situación y al ver que era cierto estaba encantado con el asunto.

El día siguiente llegó con una gran ceremonia para conmemorar a los caídos en batalla. Se le hizo mención especial a Ferdinand en aquel momento pues fue un guerrero muy valiente y reconocido en Valtaria.

En el funeral de Ferdinand su esposa e hijo se despedían de él amargamente mientras su cuerpo era quemado. Caselael se abrazaba fuertemente al arco de su padre y lloró mientras recordaba las aventuras y lecciones que él le impartió cuando pequeño.

Ezdiel puso su mano sobre el hombro de Caselael y exclamó:

-¡Ahí va un gran hombre, un gran guerrero, un gran amigo, un maravilloso padre y un buen esposo!

-Caselael no pudo más y lloró a gritos sin pena alguna y sin molestar a nadie, pues no era el único en esa situación. Fue un día de llantos que Valtaria jamás olvidaría y que sellaría su destino.

Después de aquella ceremonia, lagrimas, palabras de consuelo y una gran empatía consumieron el ambiente en Valtaria. Caselael volvió a casa junto a su madre, Ezdiel y Porti. El resto del grupo decidió hospedarse en "La Posada del Bosque" para esperar a que pasase la etapa de duelo de Caselael. Esto ocurrió oportunamente para Ezdiel que estaba inquieto por revisar el viejo cofre que Caselael había sacado de la cueva anteriormente y, claro estaba, el joven quería saber también de su contenido.

Ya en casa los cuatro estaban alrededor del cofre. Ezdiel, con la espada de Porti, rompió el candado del cofre después de haberle dado un par de golpes dándose cuenta que el candado había sido forjado de manera similar a la espada.

El cofre fue abierto y un conjunto de artilugios fue descubierto: libros, notas, ropa de cuero negro, una laptop y discos duros externos. Las notas y los libros estaban en un idioma desconocido para los presentes, pero varias de sus palabras eran comprensibles para los maravillados descubridores. Lo que los tenía inquietos eran el resto de artilugios que habían encontrado pues no sabían que eran. De algún modo Caselael descubrió como levantar la pantalla de la laptop y pensó para sí mismo:

-¿Quién y para qué querría un espejo negro?

-Ezdiel estuvo revisando las notas por un tiempo y se quedó boquiabierto al descubrir al autor de estas mismas. Se trataba nada más ni nada menos que de "Adel Axeroth".

De ahí Ezdiel decidió interrumpir a todo mundo y solicitó a todos dejar los artilugios en el cofre y les platicó:

-Esto es un vestigio de la historia antes del nacimiento de este mundo, mucho de lo que está aquí es un tabú, nadie debe saber qué es lo que han visto en este cofre. Ahora bien, el antiguo dueño no es ni más ni menos que el ancestro de tu familia Caselael. Fue el verdadero fundador de Valtaria y de Terranova, el primer hombre en pisar el suelo después del fin. El que les enseñó a los primeros hombres a sobrevivir a este nuevo mundo.

CASELAELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora