Capítulo 10 - Fiebre de sábado por la noche.

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Maggie's Pov 

Cassidie no llegó a dormir ese día. 

No me preocupé porque sabía que estaba segura con Bash. 

Harvy se había ido hace horas, y yo no podía estar más aburrida en un sábado por la noche. Se suponía que a los 23 años debes tener planes para salir con gente a divertirte.

Sí.

Pues eso no me pasa a .

Aunque tengo varios conceptos para la palabra diversión, hay uno que es mi favorito.

Sexo.

Y sabía que había una persona que me deseaba, y que yo deseaba. Y sabía dónde podía encontrar esa persona.  En el mismo lugar donde me encontraba con Gungball. 

 Pero no podía ir ahí, así. 

La reunión con Harvey había resultado más que bien, resultó que sabe escoger bien las imágenes, pero en cuento acomodarlas y darles congruencia es un desastre. Tuve que ayudarle, decirle que tenía primero que tener espacio visual del área, antes de comenzar a pegar las imágenes como loco. Pero eso terminó como una guerra de pegamento y recortes. No terminé tan mal, considerando que yo tenía un spaguetti pegado a la frente pero él una modelo en bikini en la mejilla. 

Supongo que no debí darle el pegamento 3000. 

El pobre tuvo que irse con esa imagen hasta su casa, ya que yo no tenía aceite para quitarlo. 

Debí tomarle una fotografía. 

Me paré del sillón donde estaba tumbada y dejé la copa de vino que tenía en la mano, sobre la mesa de la sala. Al ponerme en pie, me sentí mareada. El vino había cumplido su unción, aparte de hacerme cometer estupideces, me daba valor para hacerlas. Me dirigí al baño de mi cuarto y tomé una ducha rápida, tomé unos jeans sencillos y negros pero ajustados y una camiseta gris, el maquillaje sencillo y natural. ¿Cabello? Iba dejarlo que se secara con el aire. 

Salí rápidamente por la entrada principal y subí a mi viejo Mustang del 65, y sé que a estas alturas deben estar imaginándose un precioso, limpio, servible y lustroso caro de algún color llamativo color rojo y asientos de piel. Pero es todo lo contrario, es una carcacha. Se suponía que al principio era violeta, pero ahora el metal había llegado a un nivel de oxidación y  abollamiento tan evidente, que su color era café. 

Subí al auto y lo manejé con seguridad, la escuela estaba realmente cerca de mi casa, pero me gustaba conducir de noche a gran velocidad y con las cuatro  ventanas para que el aire chocara contra mi rostro pero, secara mi cabello.

Los asientos sí eran de piel. 

Pero daban comezón, mi piel húmeda y caliente contra los ásperos materiales del cuéro. El aire hacia que mi cabello volara cerca de mi cara, lo que me hacía posible sentir cómo poco a poco se iba secando. Para cuando llegué a la escuela mi cabello ya estaba ondulado. Y el perfume de las montañas me acompañaban. Estacioné mi carro y caminé por los pasillos solos de la universidad. Eran gigantes y más impresionantes de noche, iluminados sólo por dos focos. Uno de ellos parpadeante. 

Iba directo al salón de historia, pero una luz en el salón de prácticas llamó mi atención. Ese siempre había sido mi salón favorito, ya que las paredes estaban decoradas con dibujos, acuarelas o pinturas que los estudiantes hacían. Las mesas de trabajo eran bancos altos, con taburetes a la altura. Pero lo que mis ojos captaban en ese momento tras la ventana de la puerta, me gustó mucho más. 

Mi Chica Rompe-CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora