Capítulo 13 - Luces de chimenea

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Maggy's Pov

La oscuridad que me rodeaba era encendida con una luz, baja. Como nubes de color anaranjado, como si el color fuera el de una chimenea. Me dolía la cabeza, como si me hubiera caído y golpeado en el cráneo. 

Era como si de nuevo tuviera la resaca de la mañana, porque en mi intento de abrir mis ojos lloré por el ardor que una simple luz me provocaba. Volví a cerrar los ojos, pero al mover mi cabeza lejos de la dirección de donde venía la luz, seguido escuche unos pasos. Acercándose a mí. 

— ¿Margareth? —escuché que la voz me hablaba—. ¿Peggy despertaste?

Ay, no. Sólo había una persona en el mundo que me decía Peggy. 

— ¿Qué haces aquí? —apenas pude preguntar, con un hilo de voz que mostraba la incomodidad que pasaba con mi dolor en el cráneo—. ¿Qué me pasó? 

Me removí incómoda en mi asiento, hasta que logré sentarme y flexionando mis rodillas a nivel de mi pecho, puse  mi cara entre mis manos para no ver la luz y no verlo a él. 

—No sé con exactitud lo que te pasó, sólo dije que no quería perderte y luego empezaste a repetir esa frase con ansiedad, después te desmayaste y no alcancé a atraparte, así que caíste al piso y te golpeaste la cabeza. —explicó tanteando mi mejilla derecha. 

— ¿Cuanto tiempo estuve inconsciente? 

—Casi ocho horas. —contestó—. Si no despertabas en diez minutos iba a llevarte a un hospital. 

—Me hubiera gustado morirme. —dije por fin pasando mis manos por mi cabello y tirando su de él con desesperación. Por fin mis ojos resistían la luz—. Lo jodí. Lo jodí todo con nosotros. 

—No, Peggy, no. —dijo tomando entre sus dedos mi rostro, con tanta delicadeza, ternura y dulzura que casi me pongo a llorar—. No sé si lo recuerdes, pero antes cuando discutíamos te dije que yo no estaba ebrio. De eso precisamente quiero que hablemos, Margareth.

Se paró del suelo donde estaba de rodillas y se sentó en el sillón junto a mí. Colocó una mano en mi rodilla, cosa que me hizo estremecer y pero  inmediatamente recordé que él había estado y tocado en otras zonas de mi cuerpo mucho más escandalosas.

—Primero quiero me aclares una cosa. —dijo con delicadeza—. Mientras estabas dormida en las últimas horas, dijiste un nombre, Chad... Éste cierto chico, ¿en algún momento hizo algo que te hiciera sentir incómoda?, ¿te forzó a hacer algo que tu no querías?

Negué con delicadeza, preparándome mentalmente para decir en voz alta la historia que por las noches todavía me atormentaba, que era mi peor pesadilla. Mi verdad. 

—Nunca me forzó a nada... Todo lo que pasó entre nosotros fue... completamente voluntario. —comencé a decir, tratando de recordar si alguna vez él me había forzado—. Algunas veces yo llegué a instarlo. 

— ¿Entonces cuál fue el problema? ¿Por qué dices su nombre como si fuera una pesadilla?   

—Porque es mi peor pesadilla, —logré decir,  tragando con fuerza el nudo en mi garganta, sabiendo que lo próximo que iba a decir era confuso.— Y a veces mi mayor sueño ,  porque por más que lo odie,  él es el único hombre al que he amado y al que por un momento,  quise perdonarlo todo lo que hizo en contra mía solo por el hecho de que volviera a mi lado.

Miré la desesperación que habitaba en el rostro de Harvy,  el hecho de no poder entender absolutamente nada de lo que decía.  En cualquier otro chico lo habría disfrutado,  pero era Harvy,  mi amigo, el chico que no me juzagaba más allá de mis acciones.
Tenía que decirle, tenía que ser honesta. Tenía que quedar desnuada ante él.  De nuevo.

Mi Chica Rompe-CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora