La luna había decidido no salir aquella noche, aun así, las estrellas decoraban el manto negro del cielo. Louis podía verlas a través de su ventana. El viento soplaba suave, suficientemente cálida como para no cerrar las ventanas y dormir solo en shorts.
Era tarde, quizá eran las dos o tres de la madrugada. No había podido dormir en todo el día, se suponía que después de haber estado toda la tarde moviéndose de un lado a otro, apenas su cuerpo se recostará en su suave cama, podría dormir plácidamente. Pero no podía, y esta vez no era el insomnio, quizá era los nervios que tenía. Sabía que debía mantener su cabeza en otra parte, pensar en algo que no fuera él.
Pero no podía.
Con un suspiro, se puso de pie. Se coloco los zapatos y camino hasta la puerta de su habitación. Las infinitas cajas que habían alrededor de su habitación lo ponían más sentimental en cada momento. Salió del cuarto, caminando recto hasta la cocina. Un buen vaso de agua fría lo calmaría. Acomodo su camiseta y camino por el pasillo oscuro de su hogar. Extrañaría mucho cada rincón de la casa cuando se vaya. Su vista se enfocó en la puerta blanca que estaba al comienzo del pasillo. Sonrió inconsciente.
Louis solo pensaba en los miles de cosas que pasó por su vida. La pérdida de su madre fue una de ellas. La más dolorosa, la que le va a costar más superar. Él la amaba, más que a todos. Saber que se había ido y ya no volvería aun le seguía doliendo, pero su madre le mando a una persona muy linda para su padre, y con ella, un amigo para Louis que lo ayudara a superar cada cosa que faltaba por llegar. El hijo de Anne, la esposa de su padre, era la mejor persona que su madre le haya podido enviar. El chico era cinco años mayor que él. Con rizos largos y definidos y de contextura delgada. Harry, Harry Styles fue su perdición desde que lo conoció.
Realmente no podía no hablar de su hermanastro sin sonreír.
Sí tan solo podría definir sus sentimientos o hacerlos saber a los demás.
Un ruido lo saco de sus pensamientos y sonrió más grande al ver que este llegaba desde dentro de la habitación. Con pasos cautelosos camino hasta este y toco despacio, esperando por una respuesta.
Cuando la puerta se abrió, Harry apareció detrás de esta. Sin camiseta y con solo unos pantalones de seda cubriéndolo de la cintura hasta sus tobillos. Su cabello corto disparaba a todos lados y su mirada cansada reflejaba las horas de sueño que cargaba. Aun así, la sonrisa que le dio a Louis fue más que placentera y hermosa, fuera de este mundo, con hoyuelos y todo. A veces, Louis se discutía el por qué Harry debía ser tan guapo y él tan normal.
- ¿Aun despierto, pequeño? -Y claro que se merecía ese apodo por su pequeña estatura, pero la voz con la que el rizado se lo había dicho le provocó escalofríos.
-Nervios. -Susurro, bajando la mirada.
El mayor abrió más la puerta para dejar pasar al menor. Louis ingresó, caminando directo a la cama, sentándose en el borde y subiendo las piernas. Amaba más la habitación de su hermano mayor, todo estaba acomodado aun cuando este ya no vivía más con ellos. Las pocas cosas que había dejado seguían siempre en su mismo lugar.
Harry bostezo y caminó hasta el pequeño, sentándose a su lado, envolviendo uno de sus grandes y fuertes brazos por la cintura de Louis, acomodándolo en su regazo. El menor sin comentario alguno sonrió ante el acto, colocando sus piernas a cada lado del cuerpo del mayor, pasando sus brazos por el cuello del otro.
- ¿Por qué estas nervioso? -pregunta, acomodando el cabello de Louis fuera de su rostro.
- ¿Tu no estabas nervioso cuando te fuiste a la universidad? -Le contesto con otra pregunta, levantando sus cejas hacía el mayor.