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El panorama en los pasillos de la universidad es bastante desalentador, si no estuviera al tanto de la realidad de todos los estudiantes, incluyéndome, pensaría que nuestras instalaciones fueron convertidas en un set de película de terror o de zombis -esto sería más preciso- e incluso el Apocalipsis.

La temporada de exámenes no le hace justicia a nadie. Yo he presentado tres en lo que va del día pero a diferencia de los demás, tenía una enorme sonrisa pintada en el rostro y es que no he dejado de pensar en lo que pasó anoche. Algo que moría por hacer al fin sucedió.

Lo besé por primera vez y no me arrepiento de nada.

- ¡Lía! -detuve mi paso y volteé para ver a Miguel- ¿qué tal todo?

- Ahí voy...

- No me digas que no estudiaste -por su mirada supe que de mi respuesta dependía mi vida-

- S-sí -realmente sonó como una pregunta-

- Lo tomaré como un no -palmeó mi hombro-, te haré la caridad y no le diré a Esteban.

- Eres el mejor, gracias. -suspiré aliviada-

- Lo sé, no hace falta que lo digas.

Ese era Miguel, todo un arruina momentos y por otro lado está Esteban, es como un padre. No bromeo cuando digo que en nuestro primer año nos puso hora de queda y horarios de estudio para que lográramos rendir en los exámenes. Tal vez lo hace porque nos quiere o por su indecoroso deseo de tener el control, solo sé que le fascina ser el mayor.

Tan pronto entramos a la cafetería me quedé sola, pues para mi amigo las chicas de la mesa cercana son prioridad, entre ellas se encuentra Natalia Ritz mirándome detenidamente -a saber si le gusto- la reconozco porque fuimos juntas a la secundaria y ahora hace parte del nuevo grupo de Guada, pero ella no se encuentra ahí.

Veo a los chicos sentados en una mesa, solo faltamos Miguel, los Martínez y yo para que el grupo esté completo, desde acá puedo ver como ríen y discuten; camino hacia la máquina dispensadora por unos Doritos, hoy no me apetece comer mucho y menos con las filas que hay.

- ¿Pasa algo? -todos negaron- entonces, ¿por qué se callaron apenas me vieron?

- Lo que pasa es que... -comenzó Leo-

- ¡Son cosas de machos! -lo interrumpió Lucas, a lo cual yo alcé una ceja-

- Sí -Esteban se aclaró la garganta- son cosas de machos, de machos alfa.

- ¡Sí! -gritó Leo demasiado emocionado- No por nada tengo estos -flexiona sus brazos haciendo mover sus bíceps-

- Pero si ustedes no llegan ni a chihuahua.

Me reí a carcajada suelta de mi propio chiste y casi me ahogo con un dorito. El karma.

- ¿Han sabido algo de Guada? -preguntó Esteban- Ay, ¿por qué me pegas imbécil?

- Ya, tranquilo Romeo no sé nada de tu Julieta y tampoco me interesa -respondí-.

Mentirosa.

Antes de que pudieran seguir hablando me levanté de la mesa, ya mis doritos se habían acabado y mi humor no es el mejor de todos en este instante. Era toda una mezcla de emociones cada vez que la mencionaban.

- Tiene herpes -dije al pasar por la mesa donde Miguel sigue con todas esas chicas-.

Muchas salieron corriendo y susurrando entre ellas, el pobre se ha quedado sin habla y su cara es todo un poema, yo simplemente salgo de la cafetería antes de que reaccione.

ESEN © (antes "nameless")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora