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Capítulo dedicado a todas las que han esperado por el. 

¡Disfruten! 




Guido.

— ¡Acelera, pareces abuelo!

— ¡Cállate y concéntrate!

— ¡No me digas que hacer Leo!

Llevamos toda la mañana sentados en el piso de mi habitación frente a la televisión tratando de pasar el mundo de Mario Kart. Somos un desastre.

— ¡Sí, sí! —festeja— ¡Gané! —resoplo cual caballo y dejo caer el control a mis pies—

— Suerte de principiante.

— ¿Esos son celos los que huelo?

— Ya, ya —voy hacia la consola y la apago— Busquemos algo de comer, oí a mi madre hablar sobre una torta de chocolate.

— Oh, las santas manos de tu madre... —lo miro asqueado—

— Eso fue perturbador.

En silencio vamos a la cocina donde efectivamente hay una torta de chocolate, nos miramos por unos segundos antes de correr hacia ella. Lo cual es patético dado que es mi casa y yo soy quien tiene la última palabra sobre cualquier cosa —especialmente sobre las porciones— pero es Leo de quién hablamos.

Devoramos la torta cuales bestias, usamos las manos en lugar de cubiertos porque el hambre es real. Me distraigo pensando en que tal vez debería guardarle un poco a Lía y llevársela luego —es su favorita— pero cuando quiero seguir comiendo mis dedos ya no encuentran nada, solo las sobras.

Mi boca se abre de par en par por la impresión, sé por experiencia que nunca se bromea con el hambre de mis amigos pero... joder, maldito león.

Lloro internamente mientras saboreo los restos de chocolate en mis manos y cara.

Perdóname Lía, lo intenté.

— Y luego se preguntan por qué están solteros.

— ¡Hijo de tu madre que se me para el corazón!

— Tan delicado como siempre —contesta Lucas—.

— ¿Cómo entraste?

— Estaba abierto.

— Ah.

El silencio hace presencia una vez más, lo cual es demasiado raro cuando se trata de nosotros. Cada uno está inmerso en su mundo, Leo ha sacado su lado dramático y hace como que recupera el aliento mientras se toca el pecho y Lucas se aleja de él para que no lo ensucie de chocolate. Me río ante la escena llamando su atención y por las miradas que ponen sé que lo que sigue no terminará bien para mí.

[...]

— Ahora sí, dime —digo entrando a mi cuarto mientras seco mi cabello con una toalla, he sido yo el embarrotado con chocolate— ¿Qué es lo que pasa Lucas?

— ¿Lo puedo decir frente a Leo?

— ¿Qué? —nos mira molesto— ¿Ahora me ocultan cosas?

— Sí.

— No es eso —digo yo— Lo que sucede es que hay ciertas cosas con las que Lucas me ha ayudado y que no soy capaz de contarle a nadie.

— ¿Desde cuándo me volví nadie? —la indignación se nota en su voz—

— Dejemos el drama a un lado, por favor.

— Claro, como tú eres Don Perfecto.

— Deja de ser tan infantil Leonardo, no es mi culpa que Guido confíe más en mí.

ESEN © (antes "nameless")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora