¡Hoy es el gran día! O al menos eso pensé al despertar hasta que empezó a llover y cancelaron todas las actividades para el día de hoy.
— Ay, ya quita esa cara —dice Miguel a mi lado—. Tampoco es el fin del mundo.
— Es que... ¡estaba tan emocionada! —lloriqueo— es injusto.
— No pues, ve a reclamarle a la naturaleza entonces.
— No era necesario el sarcasmo.
— Ya que te creí —ríe—.
— Hola, ¿qué tal su día? —unas gotas de agua caen a mis pies, levanto mi cara para encontrarme con un Guido mojado de pies a cabeza secándose el cabello con una toalla— eh, ¿por qué me miras así?
¿Acaso morí y fui al cielo? Joder, que vista.
— Creo que le vas buscando un balde a tu novia.
La palabra 'novia' me hace volver a la tierra, maldito Miguel. Suspiro pesadamente algo exasperada, hay quienes solo saben meter el dedo en la llaga. La seriedad se apodera de mi rostro y sé que ambos lo notan porque el cobarde a mi lado sale huyendo y el atontado frente a mí mira hacia todos lados nervioso.
— ¿Estás bien? —el sonido de mi voz hace que se sobresalte, asiente en respuesta. No es capaz de abrir la boca porque sabe que me daré cuenta de la verdad—. Deberías irte —me mira fijamente, confundido—, ¿Qué, piensas quedarte aquí todo mojado buscando resfriarte antes del partido?
Sus labios forman una línea recta, lo miro expectante en caso de que mis palabras hayan tenido algún efecto en él pero nada sucede. Algo dolida y resignada me coloco de pie, sacudo mi pantalón y sin decir más nada camino a la salida.
La lluvia ha dejado charcos esparcidos a lo largo del terreno, camino cuidadosamente para no resbalarme con el lodo rumbo a mi cabaña. Saludo a algunos de mis compañeros de teatro que me encuentro a medida que avanzo e incluso entablo cortas conversaciones con los jugadores del equipo de fútbol, quienes se refieren a mí como "la chica de Martínez". Eso solo consigue molestarme aún más con él.
El resto del camino lo hago maldiciéndolo mentalmente, voy tan concentrada en mis insultos que no reacciono rápido y termino golpeando el suelo con mis nalgas. Escucho risas pero una en particular llama mi atención.
— ¿Me has estado siguiendo?
— Bueno, no podía dejarte sola sabiendo lo torpe que eres.
— Es por tanto andar contigo.
— Oh, venga ya. ¿Cuánto tiempo vas a estar enojada conmigo? —me ofrece su mano para que me levante—.
— No lo sé, dímelo tú.
— ¿De verdad te vas a poner con esas? —no respondo—. ¿Y ahora qué hice?
— Tú sabrás.
— Al menos toma mi mano y levántate.
— Tú no me das órdenes, Martínez —revuelve su cabello desesperado—.
— ¡Lía!
— Estoy justo aquí no tienes que gritar —gruño—.
— Espera... ¿es esta nuestra primera pelea?
— No.
— De pareja, quise decir.
— No —me cruzo de brazos y lo miro directo a los ojos—, porque pareja no somos.
— Lía... —ahora el que lloriquea es él— por favor.
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ESEN © (antes "nameless")
Teen FictionLía y Guido se conocen de toda la vida, ambos albergan sentimientos el uno por el otro y, como todos, tienen miedo al rechazo por lo que deciden ocultarse entre las sombras. Cada uno juega sus cartas a su antojo, nadando entre el silencio y los se...