No me digas

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-Deja de seguirme- Repito por decimoquinta vez.

-¿A dónde planeas ir? El departamento está en la otra dirección-.

-Mira, si me vas a seguir, bien, pero no me preguntes cosas que no te voy a responder nada-.

-¿Pasó algo entre Louis y tú? ¿Es por lo que me dijiste? ¿Qué planea irse de Londres?-.

No respondo a nada más, llevamos quince minutos de camino y no ha parado de hablar. Joder que se calle, la cabeza me duele.

-Niall respóndeme, quiero saber que pasa-.

-Lo único que pasa- Me detengo en seco –Es que me estas arruinando la vida, eso es lo que pasa- Lo enfrento.

-No es cierto, lo sabes muy bien Niall, nosotros debemos estar bien-.

-No me digas lo que está bien o lo que está mal, tú dejaste muy en claro lo que querías al momento de irte-.

-¡Deja de excusarte con eso joder!-.

-¡No es una excusa! ¡Es la verdad!- Me acerco a él -¡Te valió una mierda el que incluso te haya aceptado con lo obsesivo y estúpido que eres! ¡Te largaste con la que se suponía que era tu ex!-.

Se voltea y camina unos metros lejos de mí gruñendo en alto, mantiene los puños cerrados, su mandíbula está tensa y sus ojos cristalizados. No me rendiré sin antes dar pelea.

-Lo vez, ya no tienes nada más que decir porque tengo razón-.

Quedamos en un incómodo silencio, el viento frío meciendo los arboles con fuerza, el ruido de los autos a lo lejos y la respiración agitada de Zayn es lo único que no hace el ambiente más tenso, bajo la cabeza y continúo el camino restante al pequeño motel que desde hace varias calles se podía ver el letrero.

La borrachera ha pasado casi por completo, lo único malo es que tendré de recuerdo esto.

Las pisadas detrás de mí cesan de a poco mientras más camino a la entrada del motel, el letrero es de luces neón color rojo y alrededor blanco, algo común.

Entro al gran estacionamiento y al lado izquierdo se puede ver una pequeña caseta, un hombre de aproximadamente 50 años, con cabello negro y corto, bigote y barba se encuentra viendo la televisión recostado en una silla.

-Buenas noches- Hablo al llegar -¿Podría darme una habitación?-.

-Ajá claro son 6 libras con cuarenta y tres- Responde sin voltear a verme.

Le entrego el dinero justo y me tiende la llave sin prestarme la más mínima atención. Me alejo del lugar confundido, le parece más interesante un muy mal programa que lo que viene hacer la gente aquí... Bueno, nada interesante debe pasar por las orillas de la ciudad.

Busco la puerta con el número que tiene el llavero, el lugar no es tan grande, es más parecido como a los moteles que se encuentran a las afueras de la ciudad.

Encuentro la puerta con el número 14 en el segundo piso, la abro y entro.

Camino hasta la orilla de la cama y me siento sobre ella, me inclino hacia el frente y cubro mi rostro con las manos recargadas en las rodillas.

Esto tiene que ser una maldita broma.

No te dejes engañar, él miente, siempre lo hace y si no lo hace ¿Debería importarme? A quién engaño, por supuesto que me importa y mucho, pero no puedo darle la satisfacción de lo que aún siento por él, mi pecho duele en verdad, mis emociones están revueltas y amenazan con explotar si no me descargo de una vez.

Compulsivo - (Ziall) [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora