Capítulo 18

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Joel.

Cuando retomo la fuerza se levanto del suelo. Apretaba mis dientes intentando contenerme lo más que podía.

–Joder –se quejó.

–¿Cómo pudiste? Porque trataste así a mi hermana y a Erick si ellos no te han hecho nada malo –gruñí enojado. Hace dos días que me había enterado por parte de Erick que Christopher estuvo apunto de golpear a mi hermana pequeña.

–Joel, no sabes de lo que hablas –susurro sin mirarme, subió la vista al cielo intentando controlar el sangrado.

–Si lo se, imbécil –sentí unas pequeñas manos acariciar mi espalda, cerré los ojos por un momento sintiendo como la furia desaparecía.

–Tranquilo Joe, ya pasó –susurro cerca de mi oído, abrí los ojos y observe a Christopher quien ahora estaba sentado en el suelo, Richard seguía parado sin entender del todo.

–Lo siento Liv, de verdad –la mire a los ojos y ella asintió–. No quiero que te acerques a mi hermana ¿me oíste?

El asintió y se recostó en el pavimento, creo estaba algo mareado. Erick tomo la mano de mi hermana y comenzaron a caminar, porque se tomaban de la mano.

Erick.

Presenciar aquello fue de lo más incómodo, nunca espere que hiciera eso, no ahora. Mientras caminaba tome la mano de Liv quien se encontraba sonriéndome mientras contaba una de sus historias.

Como podía ser tan hermosa incluso siendo natural. Como hubiera querido haberla conocido en mis tiempos de relaciones largas, ahora mismo no me apetecía eso, de tantos engaños que tuve me destrozaron por completo, pero gracias a ello, soy la persona que soy.

–Aquí estoy, gracias por acordarse de mi –gire un poco, Joel me miraba con gracia.

–¿Y a ti que o que? –pregunté.

–Nada... –lo mire de mala forma.

[...]

–Entonces te gusto –afirmó.

–En realidad es algo más que eso, me encantas –dije intentando sonar convincente, esto era más difícil de lo que espere.

–Te quiero –susurro cerca de mis labios.

–Y yo a ti preciosa –deposite un beso en sus labios. La tome por sorpresa pero luego reacciono y me siguió el beso.

Joel había salido de nuevo y estábamos solos en casa, no estaba afirmando que haríamos algo indebido porque claro que eso no pasará. Me acosté a su lado y la abrace apegandola a mi cuerpo.

–Erick –susurro.

–¿Qué pasa?

–Te quiero –dijo de la misma forma. Me gustaba que me lo dijera me hacia sentir bien.

Christopher.

Nunca espere que Joel hiciera algo así, pero creo que me lo merecía de alguna forma y si hubiera estado en su situación estaría igual o peor que el.

Estaba sentado mirando hacia un punto fijo, tal vez y todo lo malo que me estaba pasando me lo merecía.

–Hijo, ¿puedo pasar? –pregunto tocando la puerta.

–Si ma.

Ella entro a la habitación y se sentó a mi lado.

–¿Qué tienes mi amor? –tomo mi mano apretándola con fuerza.

–Joel. Nos hemos pelado por una tontería, es mi mejor amigo, no podría perderlo –me miro sorprendida, pues nunca me había peleado con Joel en mi vida, era algo imposible ya que era como mi hermano.

–Tranquilo amor, se le pasará ya lo veras –asentí pensando en que posiblemente sea verdad y pronto de lo olvidara todo este alboroto.

–Por cierto, a que venías? Digo no es por ser grosero pero... –me interrumpió.

–Hay algo que no te he contado, Jonathan lo sabe sólo faltas tu mi niño –mi hermano ya lo sabía? Porque era el último en enterarme de todo aquí.

–¿Qué pasa mama? Habla ya por favor –ella asintió, tomo un respiro antes de soltar la noticia.

–Estoy embarazada, tendrás un hermanito.

Olivia.

Se quedo dormido, estaba contándole algo importante cuando cerró los ojos, maldito Erick. Tenía la boca entre abierta y roncaba como un oso, nunca lo había escuchado.

Mi teléfono comenzó a sonar como loco, me levanté rápidamente intentando no levantar a Erick. Salí de la habitación y deslice el dedo para poder contestar la llamada.

–¿Hola?

–Hola, con la señorita Pimentel.

–Si ella habla.

–Lamento informarle esto pero sus padres han sufrido un accidente automovilístico, llamamos desde el hospital central esperamos pueda venir tan pronto, buenas noches.

Deje el teléfono caer, sentía como las lágrimas resbalaban por mis mejillas, mis piernas flaquearon y perdí el equilibrio haciéndome caer.

No podía creerlo, mis padres... Me levanté del suelo y entré de nuevo a la habitación, Erick seguía dormido, no quería levantarlo pero tenía que.

–Mis papas –susurre una vez que logre despertarlo, me miro directamente a los ojos y después me envolvió en un cálido abrazo.

No entiendo |Erick Colón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora