32. Tiempo

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Narrador Omnisciente

Tiempo. El tiempo era lo que uno menos tenía. Los meses pasaban al igual que los días, horas, segundos y todo seguía igual.

La misma tristeza reflejada en aquellos rostros. Algo tenían que hacer para controlar eso.

Erick. El chico de ojos lindos, el de "buen corazón" el cobarde. Intentaba sacarla de su cabeza, más no podía, era la única persona que en realidad había amado. Victoria sabía que el no la quería como ella lo hacia más sin embargo se hacía de oídos sordos y se cegaba completamente, lo que hacia el amor...

[...]

¿podrías dejar de hacer eso? –se quejó el moreno. Aún escuchando sus suplicas decidió ignorarlo y siguió haciendo esos molestos ruidos, el moreno enojado se levanto de su ahora habitación y apagó la radio, quitándole las botellas de ambas manos que simulaban ser un tambor.

–Eres un amargado Joel –se quejó-. Igual que tu papa.

–Muy gracioso Christopher, ahora guarda silencio –sin más obedeció. Los chicos quienes habían estado enojados por un largo tiempo finalmente pudieron arreglar sus diferencias y ahora tomaban la fiesta en paz, siendo así, hermanos.

–¡Chris! La niña –grito la madre de ambos chicos. Joel miró confundido a Christopher quien soltó una risa de inmediato.

–Yo...

–¡¿Tú qué?! –Joel estaba enojado. Christopher nunca se tomaba el papel de hermano mayor enserio, de las veces que estuvo a cargo de la bebe accidentes pasaron. Sin entender el porque aún le daban a cuidad a la bebe salió de la habitación con Christopher detrás suyo.

–¿Dónde esta? –pregunto su madre aún más tranquila. Aunque por dentro estaba a explotar.

–Tranquilos, estaba conmigo. Salimos a dar una vuelta, ¿verdad Val? –entró con la pequeña en sus brazos, ella sólo río sin pronunciar palabra alguna, apenas tenía meses. Sonreí al verla entrar y corrí hacia ellas.

–Nunca dejaré que cuides de mis hermanas, ¡nunca! –soltó un suspiró abrazando a ambas.

–Joel, seguramente Olivia sabe cuidarse sola, ya está grande –la chica sólo reía, y se sintió bien al ser llamada "chica grande".

–Toda la razón hermanito –sonrió lanzándole un beso. Ya se había enterado de todo, aunque no se lo tomo bien al principio, término por aceptarlo.

Erick Colón

–Recuérdame porque nos fuimos de este hermoso lugar –bostezó estirando sus brazos, no voy a negarlo. Su comentario me molesto un poco, pues ella sabía muy bien la razón por la cual nos habíamos movido. Lo hacía para provocarme.

–¿Dónde dormiremos? –pregunto. Ni siquiera estaba seguro de ello. No sabía si Joel seguía en mi departamento, o se había ido ya. Después de todo, no arriesgaba nada al ir.

Tomamos un taxi, quien no tardo en llegar. Miraba por la ventana, recordando los lugares por los cuales paseaba, que me hacían sentir.

Las personas caminaban sin preocupaciones, cómo si no les importada nada en esta vida, tan sólo me dedicaba a mirar.

–Son $27.50 –asentí y le pase el dinero, le agradecimos el viaje y bajamos del auto.

Mire el edificio. Lucía más limpio que de costumbre y tenía un brillo especial. Tome las maletas que pude, adentrándome ahí.

Al llegar a la puerta de mi departamento, levanté el tápate y gracias al cielo que ahí estaba aún la llave. Abrí la puerta esperando ver que podría encontrarme dentro.
Pero mi cara se transformo a una de sorpresa al ver mantas por todos lados, cubriendo los muebles. Había polvo, pero no lo suficiente como para nublarnos la vista.

–Wow, no es como lo recordaba –susurró.

A pesar de las condiciones en las que se encontraba ahora, seguía siendo hermoso. Por lo menos para mí, pues viví mis mejores momentos en este apartamento.

Una parte de mi estaba nerviosa.
¿Vería a Joel? Digo... tengo que hacerlo claro, hace mucho que no sabía de el. Pero esperaría un poco más, no puedo llegar de la nada.

Subió las escaleras dejándome completamente sólo en la parte de abajo. Me senté en el sillón sacudiéndolo un poco, aún seguía igual de cómodo, tal vez encuentre algunos centavos bajo el.

Había terminado la preparatoria en Londres, aún no iniciaban las inscripciones de la universidad, seguramente me volvería a encontrar con los chicos ahí. Valla dolor de cabeza que me da.

Será que la cura de un corazón roto es el ¿tiempo?

No entiendo |Erick Colón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora