Capítulo doce

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Caminaba por las frías calles, miraba el suelo y me dedicaba pensar en algo lindo.

–¿Olivia? –dijo una voz a mis espaldas, seguí caminando ignorando aquel llamado.

Sentía que seguía detrás de mi, no se como sabía mi nombre o quien rayos era pues su voz no me era nada conocida.

–¿Enserio? Estas ignorandome –afirmo, seguí caminando aún más rápido– Dijiste que había aceptado el salir conmigo, ¿porque huyes?

Al escuchar esto último gire encontrándome con Zabdiel, el chico que había conocido hace poco, el nuevo.

–Oh, lo siento. No sabía que eras tu, pensaba que estaba apunto de ser secuestrada –ambos reímos, me acerque más a el para saludarlo.

–Ahora tengo pinta de secuestrador. ¿Qué haces aquí afuera tan noche? –sacó unas llaves de su bolsillo delantero y las agito frente a mi.

–Sólo...

–Olvídalo, no me lo digas, te llevare a casa anda sube –abrió la puerta del copiloto, más sin embargo me quede ahí parada sin saber que hacer.

–Zabdiel... Es que la verdad, yo ahora mismo... –no podía continuar, sentía que si lo hacía en cualquier momento rompería en llanto, no quería que Zabdiel tuviera esa primera impresión de mi.

–¿Pasa algo? –pregunto confundido, baje la cabeza.

–No creo que sea lo mejor contártelo, espero me entiendas –el asintió, solté un suspiro de alivio.

–¿Subes? –pregunto, simplemente subí sin siquiera saber que dirección darle, cerró la puerta ya continuación entro al auto. Al momento de prenderlo la radio sonó pero el fue directo al botón para apagarla, será un viaje muy silencioso.

–Son las once –hablo Zabdiel, lo mire y después mire el reloj, si que era muy tarde para estar afuera.

–No tenía idea... –no me respondió, el sólo siguió manejando, aún no le daba dirección alguna.

–¡Llegamos! –aviso, mire por la ventanilla y no conocía este vecindario.

–Zabdiel, ¿donde estamos? –soltó una risita.

–En mi casa, con sólo mirarte a los ojos vi que no tenías rumbo, así que ¡Vuala! –lo mire sin poder creerlo, no era normal que traigas a alguien que apenas conoces, es más a alguien que no conoces a casa, como está tan seguro de que no soy una secuertradora, o una asesina en serie.

–No creo que esto sea correcto, que va a pensar tu mama, no, no –en mi cabeza sólo tenía la imagen de una mujer asustada al ver como su hijo traía a una chica a casa a estas horas de la noche.

–Mi mama te va a adorar, anda sal del auto –solté un suspiro y baje del auto. Me sentía extraña, ¿dónde dormiría? Madre santísima.

Zabdiel se acercó a abrir la puerta principal, una vez abierta escuche unos gritos de mujer.

–¿Zabdi? Eres tu.

–Si ma, soy yo –respondió Zabdiel, su casa era muy linda a decir verdad, también estaba muy espaciosa–. ¿Te gusta?

–Si, es muy linda –mire de reojo las fotos familiares, no quería ser metiche.

–Oh, traes visitas –su risa era la misma que la de Zabdiel, sin duda–. Pasa, me llamo Noemí, mama de Zabdiel.

Me acerque a ella y deposite un beso en su mejilla. Me sonrió y se dirigió a su hijo.

–¿Supongo que se quedará? –le pregunto y el asintió.

–Bien, puedes dormir con Zabdi, cariño –hablo su madre.

–¡No! –grite–. Digo, no me parece algo apropiado, puedo dormir en el sofá, no quiero ser una molestia.

–¿Sabes? Me agradas, anda vamos a la habitación de invitados –seguí a señora mientras que Zabdiel se quedaba abajo.

–Muchísimas gracias enserio –ella asintió y cerró la puerta.

Me deje caer en la cama, sintiéndome tranquila, espero estar lo más lejos posible de Joel. La puerta de la habitación fue abierta dejando ver la cabeza de Zabdiel asomándose.

–¿Todo bien? –pregunto y asenti, me sonrió de una manera tierna, cosa que me hizo sentir segura–. Buenas noches mini-mini, descansa, hasta mañana.

Salió de la habitación, solté una risita al recordar el apodo que me dijo hace unos momentos "mini-mini" ¿que será eso?

Poco a poco mis ojos se fueron cerrando.

[...]

Narra Joel

–Un día, un maldito día sin saber nada de ella, estoy desesperado Erick –golpe la pared con mi puño derecho.

–Joel, tranquilo hermano, piensa positivo –reí ante su comentario.

–No me pidas que piense positivo, es una pérdida de tiempo –solté bruscamente. No quería desquitarme con Erick, pero me sentía tan mal que tenía que hacer algo al respecto, mi hermana menor estaba sola, sin dinero, sin un techo.

–Tranquilo Joel, porque estas empeñado en pensar que algo malo le pasó, si sigues pensando así probablemente pase –dijo enojado, al poco tiempo logre tomarle sentido a aquellas palabras, tenía razón.

–Lo siento mucho Erick, sólo estoy algo... –el negó con la cabeza y se levanto de la silla.

–No tienes que darme explicaciones, te dejaré sólo un momento para que pienses todo esto. Saldré a buscarla yo mismo, anda descansa –solté un suspiro mientras veía a Erick salir por la puerta, espero que logre averiguar algo, me siento un completo idiota.

[...]
Narra Olivia

Abrí mis ojos poco a poco, intentando acostumbrarme a la luz que entraba por la ventana. Mire la hora en el reloj portátil que estaba en el buró al lado de la cama. Eran las 12:30 P.M, solté un suspiro de cansancio y salí de la habitación, pude oler al instante que alguien cocinaba panqueques, que delicia.

–¿Zabdiel? –pregunte al mirarlo con un delantal puesto color rosa, mientras bailaba al ritmo de la canción "Ya me entere" solté una risa y al momento se giró mirándome asustado.

–Li...Olivia, no es lo que crees, yo... –reí aún más fuerte, ni siquiera sabía que decir, sólo se quedo callado y bajo la mirada.

–No sabía que cocinabas –dije al acercarme hacia los panqueques, el sonrió aún con pena y dio un mordisco a uno de los que ya estaban listos.

–Pues ahora lo sabes –reí con el dándole la razón. La verdad era que cocinaba muy bien, podría comer esto toda la vida.

–Buenos días chicos –hablo la mama de Zabdiel al bajar las escaleras.

–Buenos días –dije alegre, ella pasó por mi lado dándome un pequeño abrazo.

–Zabdi, huele delicioso –dijo haciendo un gesto extraño a lo que reí.

–Necesito algunas cosas de la tienda, ¿Crees poder ir? –Zabdiel asintió y su mama le pasó una hoja, supongo era la lista de cosas que tenía que comprar.

–¿Me acompañas? –pregunto, no le conteste sólo lo seguí, nos montamos en su auto y dio marcha hacia el súper.

Una vez llegado nuestro destino bajamos del auto riendo, ya que hace unos segundos Zabdiel me contó un chiste de lo más ridículo.

–Será un largo recorrido –dijo mirando la lista.

–¡Mira! –Señale un mural que estaba cerca del área de comida, Zabdiel lo miro por algunos segundos y después tomo mi mano.

–¡Tómame una foto!

Me pasó su celular y se posó frente al mural haciendo una cara extraña, tome la foto y salió corriendo en mi dirección.

–¡Me encanto! –sonreí al ver su reacción.

–¿Liv? –dijo una voz desconocida a mis espaldas.

No entiendo |Erick Colón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora