2.- Mini confusión.

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Taller de Manigoldo.

—a la hora que llegas bicho escandaloso—el dueño del taller salió a recibirlo trayendo una moto pintada con calaveras.

—tengo una abuela cangrejo anarquista, además le mentí.

Manigoldo tenía el mismo color de cabello que Kardia sólo que era más corto, pinta de delincuente recién salido de la penitenciaría, alto, moreno y de origen italiano que había tenido la muy buena suerte de conquistar a un bellísimo muchacho llamado Albafika. Junto con Kardia habían fundado un negocio de reparación de motos, autos y uno que otro vehículo que necesitare reparación; Manigoldo era el " accionista principal".

Eran amigos desde la más tierna infancia, juntos iban a las fiestas más locas con mucho alcohol y música estridente. Jamás conducían ebrios la moto, generalmente sus otros amigos como por ejemplo Dohko que siempre estaba sobrio, salvo ciertas excepciones, los traía en su Grand Vitara y los dejaba en el apartamento del italiano.

—¿ cómo va el mocoso?

—pues más boca sucia y consentido.

—a mi rosita le fascina tu hermano dice que es lindo—comentó sacando una mota de polvo de los espejos—hasta le dicho que lo adopte si tanto le gusta.

Kardia rompió en carcajadas se imaginaba a Albafika con Milo y este horrorizando al bello chico con el vocabulario que tenía.

—sólo mi abuela lo aguanta. Y por cierto...¿ tu novio no tiene un hermanito?

—ajá—se subió a la moto—muevete y sube ah y ponte el casco, la última vez casi me multan por tu culpa.

—tsk, tú sabes que fue el vigilante quería fregarnos y como no lo coimaste pues se te cargó—se justificó.

Manigoldo no refutó a estas palabras, se dedicó a encender su vehículo en tanto su amigo refunfuñaba con el bendito casco. Ese día iban a verse con otro de sus amigos, El Cid bueno ese no era su nombre real, pero así lo llamaban los que lo conocían, ya que este iba a inyectarles un capital para el negocio de Manigoldo.

Cuando al fin Kardia se colocó el casco, la moto arrancó a 60 kilómetros por hora, en una parte del trayecto el conductor aceleró para llegar más rapido puesto que el inversionista era de esos que odiaba la impuntualidad.

—agradece que no vomité por tu forma de conducir—protestó Kardia sosteniéndose el estómago.

—cierra el pico y bájate, el español no nos dará cash por tu carita bonita—contestó.

El lugar de la reunión era en un edificio perteneciente a un consorcio donde El Cid laboraba como consultor financiero.

Media hora después, ambos salían con unas amplias sonrisas en sus rostros.

—viste bicho escandaloso, el español nos soltó más de lo que nos ofreció.

—si, pero el efectivo nos lo dará en una semana—se acomodó la chaqueta de cuero—así podemos darle vida a ese cuchitril y conseguirle una novia o novio al solterón

—esa fue buena bicho—luego reparó en las primeras palabras dichas por su amigo—oye, respeta mi negocio.

Kardia puso los ojos en blanco.

Manigoldo vió su reloj y se dio cuenta que se estaba pasando la hora de su salida con Albafika, maldijo en italiano.

—mueve que Albita me aplicará la ley del hielo si llego tarde.

—mejor déjame botado en el gimnasio—pidió el griego—no quiero ser mal tercio.

—como digas....

Pequeños : la saga de los acuarianos y bichitos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora