7.-Cumple y amistad.

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Hola este es un cap especial por el cumple del bello Milo.

Se mecía feliz en el columpio, era el día de su cumpleaños y esperaba de todo corazón, el regalo, dulces, pastel y una piscina donde estrenar la boya que su abuela le compró en sus últimas vacaciones. Un par de niñas jugaban cerca de él con sus muñecas, las risitas de las pequeñas llamaron la atención del nene de ojos turquesas que las reconoció como sus vecinas, las dueñas del gato que se hacía pipi en una de las macetas de su abuela.

-¡ Milo!-llamó la abuela sentada en una banca guarecida del sol abrasante de Grecia-¡ no te metas en problemas! si no tu hermano no te comprará pastel.

El nene se regresó.

-abue, esas son las niñas-las señaló-del gato que te daña tus plantas....

-¡ no señales! es de mala educación-reprendió con firmeza.

Milo hizo un puchero adorable.

-pero si mi hermano señala cuando ve al vendedor de helados, a la vecina chismosa y al poli que corretea a mis amigos de la pelota.

Ya hablaría con Kardia por esos feos modales que Milo aprendia como algo normal. Ah pero como le había dicho la psicóloga de la escuela de su nietecito, que era normal que un niño de esa edad imitara todo, sólo que no podían permitir que se arraigaran en él y más adelante sea difícil corregir.

-¿ tienes una moneda?

-para qué-miró con sospecha al niño.

-algodón de azúcar-movió las manos exageradamente para hacerse entender puesto que no podía señalar-te pido a ti porque Kardia es tacaño.

-¿ a quién le dices tacaño?

Milo brincó en su sitio, se escondió detrás de su abuela, Kardia venía sofocado por el sol abrasante, se veía apurado y sólo pasaba por el parque para anunciarle a Ágatha que Dégel y su hijo estaban en el país que los pasaría recogiendo. Ella se alegró pues al fin conocería al joven que hacía suspirar a su nieto, que lo ponía tonto cada vez que abría su celular y contestaba sin perder tiempo.

-¿ qué haremos con Milo?-bajó la mirada hacia el peque que sonreía de oreja a oreja esperando la moneda para comprar el algodón.

Sacó suelto de su bolsillo y entregó a su hermanito que gozoso corrió hacia el puesto donde una chica pecosa rodeada de varios niños atendía muy afablemente a cada uno. Dirigió una mirada ansiosa a su abuela que no perdía de vista los movimientos de su hermanito.

-entretenlo una hora más, Manigoldo aún no termina de inflar la piscina que le encargué-peinó sus cabellos-Yuzu retirará el pastel relleno de manzanas. Llevaré a Dégel hasta la casa.

El cumpleañero regresó con la golosina que se la comía sin respirar, Kardia se robó un pedacito ocasionando que el nene le diera un pisotón.

-¡ auch mocoso!-se sobó la zona afectada-tras que compras con mi dinero me pegas.... ya no me llevo contigo-se cruzó de brazos fingiendo molestia.

-¡ eres un tragón!-le sacó la lengua.

Haciendo caso omiso a la peleíta entre sus nietos, Ágatha sacó su reloj de pulsera miró la hora comprobando que los minutos pasaban y Milo ya no sería fácil de entretener porque notaría que algo extraño se traían entre manos. Y lo llevó a pasear al zoo, al parque de diversiones y por último al parque donde se terminaba de zampar el algodón de azúcar, ya las ideas se le agotaban.

-mejor vete a ver a ese chico-aconsejó empujándolo.

-¿ donde te vas hermano? ¡ llevame!

-¡ nos vemos más tarde enano!-se despidió rapidamente.

Pequeños : la saga de los acuarianos y bichitos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora