10.- Confesiones: Dégel Y Kardia.

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Arribo a estos lares nuevamente, el camino de las deseadas vacaciones comenzó.

En este capítulo saldrá Aioria brevemente.

Febrero, finales de ese mes.

Por esos primeros días, Dégel, aprovechó que los viernes trabajaba menos horas y a eso de las once y media de la mañana salió en dirección a la escuela de Camus para llevarlo a pasear y comer cosas deliciosas. Él en vista de que trabajaba de lunes a jueves hasta las tres de la tarde, pidió de favor a su hermana Elina que durante esos días recogiera al niño y que le ayudara en sus tareas.

Por supuesto la chica aceptó encantada, Camus era un niño encantador e inteligente.

Dégel miró el reloj de su muñeca, faltaban diez minutos para que su niño saliera de clases, aceleró el paso pues una hilera de autos se detuvo justo cuando él se disponía a cruzar la calle.

―¡ muevan!―gruñó.

Cruzó la calle apresurado, caminó varias calles hasta una parada de bus, tomó uno que por cierto estaba vacío, al bajarse en la parada al frente de la escuela de Camus, escuchó el timbre anunciando el final de las clases de ese día.

Divisó una cabellera aguamarina moverse despacio entre un mar de niños que salían felices a los brazos de sus padres o familiares.

―¡ Camus!―llamó su atención.

En un santiamén el petit se hallaba a lado de su padre quién tomó su mochila.

―¿ cómo te fue hoy?

―bien papi, ya sé sumar.

―vaya, entonces eso hay que celebrarlo―expresó orgulloso―vayamos a pasear y comer lo que quieras, no te preocupes por tus dientes, poco a poco te saldrán y verás que serán más bonitos.

―siiiiiiiiiiiiiii―dio vueltas contento alrededor de su padre. Este se permitió esbozar una espectacular sonrisa que eclipsaría hasta el mismo sol, sin duda alguna el infante era su mejor regalo de cumpleaños ya que como se sabía ya cumplió 23 años y Camus ya tenía sus 7 años.

―¿dónde comeremos papi?―se aferró a su mano mientras caminaba a su lado―¿le llevaremos un poco al abuelo?

Krest no tenía paciencia para saborear golosinas o porquerías grasientas como lo definía; él prefiría saborear un buen vino de su selecta bodega por ejemplo Château Mont-Redon del año 2005.

Antes de cruzar la calle, el celular de Dégel vibró, mascullando un improperio que sorprendió al pequeño Camus quién se cruzó de brazos y dio una reprimenda digna de un adulto....

―¡ qué es eso papi!―se plantó torciendo su boquita―el abuelo no te educó así.... ¡ él dice que las malas palabras las dicen los desleguados, vugares sin ofico!

Impresionado por tan sabias palabras, el joven murmuró una disculpa a su hijo que sonrió contento, ahora más que nunca sentía que no se había equivocado en " sacrificar sus años finales de su adolescencia" y eso se traducía en que aunque la madre del niño llegara con el oro y el moro jamás permitiría que se lo llevara.

Hizo un derroche de dinero comprando desde helado de fresas, comida chatarra y una replica de un juguete que el pequeño le pidió por su cumpleaños. Al llegar a su reconfortante hogar un par de manos jalaron al infante y cerraron la puerta estrepitosamente en sus narices.

-pero qué diantres....

Dentro de la casa.

-¡ abuelo! ¿ que pasa?

Pequeños : la saga de los acuarianos y bichitos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora