3.- Primer día de escuela.

628 55 18
                                    

Francia.

Casa de Dégel.

La actividad en la casa del joven padre comenzaba desde las seis en punto de la mañana con Krest sacando a Puppy a estirar sus patitas y a hacer sus necesidades, el aún joven abuelo jamás imaginó que en su vida le tocaría cuidar de la mascota de su pequeño nieto al cual cuando se ponía " hiperactivo" por culpa del exceso de azúcar le hacía travesuras y medias. Luego Krest iba a levantar a su hija quién siempre refunfuñaba por madrugar.

Dégel al levantarse diez minutos más tarde le tocaba ir a despertar al pequeño niño que ese día tendría su primer día de escuela. Camus adoraba dormir rodeado de juguetes.

―Petit, mi niño―se acercó mientras apartaba un autito de color rojo―hora de levantarse.

―ño―rezongó tironeando de la colcha para acomodarse.

―vamos Camus, te va a gustar tu nueva escuela―le quitó la colcha haciéndola a un lado.

El nene se vió obligado a abrir los ojos al sentir el vació de la sábana que lo cubría, frunció el entrecejo cuando vió en las manos de su papá un armador con el uniforme de la mentada escuela.

―tengo sueño―bostezó.

Cuando Dégel iba a replicar algo más, se oyó un grito histérico proveniente del pasillo, el joven puso los ojos en blanco al reconocer al dueño del grito, su padre quién le llamaba la atención a su hermana Elina por la ropa que se había puesto.

―te me pones algo más decente.

La chica se cruzó de brazos y torció la boca.

―Elina , no pruebes mi paciencia.

―papá, deja de gritar cualquiera creerá que eres histérico, tómalo suave.

Antes de que se arme un pandemoniun por la forma en que su hermana menor provocaba a su padre, Dégel tomó a su hijo y lo metió en la ducha para que se le espante el sueño. Mientras el niño se duchaba aprovechó para arreglar el desorden de cuarto que su hijo armó la noche anterior antes de dormir, sacar la maleta del clóset, zapatos nuevos comprados hacía una semana atrás para la escuela.

―yaaaaaaa―dijo Camus advirtiendo que necesitaba salir.

Fue cuestión de segundos que el pequeño se vistiera con el uniforme, Dégel lo había matriculado en esa escuela por recomendación de Sisifo quién tenía a su hijo de la misma edad de Camus, su nombre, Aioria.

―sécate bien el cabello―notó una gotas de agua en el suelo.

―sip.

En el comedor.

Era lo más divertido ver a su padre derrotado por Elina quién triunfante se servía más jugo de mandarina, haciendo uso de su autocontrol para no desternillarse de risa, Dégel se distrajo abriendo la caja de hojuelas de maíz bañadas con miel para el desayuno de Camus que vaciaba un cartón de leche deslactosada en una sopera.

―¿ desde cuando tomas leche deslactosada?―preguntó Krest olvidando la discusión con Elina.

―desde la tercera consulta con el pediatra, padre―respondió Dégel por el niño.

―y... ¿ a qué se debe esa intolerencia a la lactosa?

Un par de ojos grandes lo observaron intensamente, si decía que era por falta de leche materna, el " petit" lo bombardearía de preguntas acerca de su ausente madre y él no estaba dispuesto a responder . Elina salvó a su hermano.

Pequeños : la saga de los acuarianos y bichitos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora