Capítulo 3: Decepciones

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Karin había sido suspendida por una semana, no sin antes dirigirme con su mano una clara señal de amenaza. Ese día había vuelto al salón de clases, sentía la mirada de todos clavarse sobre mí. Los insultos habían retomado fuerza y aunque Ino trató de defenderme sólo empeoraba ya de por sí mi penosa situación. Tomé mis cosas y salí disparada a casa en la salida. Sólo quería desvanecerme y dejar todo atrás... Dejar a Sasuke y a mi Sensei, atrás...

El despertador sonó como de costumbre. Estiré mi brazo y lo dejé caer pesadamente sobre el aparato. Ahora el ruido había cesado. Me incorporé perezosamente y revisé mi celular.

- ¡25 llamadas perdidas de Ino! – podía ser bastante dramática.

Pero la realidad volvió a mí con fuerza y como si de una montaña rusa se tratara las imágenes pasaban por mi cabeza a una gran velocidad. No tenía ganas de ir al colegio. Esa gente era una mierda. Ese profesor era... agité mi cabeza para alejar esos pensamientos.

Me levanté y caminé hacia el espejo, mi aspecto era terrible. Había llorado silenciosamente toda la noche, ya que no quería preocupar a mamá. Mis párpados estaban algo hinchados y mis ojos un poco rojos, era lamentable. Había tardado más de usual en la ducha, pero había ayudado a bajar la hinchazón. Me alisté como de costumbre y tomé mi bolso.

- ¿Dónde pude haberlo perdido? – miré el lugar que antes ocupaba mi preciado llavero. Papá se sentiría triste al saber que lo perdí.

Una vez en la mesa comí poco. Mi madre pudo notar que algo no andaba bien e inició un interrogatorio exhaustivo. Pude tranquilizarla, pero creo que esas palabras eran más para mí que para ella.

Tomé el transporte a tiempo y aunque el recorrido de la parada a las puertas del colegio habían sido una agonía, tenía la leve esperanza de que todo hubiese sido solo un mal sueño, uno horrible. Que tonta eres Sakura...

Sí, muy tonta. Todos me miraban entre risas, murmullos, miradas de lastima y otras que no quise descifrar. Ino me esperaba en la entrada.

- ¿Qué miran idiotas? – gruñía como león salvaje a todos los curiosos.

- Basta Ino – le dije bajito – No importa, que digan lo quieran, ¿no? – sonreí sin ganas.

- Bien – soltó resignada – Hoy será un día movido, no tengo ganas de escuchar las porras de Gai-sensei. A veces no sé de dónde saca tanta energía – me miró divertida, pero no logró el efecto esperado en mí – Bueno, vayamos a clase.

El día transcurrió lento hasta que llegó la hora de Gimnasia, y como siempre no era mi materia favorita. Esperé que todos se fueran e incluso le había dicho a Ino que se adelantara, ya que no me sentía bien. La verdad, sólo estaba buscando una buena excusa para ir a la enfermería y pasar de esas dos asfixiantes horas de entrenamiento físico. Me disponía a levantarme cuando la puerta se abrió, el chico de cabello rojos que había visto ayer en la biblioteca me miraba fijamente. Un escalofrío me recorrió el cuerpo y como si de una defensa natural de mi cuerpo se tratara, me puse de pie y tomé mis cosas.

- ¿Ya te vas? – preguntó con voz ronca y susurrante.

- Eh... sí ya estaba por irme, tengo gimnasia – respondí más rápido de lo que hubiese querido. Una vez en la puerta, proseguí – Por cierto, gracias por lo de ayer, ...

- Sabaku No, Gaara – sonrió de lado – sólo dime Gaara.

- ¿Querías hablar conmigo, Gaara?

- En realidad, sí, soy el delegado de la clase B y tenemos reunión del consejo estudiantil luego de clases – se apoyó a marco de la puerta y pude ver un parche en su frente, ¿qué le habría pasado?

Soy Un Fracaso, SenseiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora