Me paseé en una heladería analizando todas las opciones que ofrecían. Tomé mi decisión muchos minutos después. En días así, las ganancias eran buenas por lo que los locales como estos cerraban más tarde. Degusté con una lentitud infernal mientras le tecleaba a Ino que me encontraba en casa. Para mi desgracia ya me había acabado el postre y una voz avergonzada me sacó de mi ensueño.
- Eh, disculpe señorita – una chica que trabajaba en el local se dirigió a mi algo incómoda – Son las 12:30, ya vamos a cerrar... y pues necesitamos que...
- Ah, claro, no hay problema, ya me iba – tomé mi cartera apenada y salí disparada a la salida.
Era más de media noche. La música de algunos locales de diversión era más alta, ahora las personas que caminaban por la calle eran alegres presas de un par de copas. Reían y coqueteaban con las mujeres en la acera. El humo de los cigarros inundaba el camino, odiaba aquel vicio asqueroso que tenían las personas que fumaban. Mi cuerpo sólo vagaba para alejarse de aquel ambiente de fiesta y libertinaje. El bullicio de la gente, el ruido de los autos y la música cada vez se hacían más lejanos, yo miraba mis pies mientras caminaba sin rumbo. El derrape de un auto me volvió a la realidad.
- ¡Oye guapa!, ¿te llevo? – alcé mi rostro y evité cualquier contacto visual con aquel hombre.
- Vamos llegaremos tarde – gritó una mujer desde el interior del automóvil.
- Bueno será la próxima – suspiré aliviada al escuchar el motor del auto alejarse. ¿Dónde estaba?
De seguro me encontraba en alguna barriada de los alrededores de la ciudad. Siempre acababa siendo imprudente y metiéndome en más problemas. Un rayo rasgó el cielo y me hizo pegar un brinco, de pronto unas pequeñas gotas de agua avisaban de que estaba por llover. Caminé de prisa a una parada que estaba cerca. La lluvia comenzó a tomar fuerza y una brisa fría erizó mi piel. ¿Debía llamar a Gaara?, ya estaría dormido, ¿entonces a quién?, me estaba congelando aquí. El miedo me invadió cuando vi alguien que se acercaba con un paraguas. Al parecer no me había visto y yo tampoco podía verle bien. Rogué internamente para que pasara sin notar mi presencia, con esta fuerte lluvia gritar no serviría para nada. Me levanté del asiento y caminé hasta la parte oscura de la parada. Estaba más cerca y mi corazón quería explotar en mi garganta. Cerré mis ojos como un niño que se esconde bajo las sábanas con la esperanza de no ser visto por los monstruos en su habitación. No me mires, no me mires, por favor... Una mano fría se posó en mi hombro sobresaltándome.
- ¿Qué haces aquí?
Mi primera reacción fue golpear a esa persona, pero rápidamente bloqueó mi ataque apretando mi cuerpo con el suyo y estampándome contra el material que recubría la caseta. Intenté forcejear, pero era muy fuerte, me estaba haciendo daño, tenía mis muñecas aprisionadas entre sus manos. No me atrevía a abrir los ojos. Con las pocas fuerzas que me quedan volví a intentar zafarme, pero una de sus piernas se deslizó entre las mías arrancándome un gemido ahogado en el proceso.
- ¿Qué se supone que estás haciendo? – abrí mis ojos de par en par.
- Kakashi... sensei – susurré mirando ahora unos ojos cenizos profundos.
- Eso no responde a mi pregunta, Haruno – esta vez se separó y extrañé su contacto. El paraguas que llevaba ahora estaba tirado en el suelo. Lo tomó mirándome inquisitivo – Estoy esperando.
- Yo... yo pasaba por aquí... y la lluvia comenzó a caer y... por eso estoy aquí – torpe, torpe, torpe, siempre me ponía tan nerviosa su mirada.
- ¿Ah sí?, ¿a las 1:25 de la mañana? – el rubor invadió mis mejillas – Estas no son horas de andar sola por ahí.
Y pude verle bien, vestía tan casual que era irresistible. Un abrigo negro entreabierto que dejaba ver una camiseta gris, un pantalón negro largo que enmarcaba sus largas y esculpidas piernas, este hombre debía entrenar realmente duro para verse así y como siempre su reconocido tapabocas negro. Realmente era una lástima que le gustaran los hombres.
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Soy Un Fracaso, Sensei
FanfictionExiste una delgada línea que divide lo que está bien de lo que no, pero muchas veces la tentación hace flaquear la razón y en temas del amor deja que el corazón tome el control. ¿Está bien o mal odiar a un profesor? ¿qué responderías? y si ahora te...