Capítulo 7: Pendiente

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Mi cama se sentía más reconfortante de lo normal, no recordaba que oliera a perfume masculino. Froté mis párpados en un intento por hacerlos despertar, en los fines de semana siempre me costaba pararme de la cama. ¿Qué clase de sueño había sido ese?, ese hombre despertaba un lado en mí que desconocía. Era demasiado peligroso para mi débil corazón.

Logré abrir los ojos con dificultad, pero... ¿dónde estaba? Miré desconcertada todo a mi alrededor. ¡No había sido un sueño!, ¡había dormido en su habitación!, ¡junto a él! Salté de la cama como si tuviese púas y me escabullí al baño. Por suerte me encontraba sola en la recámara, no creo que pudiese soportar su presencia, moriría de vergüenza. Lavé mi rostro incontable veces, mi aspecto debía ser terrible, pero era extraño, no había espejos en el baño. Regresé y comprobé la hora en mi celular. ¡9:30 de la mañana! Abrí la puerta con cautela, pensaría que era una floja en potencia. Todo parecía estar tranquilo, no había rastros de Kakashi-sensei. Sala vacía, cocina vacía, baño exterior vacío, sólo faltaba el cuarto de depósito. Coloqué mi mano sobre el pomo de la puerta y dudé en abrir, por alguna razón sentía que estaba mal hacerlo.

- Veo que ya despertaste – Kakashi-sensei había colocado su mano sobre la mía evitando que diera vuelta al pomo – Entonces te llevaré a casa – no me dio tiempo a apenarme por lo que había sucedido la noche anterior.

Durante todo el trayecto no pronunció palabra alguna, demasiado sereno, tampoco quise romper esa fachada.

- Es aquí – mi voz sonó a remordimiento, ¿por qué me costaba respirar cerca de él?

- Llámame si pasa algo – asentí cabizbaja, no quería mirarle, no quería ver el arrepentimiento en sus ojos, yo... no lo soportaría.

Abrí la puerta del coche dispuesta a escapar de la tensión que se había acumulado en el camino, pero su mano me retuvo antes de colocar un pie afuera. Deslicé mi mirada para buscar la suya, pero él ni siquiera me miraba. Su vista estaba fija en la carretera.

- Lo de anoche – sentí a mi garganta hacerse un nudo – Olvídalo, ¿está bien? - ¿cómo podía pedirme algo así?, la rabia se apoderaba de mí, ¿acaso era un juego que podía usar y tirar cada vez que deseaba?

- ¿A qué estás jugando, sensei? – estaba haciendo uso de mi autocontrol, no podía permitirme llorar frente al él una vez más – Comportándote tan déspota y amable a la vez – deshice su agarre bruscamente y salí del auto - ¿Qué significa todo esto? – bajé la mirada él ni siquiera se inmutaba - ¿Qué es lo que soy para ti? – volví a mirarle y esta vez él también me veía, pero en sus ojos no había...

- Nada – mi pecho se había comprimido dolorosamente. Sus ojos estaban vacíos, no había sentimientos, no había... nada.

Cerré con fuerza la puerta de su auto y corrí desesperada a casa. Maldecía el momento en qué lo vi por primera vez. No, maldecía el momento en que cruzamos camino. Maldecía la forma en que controlaba mis sentimientos. Yo, maldecía todo de él. Le demostraría que era fuerte, lo enterraría a él y su encanto en lo más profundo, era una promesa.

Esa tarde Gaara pasó por mí y visitamos lugares turísticos de Konoha. Estaba enojada, fuera de toda razón acepté una declaración, haciendo a un lado el dolor que sentía mi corazón. No me importaba nada, todo a mi alrededor era gris como los cabellos del hombre que odiaba y amaba a la vez. ¿Le amaba o simplemente me obsesionaba?, que importaba ya. Sólo quería verle sufrir.

- ¿Sakura? – Garra me extendía un brazalete con un diamante rojo en medio.

- Acepto – tomé la prenda sin más – Acepto ser tu novia – su sonrisa mostraba la satisfacción que le producía. En un segundo ya me estrechaba entre sus brazos.

Soy Un Fracaso, SenseiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora