Pesadilla

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¡Papá no! Gritó al ver a su padre caer por el precipicio hacia el río mal herido. ¡Cómo pudiste! No me dejo opción. Pero tú sí la tienes y lo sabes. Ven Eleonor. No, prefiero morir antes de aceptar ir con ustedes. No sabes cuánto siento escucharte decir eso. Apuntó con su arma y le disparo. Eleonor cayó por el mismo precipicio que cayó su padre y la oscuridad le arropó de pronto. ¡No! Grito despertando de aquella pesadilla, o quizás recuerdo no lo sabia. Eleonor se levanto miró su reloj y eran las 3 de la mañana. No solo era la ansiedad de aquella pesadilla la que la inquietaba cada madrugada. Eleonor sentía cosas las cuales no podía explicar. Era una necesidad de salir pero no sabía para qué, ni porqué. Decidió prepararse un té eso la calmaba un poco. Miró las pastillas que tomaba por orden de su psiquiatra. Las observaba indecisa pues estaba cansada de ellas. Debía tomarlas porque de lo contrario el dolor de cabeza sería tan fuerte que la haría perder el control. Ya le había pasado antes. Ellas lograban calmar esa ansiedad de salir. La vida de Eleonor no era fácil a decir verdad, fue hallada a la orilla de un río en muy mal estado. Le habían disparado en la cabeza y nadie se explicaba cómo había sobrevivido a tal ataque. Muchas veces se preguntaba si sobrevivir había sido mejor que morir. No sabía quién era, no recordaba nada de su pasado, solo su nombre porque esa pesadilla se lo había dicho. Era lo único que recordaba, de aquel evento. Lo peor era que sus huellas no aparecían en ningún lado, ni su foto, nada. Era como si nunca hubiera existido. No podían poner volantes, ni decir nada en las noticias, porque alguien la quería muerta de eso no había duda y por su protección decidieron ponerla en el programa de protección a víctimas. Estaba en otro estado muy lejos del que fue encontrada. Después de salir del hospital fue duro el proceso de adaptarse pues no sabía nada de ella misma, ni en quién confiar. La edad calculada para ella en aquel momento era 18 años y ya habían pasado 4 años desde aquel evento. Por suerte para ella el oficial del FBI que tomo el caso se identificó con ella a tal nivel que la adoptó como hija dándole un nombre y apellido. Su hija real había muerto un mes antes de lo que le sucedió a ella. La habían hallado en un río sin vida y decapitada. Así que ambos se refujiaron del otro para llevar aquella carga tan triste y tratar de olvidar con una nueva vida. Él  decidió retirarse pues hacía tiempo que debió hacerlo y no había querido hasta ese día en que decidió protegerla. Llevaban una vida tranquila ella trabajaba en una ferretería. Vivían en una ciudad pequeña donde todos se conocían. Su nuevo padre decidió que así fuera para que se adaptará más rápido y conociera a todos, de esa manera si alguien extraño se acercaba seria más fácil protegerse. Todos en el pueblo querían a su padre, y a ella la aceptaban más que todo porque no solía ser sociable con nadie. Era callada y reservada. Salió el sol al fin.

Buenos días Eleonor. Le dio una media sonrisa a su padre. Ya vestida, imagino que de nuevo te despertó esa pesadilla. Ella asintió. ¿Tomaste la medicina? Lo hice. Bien, eso te calmará. Ella le puso el sobre frente a la taza de café. Era una carta de admisión para estudiar medicina. Eleonor ya hemos hablas sobre esto. Hablado sí pero decidido no. Creí que había sido claro la última vez. Solo discutimos la última vez. Eleonor no me hagas ser el malo del cuento, hay razones para negarme a que lo hagas. ¡No puedes esconderme toda la vida! Porqué no, esa ha sido la única manera de mantenerte viva. ¡Es que no me entiendes! ¡Necesito salir de este pueblo! Debo encontrar mis recuerdos. ¡Mi vida! ¡Y si esa vida no es buena Eleonor! ¿Has pensado eso? Tal vez esta ha sido una nueva oportunidad de comenzar de nuevo. Tal vez te salvaste de algo terrible. Pues si quieres que progrese y me adapté déjame estudiar, déjame hacer una vida que me guste. Quiero ayudar a otros como lo haces tú conmigo. Me diste una vida pues yo quiero salvar vidas y lo haré a travez de la medicina. Han pasado 4 años y he cambiado mi aspecto, nadie me reconocerá o buscará en la universidad. Lo pensaré. Eleonor se paró de la silla y se fue molesta de la casa.

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