Juntos somos un error

2. "Desorden, llanto y juego"

"No me gusta que llores, pero, cuando lo haces, luces preciosa"
- Ruggero

Suspiré, encogida en el sofá de mi camerino, y noté que mi madre se mantenía callada para respetar lo que pensara que me pasaba, aunque, sabía que quería preguntarme sobre ello.

Seguía pegada a la pantalla del móvil, para intentar distraerme, pero, era sumamente difícil, porque cada vez que entraba a redes sociales había gente preguntándome si estaba bien, que porque había estado tan desganada.

El concierto había sido un desastre, un completo y maldito desastre. No había sabido disimular, había contenido casi todo el llanto que quería soltar, si, pero supongo que se me había notado muy apagada en comparación como acostumbro a estar, además de que ni siquiera he mirado a Ruggero mientras nos tocaba cantar juntos. No podía, simplemente.

¿Mirarle a los ojos después de lo ocurrido antes? ¿Después de haberle dicho que también le quiero y que se haya ido a hablar con su novia por teléfono? Me sentía asquerosa y usada. Como si el audio fuera mentira y en realidad no le importara.

¿Era necesario llamar a Cande "Amor" cuando se suponía que estaba frente a la chica que quiere? No, no era necesario, ese diminutivo había sobrado, si es que, lo que había dicho sobre sus sentimientos hacia mí, era verdad, cosa que cada vez creía menos.

El final, el beso... En mi opinión eso ha sido lo peor, porque ahí sí que una silenciosa lágrima ha caído por mi mejilla y lo he tenido que mirar. Su mirada era apenada, parecía que me estuviera suplicando que aceptara toda la situación, pero, no puedo hacerlo.

Si la aceptaba sería la típica y asquerosa zorra que se interpone entre los protagonistas de la historia.

Unos nuevos mensajes aparecieron en mi barra de notificaciones. Vislumbré el nombre de "Ruggerito", como lo había puesto en mis contactos, y suspirando, pulsé la notificación para entrar directamente a la aplicación.

Karol...

No, Josefa la cerda, pensé.

Tenemos que hablar, las cosas no se pueden quedar así

Te necesito

Espera, ¿He enviado eso?

Quería decir que necesito estar bien contigo

Por favor contéstame

¿Por qué no vienes a mi camerino y hablamos ahí?

Apagué el móvil, y lo lancé hacia el otro lado del sofá, noté que mi madre ahora me observaba de manera preocupada y me dedicó una tranquilizante sonrisa en cuanto mi rostro se giró hacia el suyo.

— ¿Sabes que puedes contarme lo que sea? ¿Verdad? — asentí, suspirando y le devolví una forzada sonrisa. No estaba dispuesta a contarle nada, sabía que ella pensaba lo mismo que los demás.

Sé que mi madre me quiere y me apoya en todo lo que puede y lo que es bueno para mí, pero, Ruggero es una de las pocas cosas que no soporta para tener algo más que una bonita amistad para su hija.

Tampoco yo le desearía a nadie eso. No me malinterpretes, el italiano tiene un gran corazón, es una de las mejores personas que he conocido, a veces me dan ganas de lanzarme a sus brazos por el simple hecho de su forma de ser, pero, tiene defectos, si, todos los tenemos, pero, son la clase de defectos con los que tienes que ser una mujer muy paciente.