Juntos somos un error

8. "Notas extrañas y una real peor pesadilla"

Capítulo largo con un final que os va a gustar (O eso creo ¿?). Disfrutadlo❤️

"No tienes ni idea de cuánto tiempo llevo esperando esto"
- Ruggero

Ruggero.

Desperté de la mejor manera posible. Con la nariz de Karol enterrada en mi cuello y sintiendo su tranquila respiración en este, provocándome cosquillas, haciendo que sonriera por eso.

Me gustaría despertar así todos los días, incluso de una forma que nos uniera más a ambos, pero mejor reservo eso para mis sueños más secretos ya que me provoca más ganas de tenerla junto a mí.

Con cuidado, separé su rostro de mi cuello, cosa que me costó hacer gracias a la buena sensación que me hacía sentir y quité mis manos de su pequeña cintura. Fruncí el ceño al notar que estaba más delgada de lo normal, entonces, volví a poner mis manos ahí.

Si, no eran cosas mías, Karol había bajado de peso y se suponía que comía igual que antes, cosa que me parecía perfecta, pues no quería que comiera menos ni más, quería que se alimentará como ella deseara y fuera saludable. Mordí mi labio, no debía subir mi mano a su vientre, la despertaría y espantaría, además, no estaba dispuesto a hacerle una cosa así a ella. Si algún día la llegaba a tocar de esa manera sería porque ella quisiera y no porque solo yo lo deseara.

Suspiré y con los labios apretados aparté lentamente de nuevo mis manos de su delicada y preciosa, como ella en si, cintura. Después, me incorporé con sumo cuidado y delicadeza, intentando que no se despertara, sin éxito, pues su mano rozó la mía, provocando que yo decidiera quedarme un poco más en esa habitación.

Lucia muy bien recién despierta, aunque sabía que probablemente ella pensaba lo contrario. Tenía el pelo bastante despeinado, sus ojos entreabiertos, intentando adaptarse a la luz que entraba de la ventana y sus labios fruncidos, los cuales se lamió porque probablemente estaban secos.

Tragué saliva. Sabía que tenía que irme cuanto antes de ahí y no solo por lo que me convenía o no, también porque fuera podía encontrar a cualquier conocido que me viera salir de la habitación de Karol y las consecuencias no serían nada buenas.

Mis ojos, que se habían quedado fijos en el suelo mientras pensaba, se volvieron a posar sobre Karol, que ya los tenía completamente abiertos pero miraba a un punto fijo de la habitación con el ceño ligeramente fruncido.

Dirigí mi mirada hacia donde estaba la suya, no entendía que llamaba y desagradaba tanto su atención. El armario de su habitación de hotel estaba entreabierto y en el se podía admirar una bolsa de color rojo intenso de cartón. Desconocía su contenido y procedencia, pero no que recordaba haberla visto ayer por la noche cuando vine a verla.

— Cuando me acosté ayer el armario estaba cerrado y esa bolsa, que no es mía, no estaba ahí ¿Tú eres el responsable? — negué lentamente y ambos nos miramos. Palidecí al igual que ella y mi corazón comenzó a latir muy rápido.

¿Habían entrado cuando estábamos durmiendo y nos habían descubierto?

Antes de que pudiera reaccionar, Karol se incorporó rápidamente, en dirección a esa bolsa, para recogerla. Sus pies desnudos rozaron el suelo y sin inmutarse de eso, haciendo el mínimo ruido atrapó la bolsa y observó su interior, antes de atrapar un papel que estaba en el fondo de esta, pues lo había sacado del interior del objeto anteriormente nombrado.

No pude evitar fijarme en la figura de la mexicana e hice una mueca. La veía más flaca y esperaba que no fuera por nada malo, y que tampoco fuera por mi culpa. Si yo fera el culpable de eso, de que dejara de comer... Me odiaría. Me odiaría con toda mi alma.