7. "Rendición a la resistencia. Cada vez más débil frente a él"

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"He seducido a una mujer por la chica que amo. Sé que suena mal, pero necesitaba esto. Karol, necesitaba que estuviéramos en una situación tranquila y solos, completamente solos"
- Ruggero

Me desperté con la respiración agitada y los ojos llorosos, además de la mitad de mi cuerpo tembloroso.

Ha sido una pesadilla. Solo una pesadilla. Me dije, intentando calmarme, intentando hacerme ver que yo no había dejado que él me besara y que no me había convertido en lo que no quería convertirme.

— Karol — el susurro de una familiar voz me sobresaltó y me giré hacia la izquierda, desde donde la voz de cierto italiano que se encontraba sentado en mi cama, había sonado.

Antes de gritarle, de echarle de mí habitación o lo que pudiera hacer para no verlo, enfoqué en mi vista. Me encontraba en mi habitación de hotel, rodeada de las cálidas paredes de color crema, además de un par de sillones blancos, una mesilla de madera oscura y barnizada y un armario que combinaba con los delicados y blancos sillones. Tuve que forzar la vista para captar la esencia de mi habitación, pues estaba prácticamente a oscuras. La única luz que entraba de la habitación, era la de una ventana sin cortinas, que además dejaba ver algunas pequeñas estrellas.

Mi reloj marcaba que eran las tres de la mañana, y miré mi vestimenta. Llevaba mi pijama, un pantalón largo gris y una camiseta rosa algo infantil. El pelo me caía por los hombros y mi cama se encontraba prácticamente hecha aunque hubiera estado ya durmiendo unas horas.

Recordé que había subido rápidamente al ascensor después de haber visto a Ruggero con aquella chica y que había ido rápidamente al vestíbulo, con lágrimas cayendo por mis mejillas. Después, aunque le había dicho que no quería salir a ninguna parte, insistió en que tenía que olvidarme de todo lo me hubiera ocurrido, y simplemente, fuimos a pasear por la ciudad discretamente, para después volver al hotel, cuando yo ya estaba algo más aliviada y había soltado gran parte de mi angustia junto a mi mejor amigo, al que le estaba muy agradecida.

Sentí la mano de Ruggero en el muslo de mi pierna, sobre mi pantalón, y lo aparté en cuanto hizo esa muestra de cariño que yo, no pensaba volver a aceptar. No después de lo ocurrido.

— ¿Estabas soñando conmigo? — preguntó, a lo que yo, antes de responder miré directamente a sus ojos cafés, que me observaban con una gran profundidad y fascinación, además de un pequeño y delicado brillo difícil de admirar, pero no por ello imposible de ver. Podía llegar a vislumbrarlos con más facilidad que el resto de las cosas que tenía a mi alrededor y no pude evitar centrarme y perderme en ellos.

Fruncí mis labios y suspiré, negando. Estaba segura de que había dicho su nombre mientras dormía y no sería la primera vez que me pasaba. Recuerdo que una vez, me quedé a dormir en casa de Clari, y que cuando se levantó, me dijo que había dicho el nombre de mi compañero de reparto mientras dormía.

Sentí tanta vergüenza en ese momento. Dios, recuerdo que mi cara se puso totalmente colorada y tragué saliva haciéndome la tonta, diciendo que solía soñar con personas de mi entorno, como ella bien sabía. La verdad, es que nunca he conseguido recordar que fue lo que exactamente soñé relacionado con el italiano de rizos aquella noche, y aún me muero de curiosidad por saberlo.

— Era una pesadilla — corregí, provocando al instante que su ojos se apagaran y lo que podría haber sido una sonrisa en sus labios se convirtiera finalmente en estos dos, apretados.

Estaba molesta, no lo podía negar. Molesta y muy dolida. No podía dejar de repetir en mi mente aquella escena de Ruggero comportándose de esa manera con esa empleada del hotel, y no quería saber que había ocurrido entre ellos luego.

Juntos somos un error Donde viven las historias. Descúbrelo ahora