6. "Cercanía y la peor pesadilla"

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"Eres tan mayor para algunas cosas, y tan pequeña para otras..."
- Ruggero

- Ruggero - susurré, intentando llamar su atención.

Su mirada sobre mis labios me estaba poniendo nerviosa y él no parecía querer apartarla de ahí. Ni se inmutó de que susurré su nombre, probablemente a modo de súplica, porque no quería que se acercara más, no quería cometer un error.

- Ruggero - dije con un volumen más alto que antes, ahora consiguiendo que levantara su mirada hacia mis ojos y sacudiera su cabeza parpadeando repetidas veces.

Tenía los ojos llenos de dolor. Transmitían tanta angustia que quise preguntarle la razón... Quise abrazarle y decirle que todo iba a estar bien. Pero, le estaría mintiendo y estaría cometiendo de nuevo, otro error.

Una de sus manos se levantó hacía mi mejilla derecha y la acarició, sin dejar de mirarme. Eso me inquietó aún más, pero no intenté apartarle. Técnicamente no estaba haciendo nada malo, ¿No?

Disfruté de la calidez de sus dedos sobre mi piel, y cerré los ojos durante unos segundos para relajarme. Él me ponía nerviosa, y nosotros juntos éramos el problema, si. Pero, a veces, era el único que conseguía que me calmara.

Abrí los ojos al sentir como alejaba su mano de mi mejilla. Desee que la dejara ahí, desee tener un recuerdo de su toque por todo mi cuerpo, pero desearlo no servía de nada, no iba a cambiar nada.

El italiano suspiró como si quisiera decirme algo que le pesaba mucho y yo, no hice nada más que quedarme estática, sin dejar de repetir mentalmente mi sensación al sentir su toque.

- Karol, por favor, no vayas con Lionel - sus ojos seguían igual que antes. Con dolor, angustia y sufrimiento en su interior y su tono había sido conciliador, pero demasiado apagado.

Mira como está... Tal vez no debería ir, se quedará más tranquilo... Pensé, pues no me gustaba nada verlo así.

Pero, no podía pasarme todo el tiempo sin salir a ningún lado por que él me lo pidiera, tenía que hacer mi vida y sabía que no iba a ser junto a él, ¿De que me servía quedarme ahí? De nada, o por lo menos de nada bueno.

- Lo siento, Rugge - musité, mirando al suelo, sin querer ver que expresión se formaba en su cara. Noté como repentinamente había cogido mi mano y temblorosa, subí mi mirada hacia él, que ahora estaba a apenas centímetros de mi rostro.

- Por favor, te lo suplico. No estoy preparado para esto, yo... Yo no sé si voy a poder soportarlo. No sé de que soy capaz si te veo con otros chicos - levanté ligeramente una ceja. Yo lo veía siempre con Candelaria, en las redes sociales, en la realidad, en el backstage... En todos lados. Si no estaba, siempre había una llamada de ella y aunque estuviera delante de mí contestaba con un: "¿Amor?", después, me daba la espalda y se alejaba para hablar con ella.

¿Tenía que soportar yo verlo con otra, pero quedarme en el hotel si iba a salir con otro chico porque él me lo pedía? No. Eso no estaba dispuesta a hacerlo.

A veces dudaba, no sabía si lo que decía era una especie de juego y en realidad actuaba, si de verdad me quería. Pero había otras veces, como esta, todas mis dudas se iban al ver sus ojos y la clara sinceridad en ellos. Al verlos inundados en esa angustia tan intensa que no hacía nada más que encogerme el corazón.

Por un momento llegué a sentir nuestras narices rozándose. Se estaba acercando a mis labios, podía sentir su respiración cada vez más cerca de mí e incluso pude ver cómo relamía sus labios.

No cometas un error, Karol. Me dije, tomando toda mi fuerza de voluntad y apartando mi mano que tenía el italiano sujeta, para después dar un par de pasos hacia atrás y mirarlo con la boca entreabierta, algo sorprendida.

Juntos somos un error Donde viven las historias. Descúbrelo ahora