Lo prometo

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El rubio lo besó sin poner más miramientos, no necesitaban más palabras. El menor intentó decirle algo más pero sus lenguas ya se encontraban haciendo una guerra entre ellas, devorándolo.

Las manos de Akira seguían acariciando tan posesivamente aquel cuerpo que por años intentó poseer que podía escuchar claramente los suspiros del menor entre besos. Cada vez hacía mas frío, las pequeñas brisas primaverales hacían que el cuerpo del pequeño castaño temblara al sentirlas, pero el bajista no tardó ni un segundo en calentarlo de nuevo.

El rubio lo miró y sonrió, admirando aquel hermoso y blanquecino cuerpo postrado ante él.

El castaño aun con los ojos llorosos y la respiracion agitada le devolvió la sonrisa, no sabía que iba a salir de eso pero... en realidad no quería saberlo.

Tímidamente el menor abrió el yukata del bajista, colando sus manos por quel marcado abdomen, disfrutando cada segundo, soltó un quejido al sentir los dedos fríos del chico, pero no se separó ni un centimetro de él.

Recorrió su espalda recordando cada retazo, mientras que el otro besaba su pecho, deslizando su lengua por todos los rincones, los restos de la saliva brillaban por la tenue luz de la luna, quien no fue invitada, pero hacía más ameno el momento. El castaño sentía cómo su miembro se iba endureciendo con cada mordisco a sus pezones, cada beso a su pecho. Abrió las piernas para sentir mas la pelvis contraria contra la suya, sentir su miembro aun atrapado bajo la ropa interior contra el de él.

Akira los rozó por un momento enloqueciendo cada uno de sus sentidos, soltando un suspiro de satisfacción.

—Quiero estar dentro de ti, Taka.

Susurró el bajista sobre los labios ajenos con voz demandante, ronca debido a la excitación.

El menor asintió totalmente segado por el placer, siendo él el que ultrajaba la boca del mayor en esta ocasión.

Deslizó su mando hacia el bajo vientre del menor, encontrándose de lleno con el miembro totalmente endurecido del pequeño, este comenzó a gemir claramente por primera vez el no que llevaba la velada, haciendo sonreír a Akira.

El menor ya no notaba el frío, solo quería, necesitaba fundirse con él. El menor besó su cuello, volviendo a su boca desesperadamente.

A una velocidad tortuosamente lenta el mayor comenzó a bajar la ropa interior del menor, dejándolo como había llegado al mundo. Takanori estaba muerto de vergüenza, la risa del bajista en su oído lo relajó.

El rubio también bajó sus calzoncillos, quedando iguales. El chico alzó su pelvis por inercia cuando notó que lo agarraba de la cintura, introduciendo con parsimonia su miembro en el interior del inglés.

—Aki...Akira...— tartamudeó el menor. — Akira... ¡No! Me... me duele...— las lágrimas salían, pero el rubio no tardó en limpiarlas con su lengua para luego volver a besarlo. —Sácalo... por favor...— El mayor negó rozando sus narices.

—Tranquilo Taka, te acostumbrarás. ¿O prefieres que te prepare? — la confusión en los ojos del menor le hacía entender que no tenía idea de lo que estaba hablando, Takanori era virgen, aun no sabía muy bien que estaba haciendo. El rubio suspiró y terminó de meter su hombría de golpe, haciendo que el menor soltara un grito.

—¡Akira! — el chico mordió el cuello ajeno y clavó sus uñas en la espalda del bajista.

Takanori abrazó su cuerpo contra el del mayor, aun mordiendo su cuello.

Pasaron unos cuantos minutos antes de que Taka dejara de lastimar el cuello y la espalda del bajista, haciéndole entender que el dolor había cedido un poco, pero de nuevo volvió a clavar sus uñas y a abrir la boca cuando comenzó a moverse en su interior, dolía, dolía demasiado, aunque con el paso de los segundos ese dolor se convirtió en el mayor placer que el menor hubiera sentido jamás.

Famoso por Accidente (un fic de the GazettE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora