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Estúpidos millonarios. Con sus carros lujosos, sus trajes costosos, sus sonrisas altaneras y sus aires de grandeza que les hace pensar que pueden tener a todo el mundo en sus manos. Sí, los odio definitivamente.

Mi pie se mueve de arriba abajo golpeando el piso, de una limpia y reluciente cerámica color azul marino, sin poder controlarlo demasiado. Me estoy quedando sin uñas mientras veo cada segundo transcurrir demasiado rápido para mi propio bien. Compruebo el reloj en mi muñeca al no creer cómo es que estoy sentado aquí desde hace más de una hora, esperando a que el desgraciado que me hizo venir se haga un tiempo en su agenda para verme. Es increíble.

Vuelvo a levantarme caminando de un lado a otro, comiéndome las uñas con nerviosismo. Miro la puerta sin quitarle ojo como si estuviera esperando que se abra solo porque la estoy mirando. Desearía poder lanzar fuego con la mirada porque de esa forma ya hubiera quemado esa maldita puerta para dejar al descubierto a ese imbécil que me está haciendo perder el tiempo.

– Por favor, sea paciente –dice su secretaria mirándome con molestia.

Dejo de caminar para mirarla con incredulidad y darle una de mis sonrisas más falsas. Cortesía de la casa, ni siquiera debe pagar para verla.

– Llevo una hora esperando –gruño acercándome lentamente a su escritorio para apoyar las manos allí y mirarla hacia abajo con fastidio– Si no le llamas ahora y le dices que me atienda, entonces entraré yo y haré un escándalo de los grandes, donde probablemente serás despedida por no hacer bien tu trabajo –.

Sí, quizá se me fue la mano, pero estoy muy atrasado para ir a la universidad. No puedo quedarme otra hora, máximo puedo quedarme quince minutos, tomar un taxi y llegar en diez minutos hasta allí. Tengo una exposición y no me he preparado para nada. Necesito hablar con este sujeto ahora y solucionar esto ya. Mañana no tendré tiempo para desperdiciar. Hoy es mi último día de descanso antes de comenzar con los estudios de lleno.

Podría irme como si nada, sin embargo hice una promesa y la voy a cumplir.

La secretaria me mira con molestia, mordiéndose la lengua para evitar responderme algo grosero. En mi estado no me importaría comenzar una pelea, tengo muy mal temperamento, sobre todo cuando algo me molesta.

– Señor, el joven que lo está buscando insiste en pasar –dice la mujer hablándole a su jefe por el teléfono y de paso dándome una mala mirada. Desde luego las miradas todavía no matan, porque si pudieran yo la hubiera matado primero– Puedes pasar –me dice de mala gana.

Ni siquiera le doy las gracias, simplemente abro la puerta y entro sin tocar o esperar a que alguien me dé permiso para pasar.

– Claro, pasa, toma asiento –dice levantando la cabeza de lo que estaba leyendo. Tiene un lápiz en la mano derecha mientras una ruma de carpetas acumuladas se encuentra a su izquierda.

No tomo asiento, solo me quedo de pie frente a su escritorio esperando a que esto sea rápido.

– Rápido, qué debo hacer para pagarte la gran abolladura en tu lujoso auto –ironizo de mal humor.

– Vaya... –se recarga en el respaldo de su acolchada silla y me mira divertido– ¿Tienes prisa por ir a algún lugar?

– Sí, a la universidad –mascullo perdiendo poco a poco los estribos. Siento que en cualquier momento terminaré gritando más groserías de las que estoy acostumbrado a decir.

Los nervios me tienen bastante alterado, eso sumado a los incontables mensajes que estoy recibiendo de mi grupo de exposición... entre ellos Changkyun... quien no ha dejado de joderme en la última media hora con mensajes que me hacen querer decirle un par de cosas pero a la cara, no a un teléfono.

– Hmmm... –dice girando en su silla como si fuera un niño, mira al techo y continúa haciendo ese sonido, como si estuviera pensando alguna forma de conseguir la cura a la estupidez humana– ¿Cuándo comienzan tus vacaciones?

– Dentro de una semana.

– Bien, dentro de una semana comenzarás a trabajar para mí como mi secretario. Creo que has visto la incompetencia de mi asistente, ella ni siquiera me había avisado que estabas aquí hasta hace poco. Creo que marcó al número equivocado –se ríe negando con la cabeza. De alguna forma, todo el odio que le tenía hace dos minutos atrás ha disminuido un poco ahora, solo un poco. Todavía sigo irritado por ser tan descarado de pedir dinero a un estudiante por un rasguño que ni siquiera se ve– Así que te espero en una semana exacta, el próximo viernes debes estar aquí a primera hora de la mañana. Tendrás los detalles del resto el jueves por la noche en tu correo. Puedes irte luego de llenar este formulario –me entrega un papel que rápidamente comienzo a rellenar con todos los datos personales que me pide.

No sé cómo lo logro pero en menos de un minuto he llenado y firmado la hoja sin leer demasiado las condiciones. Mi teléfono no para de vibrar en mi bolsillo recordándome cosas mucho más importantes que un simple papel para firmar, ya me preocuparé luego de las consecuencias de firmar algo sin leer.

Salgo corriendo de la oficina como alma que lleva el diablo. Me apresuro a coger un taxi y le ruego al conductor para que se apresure, incluso le ofrezco más del dinero que debería de ocupar para que así lo haga.

En menos de diez minutos estoy en la universidad corriendo por los pasillos, arreglando la corbata en su lugar para la presentación, porque sí, es una presentación formal, con traje y todo.

La puerta del salón está abierta por lo que logro respirar un poco más relajado, eso quiere decir que el profesor todavía no llega, lo cual quiere decir que hay un par de minutos para armar las partes de cada uno y no hacer el ridículo enfrente de todos.

– Dónde demonios estabas –es lo primero que recibo al poner un pie en el salón. Changkyun me mira con molestia, casi puedo sentir su ira, tan palpable como mi pulso acelerado por haber corrido todo el trayecto desde que me bajé del taxi hasta aquí– Te he estado llamando por una hora –mentira, no lo ha hecho, mi teléfono no recibió llamadas– Y te he dejado miles de mensajes, creí que ya no llegarías –.

No sé qué ha pasado con aquel muchacho tierno y cariñoso que jamás me levantaba la voz ni me trataba de esta forma, pero definitivamente me sirve para dar un paso adelante y seguir con la decisión de superarlo.

– La verdad estaba ocupado arreglando un desastre –respondo frunciendo el ceño ligeramente, paso de su lado para dejar mis cosas sobre una silla vacía. Termino de ponerme la chaqueta del traje y me llevo las manos al cabello para peinarlo hacia atrás.

Veo al resto de los integrantes del grupo concentrados en leer y memorizar toda la información, ninguno demasiado interesado en si llego o no. Aprieto mis labios en una fina línea para luego mirar a Changkyun quien no deja de mirarme con el ceño fruncido.

– Vale, lo lamento –gruño para que deje de mirarme como un estúpido enojado, yo igual estoy enojado con él por haber cambiado tanto en menos en una semana, sin embargo no me desquito con él ni le recrimino nada. Todo el mundo puede tener contratiempos, además no llegué tarde para ser regañado sin razón aparente– Ahora veamos todo y organicemos –ordeno haciendo que todos se pongan de pie sin dejar de leer sus papeles moviendo los labios mientras siguen memorizando.

Changkyun suelta un suspiro molesto y se acerca para escuchar lo que digo. Distribuyo la información para que sea más fácil de explicar. Cada uno anota la idea principal de cada hoja y con ello comienzan a orientarse.

Sin embargo el único que sigue luciendo molesto es él. En un tiempo pasado yo hubiera corrido a su lado para hacerlo sonreír si es que se hubiera molestado por mi culpa... pero antes estas cosas no pasaban entre nosotros. Jamás se había enojado conmigo por algo así de pequeño.

Nuestra pequeña relación definitivamente se está cayendo a pedazos y puede que de aquí a unos días más... ya no sea capaz de quedarme callado con este injusto trato que estoy recibiendo por su parte.


Wasted [ChangKi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora