Periodista asustado

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POV- Victor
Noah... En la cena sólo escuchaba su risa, era tan linda, quería oírla por el resto de mi vida, en cuestión de segundos estaba arriba de él en su cama, no paraba de besarlo, acariciarlo, es tan...diferente, lleva retándome desde que llegó, la cachetada, S, me recuerda tanto a mí, ahora estaba acostado en la sala, Noah estaba cubriéndome con una manta, no me despegaba de su mirada brillante, me levanté lentamente para darle un dulce beso...
Victor... Victor...  Se escuchaba tan tierno...
-¡Arriba Victor!-
-N...Noah...-
-Me llamó Daniel- dijo con sarcasmo, me levanté de golpe tirando la...¿manta?, acto seguido un fuerte dolor de cabeza me invadió por lo que entrelacé mis manos entre el pelo, Daniel rápidamente me tomó con cierto cariño, como una madre o un hermano.
-Tranquilo, S ya se fue, vamos a que te des un baño-
Me tomó cuidadosamente para ayudarme a ir escaleras arriba hasta mi habitación.

POV- Noah
Me desperté lentamente, que extraño, Rizzo no llegó a despertarme con algo molesto o gritando, me puse una de las sudaderas que Rizzo me entregó, no podía dejar de pensar que era de él por lo gigante que me lucía, salí de la habitación para ir a la cocina y comer algo, la enorme puerta "V" se abrió para ver un hombre en toalla como única prenda, desprendiendo agua de su cabello y cuerpo, me quedé paralizado, creo que hasta me sonrojé de la vergüenza.
-Buongiorno, Noah, estaba a punto de ir a despertarte-
Puso esa voz seductora de nuevo, se ve tan atractivo...debo dejar de mirarlo...¡¿Por qué no puedo dejar de mirarlo?!
-Ahh...yo...iba a desayunar-
Que inteligente...
-Seguro, iré a cambiarme...no quiero que los demás me vean así-
Se acercaba hasta tocar mi mejilla con sus dedos mojados, debo estar rojo como tomate y el lugar donde tocó me arde, no me quedó más que mirar al suelo y retirarme, fue tan vergonzoso que incluso caminaba cubriendo mi rostro.
En la cocina me topé con Daniel, quien estaba preparando café y huevos con tocino, me saludó amistoso.
-Espero hayas podido dormir con el escándalo de anoche-
Reía, yo apenas seguía reflexionando sobre lo qué pasó hace unos segundos.
-Oye, ¿estás bien? Estas rojo-
Pasaba su mano por mi frente para confirmar que no tuviera fiebre.
-S-Si, solo un poco cansado- intenté mirarlo a los ojos para que no sospechara, él volvió a la cafetera y deslizó una taza de café por la mesa de granito de la cocina hasta que llegó a mí.
-Tal vez esto te ayude- sonrió con naturalidad, a veces me resultaba increíble cómo es que un chico tan bueno como Daniel pueda ser amigo de un tipo que le pone correa a la gente, le agradecí y al primer sorbo entró Rizzo haciéndome saltar del impacto.
-¿Y los demás?- preguntó.
-Trabajando- contestó el oji azul.
Se sentó en la barra para que Daniel le diera un café muy cargado y los huevos con tocino, a lo que Rizzo hizo una mueca de asco, mueca que el chico de cabello claro devolvió como si fuera una madre obligando a su hijo a comer verduras, el jefe terminó por ceder y comer.
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Vagaba por la casa, estaba tan aburrido que no me quedaba más que hacer, aún faltaban horas para que el señor Adolfo llegara, observé las ventanas para ver un bonito jardín repleto de flores y arbustos, incluso tenía una fuente, no pude más y busqué la manera hasta que por fin logré salir, era lo más hermoso del mundo, olía tan bien, me paseé por todo el lugar hasta llegar a la fuente, me senté parque transportarme a mi mundo, a mi mamá le hubiera fascinado este lugar lleno de vida, adoraba la jardinería.
-¿Te gusta, cucciolo?-
El chico con acento italiano me despertó de mi sueño.
-Ah...Yo no...Lo siento-
Bajaba la cabeza retirando mi mano del agua, me hizo una seña y lo seguí en una silenciosa caminata por los arbustos.
-¿Cómo mantienes este lugar?- pregunté tímido.
-Como se pueda- lo miré, me preguntaba a que se debía su cuidado, Rizzo paró frente a mí para inclinarse hasta llegar a mis ojos, así quedando cara a cara, leyendo mi expresión.
-A mamá Rizzo le encantaban- sonreía.
Continuamos la caminata hasta sentarnos en una banca, aún con el silencio.
-Tu madre tenía gustos similares a la mía-
Debía romper el hielo...
-¿Dónde está?-
-Muerta-
Hablé demasiado seco, tanto que Rizzo me observó con...No, no era enojo, más bien era curiosidad.
-Mi...papá era muy violento y pues, tuve que escapar y...-
Mi voz se volvía un hilo...Pero quería continuar, nunca le había contado esto a nadie, tal vez solo quería que alguien me escuchara...
-No dieron la noticia hasta tres días después de encontrarla...Apenas me enteré por nota periodística-
-¿Por eso quisiste ser periodista?-
Asentí levemente...
Rizzo se levantó de la banca para hincarse frente a mí, tomar mis manos sobre las suyas y mirarme directamente a los ojos con más curiosidad, sus ojos cafés trataban de leer los míos, su cabello caía sobre su cara, logré clavarme tanto en él que mis sollozos callaron y mis deseos de llorar se fueron hasta mirarnos de cerca, apenas reaccioné quité mis manos para cubrir mi boca con ellas.
-Ni siquiera sé por qué te estoy contando esto, no te importa y...y no eres mi amigo y...-
Me interrumpió callándome en un tierno beso, podía sentir sus cálidos labios envolviendo mi estómago en esa caliente sensación, mi cabeza daba tantas vueltas, no podía descifrar ni mis propios sentimientos...Se alejó con una flor en la mano, al parecer la tomó del arbusto de atrás para sostenerla en mi dirección.
-Ésta era la favorita de mamá Rizzo, ayuda a relajarse-
La tomé suavemente, Rizzo no mentía al decir que su olor en realidad relaja, en el panorama de mi mirada pude observar al jefe sonriendo.
-Vamos adentro, el tío Adolfo ya debe estar aquí-
Caminamos de regreso aún con flor en mano hasta entrar al salón, encontrándonos con Alezo.
-Su tío está esperando en el comedor-
Antes de poder responder, Adolfo salió para saludarnos con la misma energía, poco después emprendimos nuestro camino al comedor, Rizzo se adelantó con el tío y yo por detrás, pude observar cómo un papel caía de su traje.
-Señor Adolfo, se cayó su...- ¿Papel con números? Antes que volteara logré tomar una foto con el celular que S me dio, Adolfo tomó el papel, agradeciendo con frialdad y lanzándome una mirada aterradora, disimulé el escalofrío que me recorrió y seguí caminando tras él...
Repetimos la rutina del día anterior, sólo que ésta vez S no llegó y no tengo idea del por qué, dicen que por una emergencia, pero tengo un mal presentimiento de esto.
Llegó la hora en la que terminaban borrachos, una vez cesó la música, pasos dirigiéndose a mi cuarto se aproximaron hasta cruzar la puerta con fuerza por lo que me arrastré hasta el final de mi cama...Adolfo...
-Tú, viste algo que no debiste-
Hablaba borracho, intenté escapar pero me acorraló en la esquina poniendo sus manos alrededor de mi cuello y dejarme colgando en la pared, apenas formaba sonidos.
-Si dices algo...Te va a ir mal...A ti...Y a Victor-
Mi vista se volvía negra, casi dejé de moverme cuando una voz retumbó desde afuera de la habitación.
-¿Señor Adolfo? Su auto está esperando-
Me soltó en seguida, abrió la puerta actuando lo más normal que podía.
-Lo siento, Daniel, me perdí de camino al baño-
Daniel le abrió paso hasta la escalera, una vez se fue, entró al cuarto y cerró la puerta.
-¿Estas bien?- se aproximó a mí examinándome hasta encontrar marcas en mis muñecas y cuello.
-Él...los números-
Quise callarlo, pero Daniel me obligó a decirle lo que estaba pasando, le hablé de todo, la foto, los números, Daniel actuó calmado en todo este tiempo.
-No te preocupes, pero mañana tendrás que decirle a Rizzo todo lo que sabes-
Seguía paralizado, casi me mataba ese tipo, Daniel revolvió mi cabello y me dijo que me tranquilizara e intentara dormir y finalmente se fue, tomé la flor que me regaló Rizzo, el sólo olerla me hacía recordar ese momento tan lindo, fue muy tarde cuando por fin pude dormir...

Falling for The boss Donde viven las historias. Descúbrelo ahora