Periodista en pánico

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Desperté tan cómodo, me sentí como un bebé durmiendo, abrí los ojos con lentitud para volver a cerrarlos intentando dormir de nuevo así mismo girando para acomodarme sobre...¿¡El pecho de Victor!? Del susto salté hacia atrás y caí de la cama haciendo despertar al jefe.
-¿Qué sucede?-
Pasó su cabello detrás de su cabeza, yo sólo lo miré un poco molesto, él sonrió muy seductor y me tendió su mano, yo la tomé para volver cuando me di cuenta que en realidad no debería estar aquí.
-N-No, Victor, yo...debo irme, en serio-
No escuchó ni una palabra de lo que le dije para recostarse sobre mí y comenzar a besar mi cuello, pude sentir su respiración causando escalofríos en todo mi cuerpo dejándome paralizado, pero al mismo tiempo dejándome un ardor en la parte baja de mi estómago, me encanta, me encanta sentir esas cosas que solo él ha provocado en mí, me encanta ver sus ojos, su suave cabello, sus dulces labios, todo...Me vi atrapado por su encanto haciéndome envolverme con él, más no olvidé la información que debía darle, por lo que intenté detenerlo inútilmente, su mano estaba dentro de mi pantalón desabrochado mientras jugaba con mi miembro, me encorvé repetidas veces con pesados suspiros que parecían gustarles a Rizzo.
-Me encantas, Angioletto- susurró mirándome a los ojos, con mis fuerzas cubrí mis rostro sonrojado y brillante, él quitó mi mano entrelazándola con la suya, desvié la mirada.
-¿Qué pasa?- preguntó el chico
-Qu...me apena, idiota-
Victor tomó mi mentón y plantó un suave beso en mi labio inferior, estaba a punto de terminar cuando...toques en la puerta aparecieron
-Jefe, venga a organizar la cena con su tío Adolfo-
-Entendido, Daniel-
De nuevo soltó un quejido de desesperación, mientras yo aún estaba recobrando aire.
-¿¡Por qué demonios no se puede hacer nada en esta casa!?- gritó con la intención de que todos escucharan, yo lo callé para abrocharme el pantalón y correr como si nos hubiera visto alguien.

Faltan cinco horas antes de la cena, es ahora o nunca, tembloroso me acerqué a Victor ubicándonos frente al sótano.
-Amm...señor,  debo decirle una cosa-
Él tomó mi mentón listo para besarme, lo aparté para no volver a caer en él.
-No, tengo que decirte algo...es importante-
Paró de jugar para escucharme.
-S-Su tío...no es quien realmente cree...tiene unas coordenadas, que investigué y me di cuenta que están aquí, después llamó a alguien que planea venir...-
Después de esto, su sonrisa desapareció mostrando una mueca enojada.
-¿Disculpa?-
-Su tío, planea algo en su contra...-
-No te voy a permitir que hables así de mi tío.-Sentí un empujón haciéndome caer por la escalera hasta el sótano, en ese instante comencé a temblar y no podía parar, estaba asustado, acababa de meterme con lo más preciado que tenía Rizzo, apenas intenté recuperar aire, escuchaba sus pasos bajando lentamente cada escalón, al llegar a mí me pateó con fuerza muchas veces.
-¡Te di un maldito lugar! ¡Te cuidé! ¡Te traté bien! ¿¡Así me pagas!?-
Yo rogué muchas veces que parara, más no me hacía caso, ¿Por qué hablé? ¿Dónde está el Victor del que me enamoré?
-No eres más que una mascota, ¿oíste? Recuerda que las mascotas no hablan-
Un portazo finalizó mi paliza dejándome en completa oscuridad, si es la verdad...Aunque...¿Por qué creerle al periodista? Apenas me conoce...
La hora de la cena llegó, Adolfo no paraba de sonreír con maldad, entre Daniel y yo nos comunicábamos con miradas de saber lo que pasaba, como siempre nos retiramos para dejarlos solos, al momento en que caminé al lado del tío Rizzo me miró con una sonrisa tan llena de maldad, que con solo mirarla escalofríos recorrían mi cuerpo, más no planeaba rendirme tan fácil por lo que esperé hasta que esa reunión terminara..

2:00am, silencio total, era hora de actuar, bajé las escaleras con mucho cuidado, la puerta trasera estaba abierta...con mis temblorosas piernas caminé hasta estar a punto de salir, miré un segundo hacia atrás para ver a Rizzo dormido como siempre,  un "Lo siento" salió de mis labios para acto seguido correr hasta el lugar, pasando la fuente y los laberintos hasta llegar a una enorme bodega repleta de hombres  de Adolfo, me escondí detrás de un árbol para seguir observando, tanta gente llevando cajas...su mercancía, me sentía tan impotente al no poder hacer nada, acto seguido sentí un golpe en la cabeza haciéndome caer, cuando volteé boca arriba, observé a un hombre, quien me golpeó con su arma, me tomó del brazo para llevarme con otro tipo, al levantar la cara supe que estaba arrodillado ante Adolfo.
-Tu de verdad no entiendes, niño-
Apenas terminó la oración me lanzó una fuerte patada en la cara, era tan igual que los golpes de Victor que no pude evitar sentirme más aterrado de lo que estaba ya, segundos pasados él no paraba mientras yo me quedaba sin aire, una sombra velozmente detuvo al hombre empujándolo, Daniel...venía con Victor atrás.
-¿Perché?- Se acercó el castaño hasta llegar a su cara.
-Tenía que hacerlo, tu padre me debía mucho, esta mafia me pertenece-
-Pensé que eras diferente...-
-...Así es la mafia-
Acto seguido sacó un arma apuntando hacia Victor, en ese momento todos sacaron un arma, traté de correr hacia el jefe, más dos hombres me tomaron por los brazos inmovilizándole, gritaba que parara, que no lo hiciera, la espera parecía larga...¡Bam!...

Falling for The boss Donde viven las historias. Descúbrelo ahora