Rin no nayami I

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Sousuke se ve igual que siempre. No. Aparenta estar igual que siempre. Pero me di cuenta por la forma en que sonríe que algo pasa. Y aunque antes nunca me importó esta clase de cosas, Sousuke puede ser callado con el resto de la gente, pero siempre habla conmigo de sus problemas. O al menos puedo darme cuenta cuando intenta esconder algo. Tal vez el verme puede presionarlo demasiado y puede terminar esforzándose demasiado para volver más rápido.

—Ahhh... Debería ser más paciente —. Suspiro, y busco entre mis contactos el número de Gou antes de llamarla.

El móvil suena un par de veces, antes de que se conecte.

—Ah, ¿Gou? Soy yo.

—¡Hermano! ¿Por qué no te has comunicado desde hace tanto tiempo?

—Tanto tiempo, dices... solo han sido un par de semanas —. Digo, y me paso una mano por la cara.

—¡Un par de semanas es mucho tiempo! Justo vi a Sousuke-kun hace unos minutos, y le dije que no habías llamado.

—¡Ah! Por eso...

—¿Por eso?

—Ah, no es nada. Entonces ¿qué pasa? —. Digo, y me apoyo en un pilar cerca de la habitación por la que Sousuke acaba de entrar. Tal vez no debería estar actuando como un guardaespaldas, pero ha pasado tanto tiempo desde que nos vimos, desde que hablamos, que con solo estar con él en la misma ciudad, siento como mi cuerpo se relaja una vez más. No puedo permitir que se escape antes de que podamos hablar.

—Solo hemos estado preocupadas porque dejaste de llamar.

—Ya no soy un niño. No llamaré todos los días.

Gou comienza a enojarse, insistiendo en que debería llamarlas al menos una vez al día. Pero creo que es demasiado. Tal vez una vez a la semana las llame. La conversación parece nunca terminar, y cuando me comprometo a llamar a mamá hoy, al fin logró que Gou termine la llamada.

Suspiro y apoyo mi cabeza en el pilar, mirando hacia el cielo cierro mis ojos y guardo mi teléfono celular en mi bolsillo.

Creo que he estado parado en este mismo lugar por una hora, hablando con Gou y pensando en Sousuke. ¿Qué debería hacer? ¿Mis palabras han presionado a Sousuke? Quiero que cuando él vuelva al escenario competitivo, su estadía ahí sea duradera. Quiero competir con él. Quiero que se vuelva un obstáculo a superar. Quiero que sea mi rival. Definitivamente sería uno de los mejores rivales que podría tener, además de que su estadía en un carril junto al mío, podría impulsarme a superar mis propias marcas. Algo así como Haru.

Suspiro una vez más. Ahora que lo pienso, Sousuke y Haru se parecen. Y demasiado. Son callados, reservados y casi inexpresivos frente a los demás. Haru ni siquiera muestra expresiones cuando estamos juntos. Y la última expresión que recuerdo, es haberlo visto deprimido por su pelea con Makoto, o furioso conmigo.

Sousuke por otro lado, siempre sonríe cuando estamos solos. Tal vez se ríe de mi, y yo me siento como un niño cuando estamos juntos. Tal vez sea porque somos amigos cercanos desde la infancia. Y aunque a veces me hace sentir nostálgico el no tener a mis mejores rivales conmigo en Australia, espero que nos enfrentemos en el escenario mundial.

Pero cuando Haru sonríe, es casi como si sintiera mi corazón detenerse. ¿Por qué sucede eso?

Cruzo mis brazos y miro el suelo justo frente a mi. De repente, un par de tenis aparecen justo en el lugar que estoy mirando, frente a mi.

Levanto la mirada lentamente, y Sousuke está parado frente a mi. Él me mira por unos segundos y luego evita mi mirada.

—¿A dónde vamos? —Me dice. Y el Sousuke que conozco desde niño, está de vuelta frente a mi. Sonrío al pensarlo, y paso mi brazo al rededor de mi cuello, haciendo que se agache un poco para no tener que levantar tanto la mirada. Es tan malditamente alto. Y parece que más alto que la última vez que lo vi.

—Veo que sigues en crecimiento, Sousuke.

—Ah, puede ser que tú seas más pequeño de lo que recuerdo también.

—¿Qué dijiste? —. Le digo, y golpeo su costado con mi puño haciendo que se paralice antes de salir corriendo, con él en mis talones.

Sousuke me abraza pegando mi espalda a su pecho, con su mano en mi abdomen y sus dedos clavándose en mi piel, y yo me río como un niño, recordando siempre teníamos esta clase de juegos cuando volvíamos a casa después de la escuela. Nuestros estúpidos desafíos jugando piedra, papel o tijeras.

—¡Te había echado tanto de menos! —Digo entre risas por las cosquillas.

—Al menos podrías haberme enviado cartas, como la última vez. —Dice él, y su expresión ya no parece tan feliz como hace solo cinco segundos.

—¡Ah, ya no lo haré! Es vergonzoso. Te llamaré. En algún momento.

—Al menos cuéntame cómo te ha ido por allá. ¿Te sientes solo? ¿ya no te molestan los otros chicos?

—¿¡Eh!? —Digo, y siento cómo mi cara se calienta. —¿Te había contado lo que había pasado cuando fui la última vez?

—No era muy difícil de adivinar. Tus cartas cada vez sonaban más depresivas. Y cuando dejaron de llegar pensé que algo malo había pasado.

—No, no, no, no, no fue así. Era solo que no nos podíamos comunicar bien. Yo no entendía bien el inglés en ese tiempo, así que no podía hablar con los demás. Era complicado. —El calor no se aleja de mi rostro, y siento que hasta mi cuello está ardiendo.

—¿Y? ¿qué tal todo ahora?

—¿Ahora? Ahora todo es más fácil —, le digo mientras caminamos hacia un pequeño parque que vi en el camino a la clínica de Sousuke —. Desde que sé inglés puedo comunicarme mejor y ya no tenemos esa clase de problemas. Aunque todavía hay algunos otros competidores que son más rápidos que yo, pero no me rendiré. Definitivamente mejoraré mis tiempos.

—Eso es bueno —. Dice, pero aunque su cara tiene una sonrisa, sus ojos parecen tristes.

—¿Y tú? ¿Qué tal lo llevas? —Digo, pero Sousuke esquiva mi mirada, y se sienta en una banca. Me acerco a la máquina expendedora que está junto a ella, y saco una botella de agua antes de sentarme junto a él.

El tiempo parece pasar lentamente mientras le doy un sorbo tras otro a mi botella de agua, pero Sousuke permanece en silencio. Ni siquiera sé que decir. Y mirándolo de reojo, veo como sus hombros y su pecho se mueven por sus respiraciones. Y, por algún extraño motivo, en el cual no quiero pensar demasiado, mi garganta comienza a sentirse más seca de lo que estaba antes de que bebiera agua.

Le doy un trago largo a la botella, y cuando la estoy cerrando, Sousuke la agarra de mi mano y se lleva la boca de la botella a los labios. Miro cómo sus labios se posan en la botella y su garganta comienza a trabajar en largos tragos, llevando el agua de su boca a su estómago.

—No te la acabes. —Le digo, pero mi voz suena un poco ronca, y carraspeo un poco para aclararla.

Veo como Sousuke me mira por el rabillo del ojo y me paro una vez más, para sacar otra botella de agua de la máquina expendedora.

—Lo siento, ya me la acabé —. Dice él, y yo sacudo mi mano en su dirección, alejando sus preocupaciones.

—Está bien. Solo tengo que sacar otra. 

Por algún motivo, mi corazón martillea en mi pecho. El ver su garganta cuando tragaba hizo que comenzara a sentirme extraño. Y no creo que hubiese sido capaz de beber de la misma botella de la que él estaba tomando. Al menos, no podría hacerlo sin atragantarme con el agua.

—La rehabilitación va bien. Pero no estoy seguro de cuando pueda volver a competir.

—Tienes que tomarte tu tiempo —. Le digo, abriendo la segunda botella y sentándome junto a él una vez más. —. Yo estoy esperándote. No importa cuanto tiempo pase.

Pero por algún motivo, en esta ocasión no puedo decir esas palabras mirando su rostro.

SouRin - Omae Wo MatteiruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora