Kumari Kandam: Lemuria

Des de Sempre

Por razones que desconocía y el artefacto aún ajeno a su cultura, Aurora poseía uno de los cinco anillos de Kumari Kandam. Esos anillos existieron desde la fundación de las primerísimas cinco ciudadelas. En un principio, mucho tiempo antes de que la civilización en Lemuria evolucionara hasta llegar al punto actual, existió el caos y tuvieron origen como cualquier otra historia. Surgió al mismo tiempo que Atlántida, por esto son consideradas hermanas. Los cinco principales territorios entraban en conflicto muy a menudo. Aprendieron a luchar usando su cuerpo, herramientas y recursos naturales. Pero hubo técnicas que debían desarrollar para alcanzar su máximo potencial en el campo de batalla. Pronto aprendieron todo lo que necesitaban, sin embargo, llegaron al límite de lo que les permitía su alma primitiva. Durante un periodo, permanecieron a la espera de una respuesta: estudiando más que nunca, experimentando, consultando con los más inteligentes, espías fueron contratados, pero los conflictos continuaban; ocurrió una revolución intelectual, en la cual hubo la mayor aportación científica a la historia de Lemuria. En poco tiempo, todos sabían lo mismo: lo poco que habían descubierto, era repasado una y otra vez, como si caminaran en círculos, hasta que agotaron los caminos y, mientras que para otro territorio era de los primeros hallazgos, para el otro era lo más reciente. Al llegar al punto de estanque en el cual la carrera intelectual con la que esperaban encontrar avances para usar en el campo de batalla no les aportaría nada, estaban a punto de rendirse y luchar de manera elemental, cinco fuerzas iguales. Sin embargo, un espía fue capaz de obtener cierta información con la capacidad de cambiar el rumbo de la guerra. Desafortunadamente, no era mas que un farsante camuflado de espía, que solo planeaba destruir a los cinco imperios bajo una filosofía: «Las fuerzas equivalentes del universo, entre sí, se neutralizan».

Este personaje tenía pruebas para comprobar la funcionalidad de algunos artefactos que los cinco gobernadores rechazaron inmediatamente por creerlos absurdos e imposibles. Con esta información pretendía demostrarles a los cinco que eran confiables y justo lo que necesitaban para rebasar los límites. Y una vez que todos tuvieran, de nuevo, fuerzas incrementadas pero iguales, después de la guerra, ya no existiría nada.

El plan marchó como lo esperaba. El rango que había robado le daba una gran reputación frente a los gobernadores. Tendió la mano, después de negociar con cada uno, y les entregó el anillo más bello que jamás habían visto. Inconfundibles, estaban grabados cinco sellos en cada uno: un oído, una mano, una boca, una rosa y un ojo; los cinco sentidos.

—Un obsequio, majestad. Puedes usarlo para descubrir cosas increíbles. Es mi deber hacértelo saber —les indicaba a cada uno.

Después, individualmente, les enseñaba a usarlo. Las instrucciones eran las siguientes:

El oído te ayudará a escuchar con sabiduría cualquier cosa que tu enemigo, familia o conocidos te digan. Identificarás las mentiras cuando las haya. Entenderás las verdaderas razones de las palabras que te dediquen. Y puedes cambiar el sentido de las oraciones en el tiempo.

La mano te permite que sientas las emociones de todas las personas. Así, sabrás cuando tu enemigo tenga miedo. Puedes inferir, también, en los sentimientos de los otros. De igual manera, te otorga sabiduría para que tus decisiones y tus acciones sean las mejores, que no metas la pata; para que tengas mano firme, orden.

Con la boca dirás cualquier cosa que necesites sin saber siquiera que lo necesitas. Hablarás con sabiduría y cualquiera que te escuche obedecerá tus órdenes. Las palabras que salgan de tu boca, el enemigo las escuchará con elocuencia e ímpetu.

Como indicio del sentido del olfato, está la rosa. Esta te permitirá oler a tu enemigo; lo sentirás donde quiera que esté, mas no lo verás ni lo escucharás. Tampoco podrás decirle palabra ni inducirle el miedo.