13. Cosas interesantes pasan en el bosque

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Ya llevaban varios minutos volando entre las nubes cargadas de agua nieve cuando un arcoíris bastante borroso apareció ante Leo.

- Jason, hermano- saludó Leo con una sonrisa de oreja a oreja- ¿Tienes información?

- Hola Leo, Thalia dice que se encuentran en Selva Clifty, Kentucky.

Leo no demoró en insertar aquel nombre en la Tablet, la cual respondió automáticamente con una rápida lectura de su página de Wikipedia. De todo lo que dijo, retuve lo siguiente:

Uno, comprende aproximadamente trece mil trecientos setenta y nueve acres de terreno. Eso es...bastante, sí. Dos; se caracteriza por acantilados, valles escarpados, arcos de piedra arenisca, rocas, rocas, rocas. Y lo que tocó mi corazón, casi tantas especies en peligro de extinción como mis años de vida. Juré mentalmente que si Leo se atrevía si quiera a quemar una ramita de un árbol en riesgo, lo mataría y dejaría su cuerpo como abono. En esos momentos me preguntaba por qué no era una hija de Deméter, de ser así, no estaría sobre Festus volando hacia una zona agreste y potencialmente peligrosa. ¿Por los acantilados? Zeus, no, si Artemisa y sus cazadoras estaban allí era sinónimo de una sola cosa: ese lugar estaba lleno de monstruos.

- Disculpa que lo pregunte- dijo Jason luego de que Eunice, la Tablet, dejara de leer- ¿Por qué quieren encontrar a Artemisa?

- Oh, verás- explicó Leo- Cam soñó con el origen de nuestros problemas y para variar hay varias criaturas peludas de por medio. Creemos que Artemisa puede ayudarnos con eso.

- Bien- asintió Jason, acomodándose los lentes sobre la nariz- Thalia me dijo que Artemisa estará interesada en conocer a Cam. Y me advirtió que te comportaras, Leo. Nada de bromas a las cazadoras.

Leo fingió sentirse ofendido, abriendo mucho los ojos y poniendo su mano derecha sobre su corazón.

- ¿Bromas yo? ¿Por quién me tomas? Soy más serio que los zombis de Nico.

Jason rio, nos deseó buena suerte y el arcoíris se desvaneció. Antes de lanzarnos en una rápida carrera hacia ningún lugar, Leo buscó en la Tablet la aplicación de mapas, y luego de encontrar la ubicación de Selva Clifty y la mejor ruta aérea, sin presencias indeseadas como Esfinges encargadas del control de tránsito, le encargó a Festus volar a toda máquina, esperando positivamente, que llegáramos sin problemas antes del anochecer.

Lamentablemente, todo acontecimiento parecía guiarse por medio de trueques. Habíamos tenido un vuelo de lo más tranquilo, y tendríamos que pagar por él con un doloroso recibimiento. Apenas habíamos terminado de bajar de Festus una vez en tierra, cuando sentimos extrañas presencias a nuestro alrededor.

De forma automática, Festus incluido, comenzamos a minar en todas direcciones, en busca de cualquier cosa de la que tuviéramos que defendernos. Leo incluso encendió una de sus palmas, dispuesto a lanzarle una bola de fuego a quien osara atacarnos.

Eran ya las seis de la tarde. El cielo, en un hermoso matiz de lila y rosa, estaba cubierto de nubes grises. No había mucha luz, sin embargo, la nieve sobre el suelo y los árboles reflejaban bastante bien lo poco que el sol lograba irradiar a esas horas, suficientemente bien para ver, luego de un minuto, nada más que cinco espíritus pocos metros al frente de nosotros.

Sus cuerpos estaban hechos de humo gris, sucio y contaminado. Sus ojos eran amarillos purulentos y sus ropas estaban hechas jirones. ¿Zombis de humo? Ojalá lo fueran.

-Son nosoi- balbuceé.

-No, tu si eres. Eres Cam- se mofó Leo.

-Idiota- lo calló May- Son espíritus de la plaga ¿Verdad?

Hijos del Sol y el Fuego [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora